¡VAMOS A VOLVER, VAMOS A VOLVER…! ¿PORQUÉ y PARA QUE?

Sin llegar caer en la ilusión de Sosías, fundamentada en aquel personaje de la comedia Anfitrión, en ocasiones,  uno escucha al otro, y acontece  que el pensamiento que expresa ese otro parece ser el propio, o al menos, es similar.  Algo de eso ocurrió mientras escuchaba las reflexiones de Carlos sobre la reiterada consigna “vamos a volver” y un cabal análisis de la coyuntura a encontrar en el tránsito del camino hacia el 2019, y aún después, en caso de lograr la victoria.

Una cosa es cantar una consigna, y otra es el porqué y el para qué, estando conscientes de la realidad que acontece. Sin plagiar al compañero del campo nacional y popular, podemos construir razonamientos generadores de  la chispa motivacional que impulse a recorrer ese camino y llegar a la meta.

¿Somos conscientes del cuerpo social en el que estamos insertos?  Según diferentes analistas, existe aún hoy un núcleo duro de simpatizantes/votantes del actual gobierno. El porcentaje de esos conciudadanos oscila entre el 31% y el 37%. Hay que bregar para convencer a parte de ellos a votar distinto.  Porque cada uno de esos votos vale doble: se convierte en un voto menos para el neoliberalismo y uno más para el  proyecto nacional y popular.

¿Tenemos en cuenta el accionar que vuelca el gobierno sobre el imaginario social?  En su afán por disciplinar a la sociedad, el gobierno de Mauricio Macri puso nuevamente en funcionamiento la maquinaria del miedo. Avanzó con estigmatización, mentiras, injurias, despidos, miseria planificada, persecuciones y represión. Y desde el año anterior, han surgido muertes a cargo de agentes del Estado. Hay que tener en cuenta estas acciones y cómo  contrarrestarlas en las propuestas a la sociedad.  El miedo influye. No podemos olvidar que en el avance neoliberal de los 90´s se reeligió a un gobierno que nos estaba conduciendo hacia el desastre, influenciados por los denominados “votos cuota” de sectores medios que se habían endeudado.

Argentina avanza a pasos agigantados hacia una nueva crisis sobre la base material de su economía (la producción), pero como la economía también es política, va a provocar cambios superestructurales (la superestructura jurídico política).  Al fracasar el proyecto de país a largo plazo, por parte del establishment, habrá que comenzar a discutir cuáles serán las particularidades y la dirección que van a tomar esos cambios.

Ese establishment o las elites económicas solo se preocupan por la inmediatez de sus ganancias: esa es su lógica. Las  burguesías autóctonas dependientes de su financierización,  anhelan históricamente un país exportador de commodities, como base de la economía nacional, por un lado.   A su vez, y por el otro, el tener domesticada y disciplinada a la clase trabajadora mediante la desocupación, que va cosechando bajos salarios.  Estableciendo un país sin desarrollo deben controlar la masa salarial, ya que si esta crece fuera de determinados parámetros, comienza la demanda de más productos, que a su vez precisan de más dólares para su producción y se crean situaciones de default, ya que la financiación externa no es eterna.

El sueño o anhelo de las burguesías, choca en Argentina con una realidad.  Cuando escuchamos al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, decir que para llegar a ser un “país en serio” hay que terminar con los 70 años de peronismo, en realidad está vomitando el odio de clase hacia ese sector.  Porque ese sector es el gran problema que enfrentan para que la economía nacional deje de diferenciarse de las del resto de la Patria Grande.  El peronismo, con sus virtudes y defectos, es quien les enrostra la resistencia del movimiento obrero organizado, la conflictividad social, el crecimiento sindical. El peronismo se fundamentó en el 50 y 50, el capital y el trabajo de la expansión fundamentada por Keynes. Y esa imagen es demoníaca para el establishment local.

¿Tenemos presente a quiénes tenemos enfrente? ¿Tendremos en claro cómo se deberá actuar? ¿Sabemos de lo que son capaces de hacer en realidad? Sin profundizar en estas líneas, recordemos el accionar de “La Fusiladora” para derrocar a Perón, del armado del Proyecto de Reorganización Nacional de 1976 (curiosamente, la misma denominación –sin el año- que utilizaba Marcos Peña en los comienzos del actual gobierno) o las movilizaciones, agresiones y cortes de ruta durante el “lockout patronal” o “crisis del campo” comenzado en marzo de 2008 contra el gobierno de Cristina Kirchner, a tan sólo tres meses de haber asumido la presidencia y que contó con el masivo apoyo multimediático. Hay que tener siempre presente que una cosa es gobernar y otra es la toma del poder.

Aquel fue un conflicto por la disputa de la renta del modelo agroexportador que marcó y marcará decisivamente presente y futuro de la nación y del pueblo. En su transcurso, provocó desabastecimiento que afectó particularmente a los sectores más humildes, los que viven al día y se aprovisionan en almacenes de barrio. En cambio, quienes cuentan con algún poder adquisitivo pudieron acopiar carnes –los cortes más caros- y alimentos de primeras marcas. Cortaron rutas durante meses sin ser reprimidos.

¿Cuál sería el motivo por el que hay que reflexionar sobre estos hechos acontecidos en nuestra historia cercana? Los actores que desarrollaron estos acontecimientos provienen de los  mismos sectores sociales que hoy están en el Gobierno, muchos de los cuales mantuvieron vínculos con la última dictadura. No les importó bombardear la principal plaza de la capital del país causando víctimas inocentes, desaparecer y asesinar personas, como hicieron más adelante o armar una entente político-judicial-mediática para desarrollar la estrategia que les permitió llegar a gobernar el país para reimplantar el plan neoliberal.  Solo les interesa su condición y su lógica de clase, no les interesa la vida del otro. No hay que subestimarlos.

Es primordial tener en claro que debemos retomar el gobierno en las próximas elecciones y delinear a grandes trazos una política en lo económico, social y cultural diferente a lo hecho hasta ahora.  Nos encontraremos con grandes dificultades, pero estamos seguros que un nuevo período de gobierno con tinte neoliberal nos dejará  un  país totalmente devastado.

No va a existir margen para grandes consensos generales. Habrá que romper con los medios más concentrados del sector de la agroindustria, reinstalando las retenciones o derechos de exportación para defender el precio interno de los alimentos y para ir desarrollando una mejora fiscal.  La energía en todas sus formas deberá ser considerada un recurso estratégico vital para el desarrollo de la Nación, por lo que se deberá desdolarizar su precio,  hecho que producirá otra ruptura, esta vez con las productoras y las distribuidoras. Va a ser necesaria una nueva reestructuración de la Deuda Externa, lo que conllevará el quiebre de los vínculos con el poder financiero y el FMI.  En forma prioritaria se deberá orientar la producción a las necesidades internas, y recién luego a la exportación.

Es indudable que el camino a recorrer no va a ser sencillo para que nos permita  avanzar hacia un país industrializado, ya que no puede haber inclusión sin desarrollo.  Esa será la meta a alcanzar para  satisfacer y cubrir las necesidades de nuestro pueblo, Habrá que debatir las mejoras a introducir en educación, seguridad, salud y Fuerzas Armadas. Todo deberá ser debatido en las organizaciones políticas y sociales del campo popular, con el fin de establecer un programa uniforme a ser presentado a la sociedad.

Desde ya que avanzar en una reforma de la Constitución  Nacional será fundamental para consolidar el proyecto, con el fin de que las reformas no sean bastardeadas por el Poder Judicial como sucedió en el pasado. El quiebre de la entente jurídico-político-mediática se deberá producir actuando sobre la  concentración multimediática.  Esto habrá de suceder,  ya que las mentiras y tergiversaciones emitidas por los formadores mediáticos de opinión, en defensa de   intereses elitistas opuestos a las decisiones del gobierno popular, sólo servirán para dificultar e impedir el proceso de cambios.

Será una tarea para nada sencilla, llena de amor y paciencia, de la que muchos quizá no lleguemos a ver sus frutos, pero necesaria para la reconstrucción de la Patria…

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info