Unos vecinos muy normales

Charles Addams, el creador de la histórica serie televisiva “Los locos Adams”, habría sido más fructífero que el autor de estas líneas, de haberse topado con semejantes vecinos, “en llamas” por el contexto económico y social vigente, que endilgan por completo al actual Presidente de la Nación, desmemoriados hasta el tuétano respecto a las responsabilidades de la orgía macrista, recientemente finalizada, al menos dentro de las formalidades institucionales.

Uno, que camina y busca (como reza el tango, pero sin tantas exigencias), ejercita el oído varias veces al día, en esto de recoger testimonios de la voz de la calle, que muchas veces sirve de termómetro del contexto socioeconómico en el cual se obtienen las “muestras” de dicho trabajo de campo.

En una mañana cualquiera de un mes de enero en el cual muchas voces condescendientes con los saqueadores que abandonaron Balcarce 50 escasas semanas atrás, han devenido en furibundos críticos de cuanta acción, declaración o silencio ejecuten Alberto Fernández, Axel Kicillof y ni que decir Cristina Fernández, recorría algunas calles del barrio más cercano al corazón comercial de Morón centro. Y allí me topé con la escena. Tan efímera como pedagógica.

Apostados a la fila para comprar en una verdulería, una señora de, supongamos, unos 65 años, conversaba con un caballero, acaso unos pocos años menor. La problemática, una que nunca pierde vigencia en esta clase de conversaciones.

“Ay, ni me hable de esto que pasa. Mi hijo es ultra K”, se quejaba la doña, mientras tanteaba unos zucchinis en oferta.

“Mire, yo tengo un amigo fanático K, pero es buena gente, él trabaja…” le respondió su interlocutor, acaso buscando quitarle tamaña “carga” moral que angustiaba a la señora con pecho de soprano.

Los dejé en sus laberintos, intersticios inextricables para el autor de estas líneas. Por otra parte, el sol comenzaba a apretar, y decidí no involucrarme en un festival de chicanas que bien podrían haber ejercido un ejemplo multiplicador… pero no sé a favor de quiénes.

El sentido común instalado en cierto –enorme- sector medio del conurbano bonaerense, sólo por referirnos a nuestro recurrente “objeto de estudio”, ha venido construyendo desde hace no menos de 13, 14 años, este imaginario despectivo del simpatizante de identidad nacional popular. A veces peronista, otras veces no necesariamente. Pero siempre reducido al mote “K”, que viene acompañado de sus debidas adjetivaciones: “Fanáticos” o directamente “vagos”.

Así las cosas, los que destilan odio, avalan torturas y desapariciones, gritaron “Viva el Cáncer”, fomentaron golpes de Estado cívico militares una y otra vez, y hasta se han burlado de situaciones aberrantes, como por caso la muerte de Santiago Maldonado o Rafael Nahuel… y que incluso minimizan, niegan y hasta justifican el hambre entre vastos grupos sociales, compatriotas entre sí… decía, quienes ostentan esa matriz de pensamiento, que se retroalimenta generacionalmente por un cúmulo de factores socioculturales y también económicos, son las autodenominadas personas “decentes”. Los que sueñan con un mundo menos desigual, más humanitario e incluso se involucran en el intento por lograrlo de algún modo, son los acusados de “fanáticos”, “vagos” y hasta incluso “chorros”, sin el menor fundamento que avale tamañas acusaciones.

¿En serio aspiramos a eliminar tamaña grieta, sustentada en odios profundamente irracionales?

¿En verdad confiamos en lograr hermanarnos sobre una base de justicia y equidad con quienes, si se les presentase la oportunidad, volverían a descargar, con mayor furia aún, sobre las masas populares un 24/03/1976?

Mientras elaborada estas reflexiones, decidí apelar a un nuevo experimento para culminar este informe: Ingresé a un bar, acaso el más coqueto de Morón centro. Pedí un chopp con ingredientes, y hermanado con un amigo y compañero que encontré por pura obra de la casualidad en dicho lugar, abrí mi vozarrón con un elegante

“¡Viva Perón carajo!”

El público lector resolverá, en lúdico ejercicio veraniego, cuál fue la reacción del resto de los parroquianos allí presentes… tan parecidos, por cierto, a aquellos dos de la verdulería.

E Mujik
elmujik@huellas-suburbanas.info