UNA MULTITUD PIDIENDO EL ESPIRITU SANTO

Último sábado de este octubre veinte dieciocho que se va apagando. Tarde de sol de a ratos, que alternan con momentos donde las nubes nos ayudan a aguantar el calor, y gracias a las mismas  corren vientos refrescantes, como están corriendo en la Diócesis de Morón.

Multitudes que se trasladan en micros escolares, porque deciden viajar “juntos”, porque deciden ser comunidad, porque es más barato y produce menos congestión de tránsito y menos polución.

El Obispo Jorge Vázquez, durante un fragmento de su homilía

Una avenida que, curiosa o afortunadamente se denomina Don Bosco, en honor a ese curita del norte de Italia, nos conduce al lugar de la cita. Y un cura jesuita, ahora Obispo de nuestra Diócesis por decisión de Francisco, nuestro Papa argentino,  tuvo la formidable  idea de convocarnos a una Misa, como parte del Sínodo Diocesano, donde se confirmaron 1.100 jóvenes y algunos adultos también.

Tuve el privilegio de participar porque un amigo me eligió como Padrino. Son esas cosas de Dios. Son Gracias Celestiales y había que estar y ponerle el cuerpo. ¿A qué? ¿A la misa multitudinaria, o al padrinazgo? A las dos cosas.

Afortunadamente todo allí fue Gracia, orden y Amor de Dios. 5000 almas reunidas, trasladándose, entrando y saliendo de un enorme predio sin dificultades. Curas, Diáconos, Catequistas y Servidores nos hicieron todo muy fácil a los fieles. Un barrio de casas humildes, allí en los límites de la Diócesis, copado por los católicos que se reunieron a orar. Pidiendo en comunidad que el Espíritu Santo se derrame sobre todos, y dando testimonio de su FE. Algo que hasta ahora no era muy habitual por estos lares.

El Obispo predicó, habló, y lo hizo en forma muy sencilla, para que todos comprendan sus palabras, pero con conceptos muy importantes y profundos. Al comienzo de su homilía dijo: “El Espíritu nos mueve y nos invita a salir para llevar el nombre de Jesús a todos, para llevar el Evangelio”. En otra parte también dijo: “El espíritu nos anima, nos impulsa y nos empuja. Y María nos va abriendo caminos”.

Como misión para los fieles de Morón, entre otras cosas, trazó desde su homilía algunos objetivos prácticos, diciendo lo siguiente: “Como Iglesia queremos ser fieles. La iglesia de Morón quiere ser fiel. La iglesia de Morón le pide al Espíritu Santo que se derrame abundantemente sobre nosotros para que salgamos a los caminos, para que seamos peregrinos, para que seamos aquellos que anuncian la alegría. ¿Qué vamos a llevar? ¿Qué necesita nuestra gente, nuestras familias, nuestros barrios, nuestras universidades? ¿Qué necesitan? Necesitan esa alegría que brota del amor que da sentido a la vida. Porque sin ello todo lo demás no sirve. Lo dice Pablo. El amor es lo más grande. Si no tengo amor no tengo nada, cero. No tengo nada. Aunque tenga todo el poder, todo el dinero, y todo el prestigio, que siempre nos amenaza. Aunque tenga todo eso, si no tengo amor, no sirve para nada. Y en el fondo, tampoco yo estoy sirviendo para nada”.

Salí de allí renovado en mi Fe, contento de estar reunido como Pueblo, desde la religión,  y por qué no desde lo político. Si lo que necesitamos es mejorar a esta sociedad moronense, pareciera que Vázquez ha elegido un camino muy apropiado. Gracias a Dios.

Roberto Coluccio
roberto@huellas-suburbanas.info