Tras las Huellas del futuro

«Nuestro amo juega al esclavo de esta tierra que es una herida, que se abre todos los días a pura muerte, a todo gramo. ¡Violencia es mentir!»

Indio Solari. «Nuestro amo juega al esclavo.»

Cinco años de autogestión, cinco años de soberanía intelectual, cinco años de independencia. Fueron cinco años duros y felices los que atravesó Huellas Suburbanas hasta llegar aquí. Escribir todo esto que ya escribimos mañana (sí, mañana) podría llegar a hacer pensar al lector que estamos ante una publicación quimérica o utópica. Nada más lejano: Huellas pertenece a este futuro, al que se construye hoy, básicamente porque nació y se consolidó partiendo de quienes forjan ese futuro, de los trabajadores. Siempre lejos de la distopía, en las antípodas de la intelectualidad académica. El apoyo crítico y dialéctico al movimiento nacional y, principalmente, a la organización de sus bases fue la luz que guió a la publicación en este camino.

Los medios populares y su valentía para correrse a los márgenes desafiando los discursos dominantes que dictaminan qué es una noticia, qué es una «opinión razonable» ó ajustada al «sentido común», qué canción escuchar ó que arte apreciar, juegan a dos tiempos. Se proyectan al futuro partiendo del presente crudo, descarnado, de manera simultánea, dialéctica, decididamente anti metafísica. Su independencia y el hecho que no los respalden ninguna tarjeta de crédito, dirección partidaria o aparato estatal generan brisas purificantes de libertad (hacia adentro y hacia afuera) y también la alarma de los obsecuentes, posibilistas y genuflexos. Lo cual no deja de ser algo gratificante para los que gustamos despegarnos de los dogmas viejos y gastados para estudiar los nuevos tiempos y adaptar los principios de la libertad y la justicia a la realidad concreta. Las dificultades que esta actitud genera vienen de la mano del tsunami de verticalistas que lejos de abrir la cabeza para pensar y dejar por un momento de decir «sí bwana», cuidar los planes que nutren toda su actividad militante o soñar con algún viaje de arriba a Cuba «para ver la Revolución» en lugar de planificarla aquí y ahora, se dedican a ningunear y ponerle piedras en el camino a los medios peligrosos o críticos por los que se sienten interpelados sin entender porqué y sin saber cómo responder a esa interpelación. Una de las causas que llevan a este tipo de ignorancia respecto del rol de la crítica en el proceso de construcción colectiva, el desdén por la formación de cuadros integrales alimentó la proliferación de pequeño burgueses expertos en Derridá poco afectos a poner en práctica las enseñanzas de Ingenieros, Ugarte o Jauretche. Estos «papagayos del trópico» cómo los definió Jorge Abelardo Ramos en su «Marxismo para Latinoamericanos» o bien se encaramaron en la conducción de las organizaciones o se apropiaron cómodamente del puestito que pudieron rosquear a su alrededor. No son la voz de su pueblo, son la voz de los intereses que le demandan esa función.

Huellas Suburbanas como medio popular tuvo que luchar contra este tipo de posturas y miradas de soslayo durante toda su existencia. Nuestro director, Daniel Chaves, fue un verdadero adalid en esta disputa. Incansable, Huellas a través de su empeño no claudicó jamás. Esta tierra durante este tiempo atravesó derrotas del campo popular, traiciones sindicales, avances, la oscura noche macrista, pero siempre fue una publicación fiel a los intereses de su pueblo, siempre postuló al presente como la mejor arena para la construcción del futuro.

La academia tampoco, fuera de sus sesudos análisis sociológicos, alcanza a comprender a la comunicación popular como una trinchera proletaria para el combate en la lucha por el pensamiento. En realidad es muy sencilla la cuestión: o se acomodan las letras partiendo de intereses ajenos o salvas militantes transformadas en slogans marketineros, o se escribe se piensa y se actúa con la justicia social, la soberanía y la independencia como conceptos llevados a la praxis en función del pueblo y los trabajadores.

No se puede mentir, no se puede tener por tiempos a los tiempos políticos, desde el pueblo no se puede militar en comunicación sino en función de cerrar esta herida que se abre todos los días, en la recuperación de nuestra identidad. Se trata de ir por la liberación, nada más y nada menos, y eso, en definitiva, es lo que siempre trató Huellas de hacer humildemente, ir siempre, siempre, tras las Huellas del futuro.

Sebastián Jiménez
sebastianjimenez@huellas-suburbanas.info