
05 Jul Silenzio stampa
Días atrás anticipé otra columna editorial, tan franca como me fue posible escribirla, que aún pueden encontrarla en la web, titulada “Comenzar todo de nuevo”, en la cual advertí al público lector que quien dirige esta publicación, ha resuelto no editorializar sobre política partidaria ni las roscas electorales, al menos, hasta que pase el presente año electoral. Mientras tanto, se suceden los odiosos, de a ratos especuladores y de a ratos cobardes, desdoblamientos electorales en la mayoría de las provincias del país, con disímiles resultados y también disímiles efectos para quienes toman dichas decisiones de desdoblar sus actos eleccionarios en cada región.
Añadiré a lo anterior sólo dos conceptitos, a saber: A los que ganan o sientan que van ganando, celebren con prudencia y aprovechen que el árbol esta vez les tapa su propio bosque de interrogantes, en la hora presente. Sepan administrar ese viento de cola. A los que pierden o perciban que están perdiendo, tengan la decencia de no empezar a echar culpas a “la gente que no sabe votar” o a la ciudadanía agotada de ser testigos de todo este maremágnum de especulaciones y tironeos por listas y cargos, nítidamente construidos de espaldas al pueblo.
Hechas las presentaciones del caso, podemos avizorar un mes con baja de la inflación (Eureka! Finalmente llegó el mentado segundo semestre (¿?)…), aunque claro está, aún brutalmente elevada, y una batería de “actualizaciones tarifarias” que quizás hagan poca mella en los sectores de ingresos medios de la población (tesoro en disputa y eternamente codiciado por el grueso de los perfiles políticos de mayor relevancia en nuestros días) pero que continúan convirtiéndose en pequeñas y punzantes dagas que laceran una y otra vez a esas mitades nacionales de bajos o paupérrimos ingresos, esos nadies híper-multiplicados por la informalización de la economía, la precarización laboral y esas gran máquina de humo encubridor del índice real de desempleo, que son los asistencialismos estatales a través de planes sociales, tan desgastados en el imaginario social como lógica resultante de su extenso recorrido durante más de veinte años de –imprescindible- vigencia pero cuya salida por arriba, con empleo de calidad bien remunerado y registrado, evidentemente aún sigue irresuelta.
¿Y así pretendía presentarse a una reelección el Doctor Fernández?
“Podemos hacer un universo de clases medias, y podemos hacer mucho dinero con ellas” decía el ejecutivo publicitario Charlie Landesfahr en la Norteamérica de posguerra, hacia mediados de aquellos vertiginosos 50´s. No hay nada demasiado novedoso en ello. Impulsar el consumo, validar al consumismo como forma de vida y realización personal, y tras de sí y como resorte in-escindible, a la competencia entre pares en el mercado laboral, y en cuanto actitud poco amable hacia el prójimo, en cualquier ámbito de nuestra vida social. Todo fácilmente detectable, con especial nitidez, en nuestros grandes centros urbanos. Con el agravante que, en estas latitudes, la salida por el consumo también tiene algo de forzoso, al hacerse harto difícil desarrollar capacidad de ahorro en una moneda tan devaluada como demacrada. La imagen estereotipada de los restaurantes llenos, no necesariamente es un inequívoco signo de prosperidad general. Primero y ante todo, porque una mitad de la población hace, en el mejor de sus casos, malabares para subsistir, y además porque muchos de esos comensales que tienen el derecho al disfrute ocasional, son inquilinos, y lo serán durante toda su vida, ante la imposibilidad de ahorrar o afrontar créditos inmobiliarios en un mercado altamente dolarizado y con salarios en pesos.
¿Y así pretendía presentarse a una reelección el Dr. Fernández?
Incluso la “propuesta” al otro lado del mostrador es tan vieja y tan miserable como otras tantas veces, así que tampoco se puede buscar algo realmente innovador por derecha. Represión a diestra y siniestra, perversidad discursiva multimediática para ajustar la realidad que maquillan y presentan, según sus más oscuros –y me animo a adjetivarlos de morbosos- intereses.
Pero… frente a ese escenario, la comunicación alternativa, popular, se halla entre dos fuegos, dos direcciones mayoritarias que, en los hechos, demuestran desinterés, cuando no su abierta hostilidad hacia el periodismo y la comunicación comunitaria que enfrentan en ínfima minoría y debilidad de recursos al poder de fuego de los grandes multimedios.
La comunicación popular –no camaleónica, vale aclarar- se acerca a una etapa de clara resistencia, al igual que tantos otros sectores de nuestra diversa sociedad. Y ello sucederá indistintamente quién resulte el ganador de las elecciones nacionales en octubre venidero.
Mientras tanto, seguimos en el camino de la articulación y visibilización de nuestros semejantes, abrazándonos entre nadies orgullosos de serlo, y a los cantos de sirena que se multiplican a nuestro alrededor, les intentamos seguir respondiendo con un sencillo y elocuente… Silenzio Stampa.