Réquiem para el año que fue

No repetirse es todo un desafío. Al escribir, al pintar, al componer una melodía; sumergirse en cualquier ejercicio creativo suele generar conflictos interesantes a la hora de intentar sostener niveles de originalidad más o menos decentes. Las circunstancias, los contextos y la deriva vital suelen modificar y determinar la interpretación de obras preexistentes, de modo que su aporte a la autenticidad de lo aún no creado debiera ser aún más profuso. Sin embargo no siempre es así y no todo es lo que parece. Muchas veces la realidad, o mejor dicho lo que percibimos como realidad, engaña y ofrece escenarios para actuar que resultan ser meras imitaciones de aquellos en los cuales la memoria nos recuerda que, en un tiempo, fuimos felices. Pero no basta más que terminar de maquillarse y salir a escena para darse cuenta que todo: decorado, telón, luces, sonido y tablas, no son ni siquiera la imitación made in Taiwán del recuerdo feliz que pensábamos recrear.

Y ser descriptivo u objetivo al narrar lo que se vive en circunstancias por el estilo, indefectiblemente, se torna repetitivo. Por múltiples factores; desilusión, fastidio, desamor, impotencia. Sobre todo impotencia. Y más si trasladamos las simulaciones interesadas al plano político social. No sabíamos que el Frente de Todos era una simulación. Podía leerse claramente si deteníamos el análisis en los factótums que determinaron su creación. Pero veníamos del macrismo, con el antecedente de un Cambiemos triunfante electoralmente merced a un neo-justicialismo que participaba dividido. Y estaba Cristina…

Estaba Cristina y la memoria, emputecidamente selectiva y añorando un pasado mejor, no nos recordaba ese Pavón del SXXI que significó la derrota nacional de 2015, nos traía al presente el poder adquisitivo del primer kirchnerismo. Puro onanismo metafísico. De todo aquello no quedaba más nada. Y las consecuencias de su debilidad, de su endeblez ideológica, de su posibilismo servil e interesado (consecuencias entre las que se cuenta el ascenso cambiemita), llevaron la realidad social a niveles cada vez más comparables al menemismo.

30% de caída interanual del poder adquisitivo.

Inflación sin control.

88% de aumento interanual del IPC con un acumulado del 76,6% en los primeros diez meses de este año.

Monopolios alimenticios burlándose en la cara de la troupe de políticos profesionales, egresados de las universidades del sistema y/o de los patios militantes cristinistas, y enriqueciéndose con el hambre de los trabajadores.

No son sólo números, son las vidas que están detrás de esos números. Y son números del Indec de un gobierno que se dice peronista, en medio de paritarias de gremios que ostentan conducciones que también se dicen peronistas, de intendencias conurbanas gestionadas por dirigentes peronistas que no son peronistas y hasta de medios de comunicación «del palo», serviles, que también dicen que su genuflexión es peronista. ¡Hasta Macri coqueteó con el peronismo de Venegas y el Moyano anticristinista del 2015!

Tal es el grado de imitación del Estado de Bienestar que propicia la política del establishment, mientras tanto, en el más absoluto silencio, el pueblo sin pancartas se fluctúa como puede en la espiral de la movilidad social descendente. De la pequeña burguesía al lumpenaje, pasando por el proletariado. Todos somos “scaramouche”, bife a bife sin decir una palabra. Y mientras tanto el Imperio del Norte termina un año de recesión para iniciar otro que vaticinan, sus propios gurúes, como uno aún más complicado.

¿La memoria nos permitirá recordar quiénes pagan siempre esas crisis? O seguirá viviendo en esta simulación llamada democracia occidental mientras delira una “revolución nacional” para la cual nos dicen que conviene pedir permiso….

Termina un año agotador, difícil, complejo. Lo terminamos con lo puesto. Con la risa, aunque sea escondida allá al fondo, como único valor. Como toda trinchera. Como lo último que nos pueden robar. Habrá que resistir, sin dudas y si es así, al menos, tendrá que ser con alegría.

Sebastián Jiménez
sebastianjimenez@huellas-suburbanas.info