Para Juan Carlos Turco

Ofrecemos desde Huellas Suburbanas, esta sentida despedida para nuestro querido Juan Carlos Turco, que falleció la mañana de este 21 de septiembre a sus 89 años, dejando un amplio ejemplo humano, incansable trabajo en asociaciones cooperadoras escolares de la zona, en la sociedad de fomento de Castelar y la biblioteca popular 9 de Julio, entre varias instituciones donde educó en el valor y el gusto por la lectura y la poesía a varias generaciones de estudiantes de la región.

Algunas palabras para Juan Carlos

Si pudiese llegar a ser “un lugar común” o un cliché”  el hablar de aquello de “los imprescindibles” o  de “los inobjetables”, Juan Carlos nos ha terminado obligando a repensar por qué esas expresiones le quedan chicas…

Y por qué, al intentar salir de ellas, tropezamos con el inconveniente de que se nos presenta en la memoria de muchos años de encuentros y labores en común, con la misma valía y el mismo ejemplo.

Nuestro agradecimiento por sus enseñanzas y nuestro pedido de perdón por no haber sabido sobreponerme, como tantas otras personas, al miedo y al cuidado en la pandemia, para escucharlo y acompañarlo en la búsqueda del encuentro y la libertad que él sabía sagrada, porque no los había encontrado en su más tierna edad.

No lo conocimos en los tiempos de su infancia (no precisamente “en felicidad”, pero de la cual siempre sacaba “el lado bueno”), ni de su juventud batalladora, repleta de aventuras tiernas y llenas de enseñanza. Sin embargo, en estos últimos años volvían a su memoria algunos episodios. Y a contárnoslos con el asombro propio de un hombre bueno. De quien, ante la complejidad del mundo que le toca vivir, en su bondad, no lo sabe denostar.

Trabajó toda su vida. Y si bien siempre estaba “en servicio”, amó a su inolvidable esposa, sus hijas y toda su familia, tanto como a sus amig@s. Y no los desatendió.

No era un fatalista. Pero sabía comprender que aún ante el inmenso drama del abandono y la infelicidad, hay lugar para sobreponerse y transformar el dolor en servicio.

Tampoco era un conformista, porque siempre tenía la voluntad para volver a encarar la búsqueda y la concreción de un pequeño mundo mejor, allí donde le era posible estar.

Juan Carlos Turco en una de sus más amadas vocaciones: Recitar poesías, acercar a la lectura literaria a niñas y niños de instituciones educativas de nuestro distrito de Morón

Por eso eligió ponerse a trabajar por la niñez y la juventud, en nuestras escuelas. A esas a las que no había sido invitado a incorporarse, en su momento. Y a orientar en las Asociaciones Cooperadoras la búsqueda del espacio para el desarrollo de la cultura popular más que suplir las deficiencias o la ausencia del Estado.

Creía en la democracia, y la practicaba. Y no buscaba pararse al lado del vencedor para aprovechar sus beneficios. Así recibió el reconocimiento como Ciudadano Ilustre, cuando no venía de participar en listas electorales destacadas.

Recorrió las escuelas en las que era bienvenido para leer  y proponer a las niñas y los niños el valor del libro y la escritura.

Y cuando percibió que era hora de dejar algo más que su esfuerzo en obras, escribió y dijo entonces cosas sencillas pero esenciales, como por ejemplo, en “La lluvia cae”:

“siento el tiempo

y voy hacia otro tiempo… voy”.

Edmundo Mario Zanini
eduardo.zanini@huellas-suburbanas.info