Necesidades…

Si es cierto que  “cada necesidad crea un derecho” (idea con la cual coincido plenamente), en esta hora de verdaderos cambios (y si se orientan en atender al pueblo, claro), cómo se hagan coincidir las necesidades y los reclamos (a los que no hay por qué tenerles miedo) con los recursos y los planes de acción, es un asunto esencial. En particular para quienes creemos que de esto depende realmente cómo se garantiza que NO VUELVAN MÁS.  El Pro, Cambiemos, en Morón, Tagliaferro y sus socios…  Es decir, la representación local del conservadurismo, del neoliberalismo, de la derecha, de la reacción, de la oligarquía, del anti-pueblo. De cómo se los quiera llamar y caracterizar.

Si algun@s creemos que el bipartidismo no es la mejor opción, cuando una propuesta política apunta a Liquidar / eliminar a otra, es la democracia la que peligra. Y si ese  “expurgador” es la derecha,  está claro que los males serán para el pueblo.

Puestos a elegir, entre ellos y nosotros, no dudemos…

Pero, cómo compatibilizamos este panorama de “tierra arrasada” (que nos dejan) con la escasez de recursos y planes factibles.

Supongo que es la participación popular, y una intensa tarea de clarificación del panorama y los objetivos inmediatos.  Es decir, “abrir” el juego.

Se nos ocurre un ejemplo que, seguramente sería adaptable a una diversidad de cuestiones: en el fondo hace al destino de los sobrantes, los residuos domiciliarios, la mal llamada  “basura”.

La basura termina siendo esa forma de negocio que algunos funcionarios (no lo ocultemos) resuelven “retirando” los residuos que las familias sacan a la calle, cotidianamente, como resultado del descarte de sus actividades. Mientras menos re-uso haya, mientras más “bultos” se produzcan, mejor para la empresa recolectora, que cobra en función de eso. Y peor para los pueblos (el del Municipio que recolecta y paga por ese “servicio”, y el del Municipio que recibe ese material -mezclado, en tránsito de descomponerse mal…). Y el de la Nación y la región, finalmente, que acumulan esas toneladas (si no se opta por quemarla o facilitar su camino a los ríos, el mar, el océano).  Simplifiquemos, más contaminación planetaria.

¿Qué opciones hay, en otro sentido?

La primera requiere el desarrollo de una conciencia ambiental seria. Esa en la cual es muy difícil que trabajen los medios masivos de información. Esos mismos que se enganchan  SIEMPRE con las alternativas políticas autoritarias, pro-oligárquicas, neoliberales, firmemente capitalistas, justamente porque son los socios naturales de este sistema del “basurerismo”. No se puede contar con ellos. Si, en cambio, debiera poderse contar con todas las organizaciones populares y con ese instrumento, tantas veces vilipendiado (y a veces, con justicia) y vituperado: la educación, la educación formal, la educación por la vía escolar, la educación pública, la estatal. La otra, aclarémoslo pronto, no es educación: puede ser negocio, instrumento de adoctrinamiento, medio para seleccionar “líderes” elitistas… Otros con quienes tampoco se puede contar. Y si no, que lo demuestren.

Avancemos: ¿cuál sería la tarea, inmediata, urgente, impostergable?  Dejar en claro, junto a las familias: no es trabajo para que hagan los técnicos o los tecnócratas del área. ¿Qué es lo que sacamos a la vereda; a la calle, cada noche?

¿Nada de esto es reaprovechable? No acumulable con fines inciertos… claro.

Hay materiales que no son reaprovechables por cualquier familia: por ejemplo, los metales, las pilas y baterías, los plásticos, los aceites usados (comestibles o lubricantes) Y habría que pedirle a los técnicos o tecnócratas que nos ayuden a completar la lista. Y a informar a las familias, a través de los docentes, seguramente, qué se puede hacer con ellos, y por qué son contaminantes.

La separación de los tipos de objetos en descarte es vital. Antes de que se ensucien o mezclen. Los metales, por tipos (no es difícil aprender a diferenciar los más comunes), irán a la fundición. Los plásticos, en su inmensa mayoría, pueden ser utilizados en la producción de otros plásticos. Los aceites (de cualquier tipo) se pueden transformar en  biodiesel, un ahorro significativo en muchos vehículos.

Veamos cuántos kilogramos y cuántos metros cúbicos van quedando.

Y no nos olvidemos de los residuos alimentarios. Muchos pueden ser aprovechados para alimentar a otros seres, antes de que se alteren químicamente. Otros son aptos para procesos de mejoramiento del suelo (vía compostaje -que no es “sucio” ni oloroso y puede ser encarado por las mismas familias para su minihuerta orgánica-). Sólo hace falta  SABER y ORGANIZAR. Tal vez las escuelas, muchas sociedades de fomento y sindicatos… organizaciones políticas y religiosas, podrían colaborar:

Allí se verán, obviamente, los verdaderos servidores del pueblo.

Y el retiro, programado e higiénico, con destinos predeterminados y que generan alternativas laborales de muy rápida gestión, a cargo o coordinadas por el Municipio, en un sistema cooperativo, es un tema similar. Requiere capacitación y conciencia ambiental. Poco dinero.  Nada que ver con las cifras ingentes que hay que pagar a las empresas recolectoras.  Que por otra parte, ponen en riesgo la seguridad y la salud de los empleados recolectores, cada noche.

¿Será por eso que este tipo de propuestas, resultan “inviables”? Yo analizaría, en aras de la situación que viene sufriendo nuestro pueblo (el del país y el moronense, en particular), qué debe revertirse rápida y  “económicamente”, si algunas dificultades no pueden superarse, con buena voluntad. Y darle para adelante con las soluciones.

Edmundo Mario Zanini
eduardo.zanini@huellas-suburbanas.info