Los límites duros: sueldos mejores o altas ganancias

Estamos en días de una disputa central del capitalismo: distribución de recursos o altas ganancias.

El que esto escribe, descree del simple diálogo con los que hacen su vida mejor aprovechándose del trabajo ajeno no pago. Pero aceptemos que en este país en particular, con esta sociedad e historia específica, los que se apropiaron del principal recurso productivo (robándoselo a los pueblos originarios y campesinos pobres, precaristas, etc) forjaron que ello quedara en manos de pocas familias, produciendo esa deformación social llamada oligarquía terrateniente.

Y que la pelea se estableció con los productores de bienes elaborados, no tanto contra esta verdadera casta de zánganos que cobran rentas sin trabajar por el solo hecho de ser titulares de las mejores tierras del mundo.

Retrotrayéndonos en el tiempo, siempre urge recordar que fue un coronel, finalmente presidente democrático, quien entendió como pocos la necesidad de unir a los industriales y los trabajadores en un sistema con el Estado como garante del crecimiento económico… “con inclusión social”, diríamos hoy.

Pero también convengamos en que algunos industriales, cuando miran la planilla de sueldos y de pago de cargas sociales, traducen lo que sueñan en un mero amarrocar, esto planteado con el lenguaje de los propietarios proveedores del Estado, de obras públicas, empresas privatizadas, titulares de bonos de deuda… toda la murga de sangradores del presupuesto que alimentamos los y las de a pie con nuestro trabajo… y los que pagan 21% de impuestos por paquete de polenta.

Entonces retoman con interés los viejos discursos patronales de antes del peronismo y les reluce el colmillo, aspirando a eliminar todo ese artículo constitucional llamado 14 bis.

O activan sus mecanismos de autodefensa y prevención de desgracias, remarcando sus productos al ritmo de los grandes monopolios, que con complicidades varias en dictaduras y gobiernos ajustadores de su propio pueblo, concentraron la propiedad de empresas pisando y eliminando la competencia menos salvaje o astuta… o más decente.

Eso es lo que estamos discutiendo hoy: los precios como arma contra los salarios, una extorsión de los dueños de todas las cosas contra las posibilidades de vida de los que hacen todas las cosas.

En este escenario, que un gobierno congele los precios de 1400 productos es una medida defensiva, parcial, incompleta, temporaria pero a favor de los salarios.

Sabemos que sobre nosotros/as se lanzarán el ejército de candidatos portavoces de los dueños de empresas concentradas de alimentos, seres “sensibles” capaces de roer sueldos y jubilaciones en pandemia, a una población encerrada y atacada por el virus, demostrando su imaginario cultural sobre la humanidad… y junto a aquellos, sus políticos en ejercicio, jueces, publicistas con carnet de periodistas, comentadores de mesas, radios, portales de internet, troles, mesitas… la miríada cotidiana de  mercenarios defensores de las ganancias de aquellos pocos y pocas.

Sabemos que no alcanza con defender con paritarias libres los salarios que figuran en el recibo, sino que tenemos que atacar las causas de estas injusticias cotidianas que se llaman remarcación y ganancia extraordinaria. Se necesitan retenciones móviles para defender el acceso local de los precios internacionales. No puede ser que paguemos en este país los precios de la especulación financiera en Chicago, mercado de referencia mundial de los alimentos.

Necesitamos una empresa nacional de granos capaz de establecer precios de referencia para las exportaciones y la comida de nuestro pueblo. Una empresa nacional de alimentos que coordine productores locales y regionales con precios accesibles y que regulen la angurria de los concentrados. Que se reglamente la Ley ya votada de Agricultura Familiar, para potenciar la producción de pequeños y medianos. Con esas herramientas pasamos a la ofensiva contra los que se creen dueños de un país que desprecian y un pueblo que castigan.

Además, las y los laburantes podemos tomar el ejemplo de los obreros del neumático y avanzar sobre las ganancias de los grandes ganadores de todas nuestras desgracias. Los bancarios ya tienen un sistema de reparto de ganancias extraordinarias. Y si amenazan con irse, hay mucha experiencia ganada con las fábricas recuperadas…

Pero todo esto no funciona si no tiene detrás una movilización capaz de defender conquistas, de poner el grito donde se debe cada vez que nos tocan los derechos, DE VOTAR CANDIDATXS QUE SOSTENGAN ESTAS POLÍTICAS, de organizaciones listas para saltar la trinchera social en manifestación y protesta.

 

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info