La Resurrección del Sol: Inti Raymi

Por:  Sandra M. González y Edmundo M. Zanini  

Profesores del Profesorado en Educación Inicial – ISFD 45, Haedo

«La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, en la conciencia de los hombres». (Eduardo Galeano, 1970).

Será momento de recuperar un poco nuestras conciencias, nuestros verdaderos orígenes, volver al lugar de donde venimos… Rescatar nuestras culturas originarias y ponerlas en valor nuevamente.

La Fiesta del Sol (solsticio de invierno) se celebra cada año entre el 20 y 24 de junio y es parte de las tradiciones de las comunidades andinas de legado incaico, algunas de las cuales están asentadas en Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile y Argentina.

Luego de la noche más larga del año, el Sol retorna con su calor a reiniciar el ciclo de la vida. Después de haberse alejado, vence a la oscuridad y vuelve a la Pachamama o Madre Tierra. Es un renacer de la naturaleza, los cultivos y las cosechas. Un renacer de la vida. Todas las comunidades ancestrales ritualizaron este momento reconociendo en el Sol un símbolo trascendente.

Generalmente, creemos que la vida responde favorablemente (con más y mejor vida) gracias al calor. Suponemos que con la primavera se reanima la naturaleza, se abren los brotes, germinan las semillas, cantan las aves… Sin embargo, lo que ocurre, además de llevar un tiempo y un proceso, no se debe al incremento de la temperatura, sino al aumento de la luminosidad.

Estos conceptos, relativamente “nuevos” para la ciencia oficial -unos cien  años- se vinculan con el denominado “fotoperíodo” y el ritmo circadiano, de donde proviene también el biorritmo, que estuvo tan de moda hace muchos años.

A mayor prolongación del tiempo de iluminación se cumplen ciertos procesos, como el de la floración.  Por ejemplo, el don-diego-de-noche abre sus flores por la noche y  los girasoles giran sus inflorescencias, sus centros rebozantes de semillas, hacia donde se encuentra el sol, como buscándolo.

Los animales, vertebrados especialmente, detectan el incremento de la extensión del período luminoso de cada jornada. En muchos de ellos, incluidos los reptiles, los pájaros, los peces, las ranas, pero muy especialmente en los orangutanes y las ratas, la que actúa como indicador es una glándula endocrina: la epífisis cerebral o glándula pineal, llamada “tercer ojo”. Todos los ciclos de la vida están regulados, la actividad, el sueño. Desde el crecimiento de las uñas y el pelo, hasta el ciclo femenino. El complejo sistema hormonal organiza (o desorganiza) nuestras vidas.

Por eso el solsticio de junio (para el hemisferio sur) y el de diciembre (para el hemisferio norte), son considerados atentamente por muchos pueblos y culturas. Celebrados y respetados. Fechas que no están marcadas en nuestro calendario ni en nuestras efemérides. ¿Cómo no atender a este comienzo y renacer de la vida, a la extensión de los días, a la prolongación de la llegada de los rayos solares a cada hemisferio? Con lo cual, por ejemplo, la savia en los árboles deja de estar “resguardada”, y activa lentamente su transporte de fitohormonas y otros materiales imprescindibles, de modo que, en otro momento astronómico, el equinoccio, “estalle la vida”. En septiembre y marzo con la primavera.

Desde la caída del imperio inca, en el año 1533, la celebración del Inti Raymi o Fiesta del Sol no se realizó de manera oficial hasta 1944, siendo en la actualidad una de las más importantes, en la ciudad de Cusco y en todo el Perú. En junio de 2020, por primera vez en 76 años, no podrá llevarse a cabo de manera presencial por la pandemia. En nuestro país, en las regiones del Noroeste y Cuyo, descendientes de pobladores originarios mantienen “viva” esta celebración que hermana a las comunidades andinas.

Será momento para que América Latina recupere sus raíces y sus sentidos más profundos. Sentidos compartidos que se corresponden con lo que verdaderamente somos.

Este año terrible no podrá ser,  obviamente, que organicemos la ceremonia en un sitio público.

Pero para 2021, tal vez, podamos compartir la salida del Sol  con música y alegría.

Edmundo Mario Zanini
eduardo.zanini@huellas-suburbanas.info