¿La historia vuelve a repetirse?

Si fuese cierta la frase de Enrique Cadícamo en su tango “Por la vuelta”, no con la muñequita dulce y rubia y su eterno enamorado, sino con la Historia de los pueblos, debiéramos estar atentos a un nuevo atropello a la vida y la dignidad de algunas personas. Por parte de los clásicos representantes de un programa socioeconómico que antepone sus intereses (los de una clase o un sector de la sociedad) a los principios éticos más básicos.

Allá por principios del siglo XX, los mismos que habían desarrollado la  “Conquista del Desierto”, se ocuparon de capturar otros “espacios vitales” para asegurar sus negocios. Primero para robarse las tierras de otros pueblos, decretando alegremente que no eran personas y no tenían derechos.  Recuperando la mirada de los conquistadores del siglo XVII, como si los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad no siguiesen vigentes.

Es en este punto en el que el sentido ascendente de la Historia de la humanidad parece flaquear definitivamente.

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El 19 de junio de 1924, bajo la presidencia del Dr. Marcelo T. de Alvear, en los tiempos en que la provincia del Chaco no era tal, sino un Territorio Nacional, ocurre un hecho histórico conocido como la masacre de Napalpí.

Se trataba de un gobierno democrático, es decir, electo democráticamente según las normas constitucionales de la época. Un Presidente que a su vez designaba al gobernador del Territorio.  Quien de ese modo también comandaba las fuerzas federales que lo sostenían. La Policía Federal por ese entonces.

En los meses anteriores a la fecha mencionada, se fue agudizando un conflicto que tenía su origen en la creciente explotación de las poblaciones originarias, formadas por personas de las etnias qom y mocovíes. Cuando perdían sus territorios a raíz del desarrollo de los algodonales, administrados por “colonos” europeos protegidos por la dirigencia clásica, quedaban recluidos en reducciones y se veían obligados a trabajar en la cosecha de esa riqueza muy significativa para la época: el “oro blanco”.

Las condiciones de trabajo se fueron haciendo insoportablemente duras y llevaron a la resistencia de los trabajadores. De modo muy similar a lo que por los mismos años, sucedería con otro conflicto: el de la empresa “La Forestal”.

Esa resistencia de los trabajadores se tornó intolerable y llegó la represión. En junio de 1924, se organizó un “grupo de tareas” (lo llamarían así cincuenta años después…), integrado por un centenar de policías, grupos paramilitares y civiles de “intensa actividad militante”  (diríamos hoy) fuertemente armados con Winchesters y  Mausers. Armas de fuego insuperables, probadas en el siglo anterior.

En la fecha arriba consignada, la matanza se realizó sobre los pobladores (hombres, mujeres, ancianos y niños) de la zona vecina a Napalpí. Nombre que significa “Cementerio” o “Casa de los muertos”. Quienes no perdieron la vida en el ataque original, fueron degollados y mutilados en las pocas horas en las que duró el hecho, que ocurrió sin resistencia de las víctimas. Tal vez convencidos de que las invocaciones de sus chamanes frenarían el desastre.

Prácticamente no hubo sobrevivientes (y los que quedaron con vida se encerraron en un prudente silencio). Sin embargo, algunos testimonios fueron recogidos por publicaciones de la región en los años siguientes. Y algunas de las autoridades dejaron registro del sentido y la barbarie de lo ocurrido.

Una de las investigadoras que prestará declaración durante el juicio como testigo de conocimiento es Mariana Giordano, del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET-UNNE). Su aporte será a través de pruebas documentales, entre las que se destaca un número especial del diario El Heraldo del Norte, publicado en 1925, que desmantela el entramado del discurso oficial reproducido por la prensa de la época.

Hay otros discursos que revelan huellas del sometimiento y la violencia estatal. Específicamente refirió a El Heraldo del Norte/Heraldo chaqueño como “un periódico censurado por el gobierno que dio cuenta de la acción armada del Estado territoriano como respuesta a la huelga” y otros relatos recabados por la investigadora.

“Este órgano periodístico fue el primero que trató especialmente la masacre y que revirtió el discurso de ‘sublevación’ y de ‘malón’ de los medios oficialistas”, adelanta la investigadora.

Hace relativamente pocos años, el poder judicial comenzó a investigar y reunir información y pruebas al respecto. Algunos de los investigadores no eran sino los descendientes de ciertos colonos que se habrían visto impresionados por la cruel realidad.

Y finalmente, hace pocos días, se constituyó la comisión y el jurado para encontrar la verdad sobre la masacre de Napalpí.

Lo más notable que pretendemos señalar en esta nota, es que, casi cien años después de aquella barbarie, en función de intereses similares (tal vez más poderosos y concentrados), se inician acciones similares, a pesar de un marco legal que se deshace rápidamente.

Ahora, en el extremo norte del país. Muy próximo al límite con la República Plurinacional de Bolivia. En la vecindad de Tilcara, ciudad ubicada a las puertas de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy.

Es ahora un gobernador de la misma extracción partidaria que el Dr. Alvear  (el presidenciable Gerardo Morales) quien estaría encubriendo o promoviendo el accionar de grupos que “aprietan” a los pobladores de la zona llamada  El Querusiyal. Y han tomado por asalto las tierras de una pobladora de la zona. Una mujer integrante de la comunidad “kolla”, con sus ancestros residentes en la zona, “desde siempre”.

El motivo de buscar la manera violenta de expulsar a esos vecinos, es la necesidad de preparar el camino y las instalaciones  para el desarrollo de un emprendimiento de megaminería. Explotación de yacimientos de plata y otros metales interesantes.

María Quispe (la abuela que ocupa la zona) ha resistido hasta ahora el intento, pero obviamente la diferencia de poder preanuncia un triste y próximo final.

Tal vez no sea mucho lo que podemos hacer algunos frente a estos hechos. Pero seguramente lo más importante será investigar y difundir esta realidad. Ante la evidencia de que los grandes medios “informativos” no parecen reconocer estas historias. ¿O se les habrá traspapelado?

Edmundo Mario Zanini
eduardo.zanini@huellas-suburbanas.info