
05 Oct ¿La Felicidad es Política?
Durante la vida hemos pensado en encontrar la felicidad. Algunas personas la asocian al cumplimento de su deseos más íntimos e individuales. Los momentos alegres los asocian a pequeños destellos de felicidad y los tristes a la infelicidad; aunque muchos pasan toda su vida, envejecen y siguen sin entender qué es la felicidad. Sabemos que la vida no es blanca o negra. ¿Es la felicidad un asunto individual? Si la humanidad es parte de un todo, por tanto, está conectada con lugares y seres que la habitan; entonces, ¿Por qué asociamos esta categoría con el mundo netamente personal y aislado de quienes nos rodean?
Cuando leí el texto de Coral Herrera, “La Felicidad es política” me replanteé el lugar común de la categoría felicidad y más allá la desligué del “amor romántico” pues el lugar hegemónico (de la felicidad) para las mujeres durante décadas ha sido el matrimonio, entonces el momento de felicidad estaría dado en encontrar “la pareja ideal” por amor o conveniencia familiar; lo cual ha sido desmitificado porque el príncipe azul es un constructo, fruto de las monarquías y el romanticismo, que para estos tiempos está mandado a recoger.
Por otro lado, cuando pienso en la política, es inevitable remitirme a las palabras de Hannah Arendt “La política, se dice, es una necesidad ineludible para la vida humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible”. El reto de la política entonces está en tener que convivir con esos que pensamos son diferentes, eso de los que a veces ni nos preguntamos si son o no son felices.
Los hombres se han apropiado de sus dinámicas de poder y de los privilegios que las sociedades les han otorgado, las mujeres, personas trans y las personas no binarias han tenido que luchar para ser consideradas en igualdad de derechos por décadas, pero sabemos que las leyes no trasforman las conductas culturales de la noche a la mañana, aunque esas leyes representan pequeñas victorias para quienes históricamente han sido invisibles. América Latina sigue enfrentándose a fenómenos de gran magnitud, como la degradación del suelo, sus efectos en la población y el deterioro medio ambiental, incluyendo el calentamiento global, sólo para pensar en esa otredad que es la naturaleza que nos da oxígeno y nos alimenta, con la que nos interconectamos para el “buen vivir”. Por otro lado, las cifras de empobrecimiento siguen siendo alarmantes, del 40% de la población hacia arriba se encuentra en situación de pobreza en países como Colombia y Argentina, como para nombrar algunos pocos. La pobreza extrema alcanzó su mayor nivel en las últimas dos décadas: 12,5% de la población, según las proyecciones hechas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.
Entonces, cuando me enfrenté de nuevo a las ideas de Coral Herrera que afirma que:
“Solo podemos ser felices si son felices los demás, si todos y todas tenemos garantizados los derechos humanos fundamentales y si existen las condiciones para que todo el mundo tenga acceso, a agua potable y gratuita, un techo bajo el que dormir, comida tres veces al día, ropa para vestir y calor para afrontar el frio en invierno”.
Pienso en la insensatez humana y en la traición constante que nos hacemos cuando pensamos que la felicidad es individual, por supuesto que cada vez que una persona muere por desnutrición, por falta de acceso a la salud, por depresión o cada vez que se comete un femicidio, una violencia sexual contra niños, niñas o adolescentes, cada vez que alguien muere por hechos producto del odio y la violencia sabemos que nunca seremos realmente felices. Entonces si los hechos y las cifras son desconsoladores ¿Hacia dónde debemos dirigir nuestras acciones como sociedades Latinoamericanas? De nuevo pienso en las palabras de Coral Herrera:
“Necesitamos tener garantizado una vida libre de violencias y acceso a la educación, a la salud gratuitas y de calidad. Necesitamos muchos libros, mucha música, mucho arte y mucha gente linda a nuestro alrededor, creo que la clave está en construir y nutrir redes sociales y afectivas en las que podamos tratarnos y querernos bien y cuidarnos mucho entre nosotros”.
Deben existir unas sinergias de trabajo colaborativo, espacios de apoyo laboral para ser más productivos, para acompañarnos en distintas áreas de la vida, para sanar los vínculos primarios, y todos esos vínculos rotos, debemos destejer y tejer nuevamente, para repensarnos como sociedades, libres de violencias entre nosotres y con la Naturaleza, para aportar a la construcción de la Felicidad. Eso es lo que nos motivó a crear con tres organizaciones Fundación Al Derecho, #SinFechadeVencimiento y Ana Barragán un espacio denominado Laboratorio: Circulo de apoyo afectivo y resiliencia colectiva, la experiencia es maravillosa, mujeres de Panamá, Ecuador, Perú, Colombia y Argentina se han sumado, estamos entre todas viviendo este trabajo colectivo, sintiéndonos cada vez más libres y fuertes, porque como bien lo dice la abogada Yannia Visuetti desde Panamá, participante de este espacio, las mujeres que han sido víctimas de violencias, no son personas sin sueños, tampoco en muchos casos mujeres que no han accedido a educación, inclusive muchas son mujeres altamente emprendedoras, sin importar sus logros han entrado en un sistema de opresión y necesitan fortalecerse para tomar sus propias decisiones. Como este espacio, hoy en día se están reproduciendo más escenarios con estas lógicas y dinámicas desintoxicantes del machismo y sus lógicas control sobre la naturaleza, porque cada vez más mujeres, personas trans y personas no binarias salimos a las calles a exigir nuestros derechos, sino que también entendimos que necesitamos fortalecernos desde lo más íntimo para acompañar a las otras, porque estamos convencidas que la felicidad es política.
“Para Poder cuidarnos mejor a nosotras mismas y a los demás, necesitamos aprender a valorar y a cuidar nuestra salud mental y emocional, y para eso necesitamos que los Gobiernos entiendan que el sufrimiento y la felicidad son asuntos políticos y afectan también a nuestra economía: una sociedad deprimida, aislada triste y sin esperanza no puede crear una ciudadanía feliz. La felicidad tiene que ser colectiva: no sirve si eres feliz solo tú y vives rodeado de gene que sufre.” Coral Herrera.