Jubilaciones

Por: Rodolfo Pablo Treber

Un hombre puede estar en una encrucijada y decir primero que avanzará hacia el norte, luego que lo hará hacia el sur, después que se dirigirá al oeste, y más tarde que marchará hacia el este. Y, mientras no se mueva, los cuatro discursos serán igualmente creíbles. Pero apenas empiece a caminar, su verdadera intención quedará expuesta. Su ideología será la que le mueva los pies.

El sistema previsional argentino nació a principios del siglo XX y se expandió con el crecimiento de los gremios durante el primer gobierno peronista. Surge como régimen de capitalización, donde cada trabajador aporta fondos para su jubilación individual. Dado lo inconveniente y desigual de este sistema, en 1954 se estableció el sistema solidario de reparto, donde la población económicamente activa, mediante sus aportes, sostiene aquellos que por edad o salud no están en condiciones de trabajar.

De esta manera, el total del pueblo en condiciones de trabajar sustenta, solidariamente, a sus jubilados. Así, se ata el ingreso a la producción nacional, obligando al gobierno de turno a generar trabajo en blanco, estable, para un aumento general de la caja de nuestras viejas y viejos. Así, se reparten, de igual manera, épocas de bonanza y falta de empleo, y es posible la cobertura universal.

Este derecho fue arrancado en la liberal década del 90 (privatización y regreso a la capitalización de los aportes) y recuperado en el 2008 (estatización y unificación del sistema previsional).

Próximos a la urgente actualización del poder adquisitivo de los jubilados, destrozado por el macrismo, vuelven a sonar falsas opciones que esconden, ocultan, el verdadero problema.

Oficialismo y oposición acuerdan en que resulta imposible dar los aumentos que nuestros jubilados merecen. Los liberales, hoy oposición, planeaban dar un aumento por debajo de la inflación a todos los viejos por igual. Los keynesianos, hoy gobierno, proponen dar el mismo aumento, pero re distribuido. Así, los jubilados que más ganan pagan el aumento de los que menos.

Aunque simulen estar profundamente enfrentados, ambos comparten que el déficit fiscal es lo que impide justicia en el sistema previsional… que para aumentar la caja de nuestros viejos deben aumentar impuestos o ingresar mayor cantidad de divisas… reducen el conflicto a lo estrictamente monetario.

Sin embargo, el conflicto es otro.

Veamos:

– Los argentinos en edad de trabajar (PEA) son 25 millones.
– Estos, deberían sostener solidariamente a 7 millones de jubilados.
– La cantidad de trabajadores formales a principio del 2020 son 10.825.839.
– Casi el mismo número trabajan en condiciones precarias, 9 millones, y no aportan.
– 5 millones de argentinos se encuentran desesperados entre desocupados y asignaciones sociales.
– Los trabajadores en blanco, aportan el 35% anual de sus ingresos al sistema previsional. 14% por recibo de sueldo + 21% de IVA.
– El monto recaudado, por impuestos, alcanza para cubrir poco menos de la mitad de las jubilaciones actuales.
– Argentina importa, en año regular, 7 millones de puestos de trabajo en su comercio exterior.

Por lo tanto:

– Si se iniciara un proceso de industrialización por sustitución de importaciones se podría elevar al máximo la productividad social de la Argentina.
– Entonces, 25 millones de trabajadores argentinos aportarían al sistema previsional.
– Con el aporte de la totalidad de la población económicamente activa bastaría un 23% de descuento para alcanzar el 82% móvil para todos los jubilados argentinos.
– No solo se haría justicia con nuestras viejas y viejos, sino, también, se reduciría el porcentaje de aportes del 35 al 23%, por lo que habría un aumento del poder adquisitivo del salario en todo el pueblo trabajador.

El problema no es técnico, es político. La dependencia económica es consecuencia de la entrega de soberanía política en el comercio exterior. El verdadero conflicto no es el déficit fiscal, es el trabajo. La salida no es el ajuste ni la redistribución, es la industrialización.

Colaboradores diversos Huellas Suburbanas
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