HOY TENEMOS QUE SER TODOS DOCENTES

Por: Juan Carlos Dennin

Mientras que para algún sector social, el fondo de la disputa entre la gobernadora María E. Vidal y los gremios docentes pasa desapercibido, para muchos otros está más que claro. La verdadera intención del gobierno provincial, sostenida desde Nación, es prolongar el conflicto, esmerilar los justos reclamos y quitar valor a las negociaciones colectivas. De este modo, sostienen, “off the record”  entre segundas líneas del oficialismo, limitarán a las demás negociaciones que se abrirán durante el resto del año.

Si nos  preguntáramos ¿que necesitan los gobiernos neoliberales para implementar sus políticas de ajuste? La respuesta más clara será el disciplinar a la clase trabajadora y a sus representantes, ya que son un actor social privilegiado para liderar la resistencia a dichas políticas.  Además, como es notorio, esta es una situación que ya hemos vivenciado en varias épocas de nuestra historia.

Durante la noche del Terrorismo de Estado, los popes de la Dictadura eliminaron el fuero sindical, al mismo tiempo que intervenían la CGT y varios gremios – entre ellos 27 federaciones y 30 regionales de esa central obrera-, la suspensión de la actividad gremial -asambleas, reuniones, congresos-, la prohibición del derecho de huelga, la separación de las obras sociales de los sindicatos.  Al mismo tiempo,  combinaron estas medidas con represión: fueron ocupadas militarmente las fábricas en conflicto, y se reprimió especialmente a distintos gremios industriales y de servicios, a sus delegados y miembros de comisiones internas, como una larga lista de abogados laboralistas.

La ofensiva neoliberal de los 90´s esgrimía la necesidad de mejorar la productividad bajando costos tales como el salario, y lo intentaba mediante la flexibilización y precarización del mercado laboral.  El “dios mercado” buscaría lograr una asignación eficiente de recursos,  a la vez  que desarrollaba la “apertura económica”.

Como resultante de esas medidas económicas neoliberales lograban aumentar la intensidad de tareas laborales gracias a un estado de “desocupación galopante” y al temor individual de convertirse en un nuevo desocupado. Por otro lado lograba aumentar las ganancias de los exportadores agropecuarios y sus aliados (como hoy lo hace gracias a la quita de retenciones), al sector bancario y financiero (que son quienes digitan la economía en la actualidad) y a  los formadores de precios del mercado interno (liberados nuevamente de todo tipo de control).

Como se puede avizorar, esta es la médula del neoliberalismo a través del tiempo, por más que le cambien las denominaciones de las medidas que adopten. Aunque que cambien las caras y las formas de quienes detenten este tipo de gobiernos los resultados son elocuentes: siempre se registran los mismos ganadores y perdedores. Y los perdedores son los sectores populares.

La utopía neoliberal quiere imponer una lógica fuertemente egoísta y competitiva y para eso intenta destruir los colectivos capaces de frenarla (la Nación, l@s trabajador@s, los sindicatos y la familia)   ¿Por qué utopía?  Porque como explicaba Tomás Moro, es la que describe una sociedad ideal, y por lo tanto inexistente.  Y esa, es la sociedad que promete concretar el modelo neoliberal, un futuro perfecto que en realidad nunca va a existir.  Pero como no puede explicitar sus propias verdades avanza con golpes militares, con golpes blandos o con consignas amplias que serán irrealizables, pero que servirán para confundir a la ciudadanía en caso de llegar por elecciones democráticas. Se puede verificar con el “Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía argentina” de Martínez de Hoz en la Dictadura; con “La Revolución Productiva” de Carlos Menem o con el “Cambiemos” de Mauricio Macri.

La tarea política de Cambiemos radica prioritariamente en la construcción de un relato que cree las condiciones de realización y de funcionamiento de la teoría neoliberal, y que le permita implementar un programa de destrucción metódica de los colectivos. En el caso testigo de los docentes se puede apreciar ese manejo mediante el uso mediático, que Cambiemos maneja eficientemente.  Y es en  las conferencias de prensa de la gobernadora de María Eugenia Vidal donde salta explícitamente a la vista. Algunas frases entrelazadas a lo largo de su alocución podemos observar los intentos de destruir la solidaridad entre los docentes y las familias (“Las únicas víctimas son los chicos”), o de destruir la solidaridad entre los trabajadores ( “A los que hicieron paro les descontamos y a los que no se adhirieron les daremos un plus de mil pesos por presentismo”), así como también el intento por destruir la solidaridad entre los sindicatos y l@s  trabajadores (“Algunos sindicalistas tienen intereses y aspiraciones personales – partidarias o gremiales – que obstruyen las negociaciones que beneficiaría a sus representados”).

Si bien acceden al gobierno mediante golpes blandos como en Brasil o mediante elecciones como en nuestro país no nos van a representar a todos.  Solo lo hará defendiendo a los intereses de  los sectores a los que representa, y formará sus funcionarios y cuadros a partir de los operadores financieros, CEO´s de las multinacionales y grandes empresas, políticos conservadores y funcionarios de las finanzas. Las realidades sociales quedarán al margen de la economía real.

El conflicto con los docentes es hoy, en realidad, la punta de lanza que emplea un nuevo gobierno de corte neoliberal para disciplinar a toda la clase trabajadora y no solo al sindicato de los docentes. Funciona como avanzada para destruir derechos adquiridos y a las instituciones conseguidas con duras jornadas de lucha como las paritarias libres.

Tengamos en cuenta,  parafraseando al pastor protestante alemán Martin Niemöller (aunque muchos adjudicaban el poema a  Bertolt Brecht),  “primero vinieron por los docentes, pero como yo no era docente, no me importó… Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde”…

La tarea a desarrollar, será la construcción de una sociedad cuya prioridad no sea la búsqueda del interés egoísta y la pasión individual por la ganancia.   Una sociedad que habrá de ser libre, justa y soberana.