Historia en clave nacional: HIDALGO, PADRE DE LA POESIA GAUCHESCA:

Por: Rubén Lombardi
El domingo 23 de octubre pasado salió en Clarín un reportaje a dos páginas al escritor Martín Caparrós. El hombre de vozarrón grueso y solemne vive en España y se halla de paso por Buenos Aires para presentar ECHEVERRIA, una novela sobre quien define como “el primer poeta del Río de la Plata”.

Recordamos que Esteban Echeverría está considerado como uno de los líderes de la llamada Generación del 37 (1837) y quien habría introducido el género literario denominado ROMANTICISMO por éstas playas, cosa que el buen Caparrós debe haber asimilado sin preconceptos como para mandarse para adelante en los adjetivos y las definiciones sobre el literato.

Pero sucede que habían desarrollado una elogiable actividad en la materia otros personajes de la zona, quienes merecerían algún tipo de atención. Porque lo que Caparrós y toda la gama de progresistas-europeistas que pasean alegremente por los bordes de la Cultura regional ignoran (o fingen hacerlo) es que había una estructura nacional antes de 1810. El pueblo que rechazó la usurpación británica en 1806 y 1807; los jesuitas y guaraníes que configuraron esa interesantísima experiencia social y cultural en la actual Misiones, Corrientes y el sudoeste de Brasil, y rechazaron ataques depredadores de los Bandeirantes paulistas; los oficiales y soldados que, al mando de Pedro de Cevallos abatieron una y otra vez las intentonas portuguesas en la Banda Oriental y en su Colonia del Sacramento; los Beneméritos de Hernandarias que pelearon contra los Confederados contrabandistas en los inicios del Puerto de Buenos Aires…no existieron sobre la nada misma: Todos ellos se sabían participando de una experiencia patriótica en tiempos de la pertenencia al Imperio español.

Pero el Revisionismo Histórico ha dejado en claro acerca de la existencia de un Juan Baltazar MAZIEL, quien concluyendo el siglo XVIII compone la pieza protogauchesca “Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excmo Señor D. Pedro de Cevallos”, calificándolo como “maior guaina del mundo”. O de un LOPEZ Y PLANES, con su “Triunfo Argentino”, en honor al rechazo heroico de las Invasiones Inglesas:
“Así los españoles a las calles
Se lanzan con furor, matando invictos,
O haciendo prisionero al anglicano
Que encuentran por doquier hacen camino”.
 Pero fue por 1811, en que junto al primer caudillo popular de la Revolución de Mayo (el gran Artigas) empezó a perfilarse a su lado el joven montevideano BARTOLOME HIDALDO.

El muchacho desde sus 15 años se había desempeñado como empleado de los almacenes del padre del Caudillo. A los 19 tomó las armas para defender su Banda Oriental del ataque inglés, pero después de ello ya no se separó de Artigas, y así fue como lo sorprendió la decisión de su “General” de encabezar LA REDOTA, el Éxodo del pueblo oriental hacia orillas del Ayuí. Fue entonces en que escribe la MARCHA PATRIOTICA, una de cuyas estrofas dice:
“En móviles y pequeñas chozas
Marcha el Pueblo con augusto pie,
Ya en un monte se oculta afanoso,
Ya un gran río en sus ondas lo ve.”
Pero su labor mayor fue rumbo a la creación de la poesía en estilo gaucho, equivalente a un arte estrictamente romántico, por su actitud de diferenciación sobre el purismo de la Ilustración.
Cuando Artigas pone sitio a Montevideo, escribe:
Cielo de los mancarrones.
¡Ay! Cielo de los potrillos,
Ya brincarán cuando sientan
Las espuelas y el lomillo”.
Junto al fervor emancipador de las masas campesinas, el pueblo penetra como sujeto de la Historia, y le toca a Hidalgo, con su estilo gauchesco, reivindicar el carácter ingenuo, no racional, auroral del canto.

Podemos sostener que el Romanticismo entró al Río de la Plata con el joven montevideano. Fue una fecundo década atravesada poéticamente por Cielitos y Diálogos.
Con mate los convidamos
Allá en la acción de Maipú,
Pero en ésta me parece
Que han de comer caracú.
Tal vez Caparrós ignora la existencia de nuestro poeta gauchesco porque éste no leyó a Rousseau. Le bastaba la tradición jurídica hispana y la producción de sus neoclásicos.

La gesta sanmartiniana lo tuvo también como uno de sus meritorios cantores, así como el rechazo emocional a la invasión portuguesa a su patria chica.

Ocupada su Banda por el lusitano, se radicó en Buenos Aires, donde se casó y enfermó en sus débiles pulmones. Aconsejado por curanderos amigos se afincó en la cercana MORON, en tiempos en los que la hoy populosa ciudad conurbana no pasaba de un humilde rancherio abierto, cuya atmósfera rural parecía más indicada para amortiguar sus dolencias.

El 28 de noviembre de 1822 cerraron definitivamente en aquella Morón lejana en el tiempo, los ojos de Bartolomé Hidalgo, padre de nuestra Literatura criolla y auténtico introductor del Romanticismo en el Río de la Plata…aunque Caparros no lo registre, posiblemente porque así como para los encandilados proforáneos un Borges es preferible a un José Hernández o un Marechal, también un Echeverria será deseable a un Maziel o a un Hidalgo.