DE FUTUROS ENGAÑOSOS y PASADOS LIBERADORES

Hay ocasiones en las que las comparaciones son odiosas, como dice el dicho popular. Aunque otras  semejanzas, pueden existir para  ayudarnos a salir del letargo social en que yacemos.  Se teme comparar al actual gobierno con la llamada “Revolución Libertadora”,  y eso es cierto, no han bombardeado la Plaza de Mayo y tampoco se observan uniformados en las primeras líneas gubernamentales.    Aunque si nos adentramos en el terreno de las comparaciones, podemos llegar a encontrar similitudes.

El gobierno derrocado en 1955, con sus errores y sus aciertos, había afirmado con símbolos y con hechos concretos la soberanía nacional. La capacidad de autodeterminación nacional comenzó a  prevalecer por sobre los capitales imperiales.  Se intentaba dejar atrás el país monopolizado por el sector agrícola-ganadero cuyos beneficiarios siempre habían regido los destinos del país para iniciar un proceso de industrialización. La clase obrera alcanzaba un alto grado de madurez. Había sido la piedra fundamental del proceso,  al lograr rescatar a Juan D. Perón, recluido en la Isla Martín García, en aquel 17 de Octubre, y respaldando luego el desarrollo del mismo y logrando conquistas fundamentales.

El peronismo había creado la flota mercante del estado, que pasó a ser la tercera en el mundo con 35 buques y un tonelaje total del peso bruto de la flota de 269.530 toneladas (con ello se evitaba erogar  el alto  costo de los fletes que se abonaban a países extranjeros). Comienza la producción de bienes de consumo durable, como por ejemplo automotores (Rastrojero y Sedán Justicialista, tractores Pampa), locomotoras (de vapor y diésel),  aviones (Pulqui), motocicletas (Puma), etc. Además comenzaron a  producirse insumos siderúrgicos y otros derivados del petróleo.

Todos estos avances nacionales representaban un escollo para el establishment oligárquico pro imperialista que pretendía retornar a sus días de gloria.  Aupados en amplios sectores de la burguesía  industrial,  que, a pesar de haber  sido beneficiaria de la política del gobierno popular, temía a las masas, y con la complicidad de la iglesia y sectores de las Fuerzas Armadas, y apoyadas por el convencimiento de las clases medias dan el golpe el 16 de setiembre de 1955. El problema era que, según los golpistas era que Perón era un tirano corrupto y que no existía democracia republicana.

Las consecuencias de  ese golpe fueron que Argentina volviera a ser un país endeudado, dependiente, devaluado; se truncaron todas las posibilidades de desarrollo, la desocupación fue creciente, con una vuelta atrás en lo que hacía a los derechos sociales.

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.” Carlos Marx (En su libro El 18 de Brumario de Luis Bonaparte).  La actualidad social adopta el término “comedia” reemplazando a “farsa”.

Y la comedia parece que se estableció en Balcarce 50, en cuanto a la instalación de una cuasi imagen de telepredicadores  evangélicos, siempre con una sonrisa a flor de labios, y respuestas simples y conciliadoras que no se condicen nunca con la realidad de sus actos.  Igual que en el 55 se auto proclamaron como demócratas que venían a combatir la corrupción

El gobierno que se mantuvo a partir de 2003, por un período de doce años, acuñó el desendeudamiento del país, renegoció la Deuda Externa, profundizó en la ampliación de derechos, logró la aprobación de una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual   admirada en el mundo, mantuvo una Política estatal activa en relación con los DD HH, amplió la creación de empleos, recuperó la seguridad social eliminando las AFJP y creo un Fondo de Sustentación para ANSES, recuperando conquistas que habían caído casi en el olvido.

Quizá haya sido por errores propios, por fallas de comunicación o tal vez por la estrategia desarrollada por el tándem político-judicial-mediático, lo cierto es que el gobierno popular pierde las elecciones en 2015.  Después de casi un siglo el “establishment” lograba acceder al gobierno mediante elecciones.  La última vez que lo había conseguido había sido en 1922 al ser elegido como presidente Marcelo T. de Alvear.  Desde entonces, solo alcanzaron a gobernar a través de los Golpes de Estado.

Encaramada en el gobierno, la alianza Cambiemos, significó el avance de la tercer oleada neoliberal en el país. Mientras el presidente Macri  pronunció, en la apertura de sesiones de este año del Congreso,  un discurso que interesaba tanto por lo verbalizado como por lo callado.  Lo cierto es que, como en años anteriores, volvió a pronunciar su frase predilecta: “lo peor ya pasó”.

Mientras planteaba un escenario imaginario de la realidad del país, lo cierto es que los hitos que señalan su derrotero son el desmedido endeudamiento, el crecimiento histórico del déficit comercial y fiscal, la fuga de divisas, la inflación que se dispara permanentemente y el aumento del trabajo en negro. A todo esto le podemos sumar el aumento de las tareas de represión y control social. No por casualidad sino por causalidad es que reaparecen las persecuciones y los presos políticos.  Son violentos con los argentinos y complacientes con  el extranjero.

Es este contexto el que permite la comparación con la “Revolución Libertadora”.   El odio de clase, está vez existe oculto bajo una sonrisa cómplice como la textura de un camaleón.  El empleo de la “corrupción”, es utilizado como caballito de batalla contra todo aquel que asome la cabeza en defensa de los sectores populares. Y surge siempre a falta de mejores políticas hacia ese sector social. En esta ocasión está aseverada grandilocuentemente por jueces y multimedios. Las políticas económicas que conllevan a la destrucción del aparato productivo y a arrojar a la miseria a millones de compatriotas, están modernizadas, pero siguen el mismo fin útil que en otro tiempo.

“Cambiamos futuro por pasado”, fue el  «lapsus linguae” de la hoy gobernadora María E. Vidal, durante la campaña electoral de 2015.  Hoy debería ser usada esta frase como bandera por la alianza que gobierna. Ya que poco a poco intentan resucitar la década del treinta, arrastrándonos hacia sus miserias y ollas populares.

Es tiempo de avanzar con un programa que aporte a la cohesión de los sectores populares y hacia la configuración del Movimiento Nacional y Popular que los cobije y sea la punta de lanza contra el neoliberalismo.  No todo  pasado es negativo para avanzar hacia un futuro mejor. Hay que bucear en las herramientas que nos permitan desarrollar la avanzada hacia la Liberación Nacional, adaptándolas a las condiciones de la realidad social actual.  Las palancas claves de la economía deben ser conducidas desde el Estado como factor fundamental de la independencia económica.

Solo el avance hacia una Patria justa, libre y soberana permitirá ir sorteando el campo minado que está desarrollando Cambiemos para limitar un futuro gobierno que defienda los intereses populares. De las propuestas de los Programas de La Falda y Huerta Grande, lejanos en el tiempo, pero con muchas verdades actuales, se pueden extraer propuestas que coadyuven al desarrollo de programa que debemos construir.

Como señalaba el documento de la CGT de los Argentinos el 1° de Mayo de 1968: “Sabemos que por defender la decencia todos los inmorales pagarán campañas para destruirnos. Comprendemos que por reclamar libertad, justicia y cumplimiento de la voluntad soberana de los argentinos, nos inventarán todos los rótulos, incluso el de subversivos, y pretenderán asociarnos a secretas conspiraciones que desde ya rechazamos.

Descontamos que por defender la autodeterminación nacional se unirán los explotadores de cualquier latitud para fabricar las infamias que les permitan clausurar nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra vida”.

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info