“Estos programas de controles de precios no están sirviendo para nada”

Reportaje a Fernando Savore, Presidente de la Federación de almaceneros de la provincia de Buenos Aires FABA

Nos volvimos a comunicar con Fernando Savore, en nuestra intención de actualizar algunos conceptos y propuestas que el presidente de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires, nos había anticipado en nuestra anterior comunicación, hacia los últimos meses del ya “lejano” 2021.

Como siempre, nos atendió con suma cordialidad y predisposición, y ofreció un estado de situación con su habitual sencillez y rico en ejemplos para describir esta problemática inflacionaria en los productos de consumo básico de la sociedad, que tanto daño nos está causando.

Fernando, considero una excelente oportunidad para actualizar lo que conversamos en nuestra anterior charla, antes de fin de año. En este período de no muchos meses, sin embargo, ha pasado sobre nosotros un continuum muy elevado de inflación. ¿Qué evaluación te surge de este escenario, y cómo afecta ello en el consumo de la ciudadanía, de acuerdo a tu experiencia?

Dejamos atrás un año de muchos aumentos, faltantes y especulaciones, de cambios de packaging, pero los aumentos siempre rondaban entre un 4 y 5 por ciento, que hasta tendríamos la capacidad de poder absorber. Desde enero último pasado, nos comenzaron a llegar listas con aumentos de un 10, 12 y hasta 15 por ciento. Quisimos pedir una reunión a fin de aquel mes con el contador Roberto Feletti, un poco para llevarles las listas y las boletas actuales y anteriores, para documentar la situación. Tomó nota de lo que pasaba… pero los aumentos siguieron. Luego el INDEC nos terminó dando la razón. Todo esto, obviamente, impacta de lleno en el bolsillo del consumidor. Y nos va vergüenza. Por ejemplo, la semana pasada una empresa de café nos envió aumentos por un 19%. Y nos da vergüenza tener que cobrar esos valores.

El consumidor, que en el caso de los comercios de cercanía, son los propios vecinos, para colmo debe descargar su bronca contra el que está del otro lado del mostrador…

Estamos acostumbrados a pagar el pato de la boda. Ese billete de 1000 pesos hoy perdió el 50% de su valor, porque hoy cuatro productos puestos en caja, ya superan los 1000 pesos. Del lado de nuestros comercios, tenemos que ganar un margen pequeño porque si no, salimos de competencia. La gente es el primer controlador que tenemos, uno trata de ser competitivo, entonces nuestros márgenes son acotados. Y estos aumentos hacen que, en muchos artículos, estemos trabajando cambiando la plata. Gracias a Dios tengo un negocio de 90 m2 con mercadería, y unas ayudan a compensar a otras. Pero hay muchos colegas con negocios más pequeños, las estanterías son sólo frenteadas, y si ese colega no está al orden del día, termina trabajando gratis. Hoy me decía un colega de la ciudad de San Luis “nos está costando reponer la mercadería”.

Dramático cuadro, Fernando, porque sin una mínima rentabilidad, esos comercios terminarán cerrando sus puertas antes de lo pensado.

Exactamente. Tenemos un costo operativo aproximado del 17%, energía eléctrica, alquiler, salarios para nuestros empleados y los impuestazos que estamos pagando. Necesitamos vender para que gire la rueda adecuadamente… pero hemos entrado en una etapa ilógica, Daniel, y muchas veces tus colegas me preguntan con qué época compararía a este presente.

¿Y qué respuesta les das?

Tal vez en tiempos del Dr. Raúl Alfonsín hemos tenido una sorprendente híper inflación, donde muchos de los míos quedaron en el camino y algunos logramos sobrevivir. Pero en ese momento, el bolsillo del consumidor tenía otra resistencia, un par de buenos años previos y la gente tenía para comprar. Hoy es al revés. Por más ofertas que pongamos, la gente se lleva un paquete de yerba, cuando antes te compraban tres. Estamos camino a una estanflación. La mercadería aumenta pero las ventas no acompañan. Y ocurre que determinados productos que antes eran de consumo cotidiano, pasaron a ser Prémium. Yerbas a 450 pesos ya casi nadie las compra, y pasan a formar el listado de élite de productos Prémium, inalcanzable para la mayoría.

Es como un eterno retorno a través de los años y los distintos gobiernos. Mencionabas el ejemplo de la yerba, pero hay un montón de otros productos con los que debe suceder lo mismo, y son de producción nacional, no tienen costos de importación y sin embargo, siempre encuentran distintos argumentos para justificar aumentos inauditos. Ahora está la excusa de la inflación ocasionada por la guerra tras la invasión de Rusia a Ucrania, pero de alguna forma se tiene que controlar esta problemática. Las mejores intenciones se hunden cuando la mitad de la ciudadanía no puede llenar la mesa por las noches. Es cierto que también venimos de muchos años de arrastre de pésima economía. ¿Creés que este nuevo batifondo económico encuentra a la sociedad con muchas urgencias y no menor decepción?

La gente está cansada y enojada. Recientemente tuve una reunión con el diputado Nacional, Daniel Arroyo, y me preguntaba, desde mi experiencia de poder conversar con muchas personas en mi negocio, cómo veía yo a esta situación. Y le respondí esto mismo: que la gente está muy enojada. Fui a plantearle, al igual que en todas las reuniones que he tenido con (Roberto) Feletti, que vamos a acompañar ese programa de los 60 productos, trabajamos en la construcción del mismo con muchas dificultades para consensuar. Y después resulta que los productos no están. Cuando vamos al mayorista, no los encontramos. Y todo eso, tanto lo bueno como lo malo, se lo voy a ir comentando a la Secretaría de Comercio y también al periodismo. Los almaceneros no vamos a pagar los platos rotos. Si las cosas salen bien, diremos que estamos con los productos y que los pueden venir a comprar. Pero si no los conseguimos, prendemos el ventilador y caiga quien caiga. Uno va llegando a la conclusión, después de años de reuniones que finalizan a la madrugada, que estos formatos de programas, que lo inició un gobierno, el siguiente lo criticó pero lo terminó haciendo también, y ahora lo vuelve a establecer el actual… la verdad es que estos programas de controles de precios no están sirviendo para nada.

Definición fuerte. ¿Por qué sucede eso?

Cuando los analizás, encontrás que siempre hay una falla. En el programa del año pasado, que fue para los hipermercados y no para nosotros, porque el mayorista terminó vendiendo al precio que nosotros debíamos venderles a ustedes, es como que nos dejaron fuera del programa, y está todo documentado en la secretaría de Comercio. En esta oportunidad tenemos una lista de compra y otra de ventas. ¿Y qué sucede? Cuando la empresa no está convencida, cambia el packaging, reduce tamaño, le ponen un formato distinto al diseño del título, y en definitiva, el programa no funciona. También sabemos que desde el gobierno han subvencionado el aceite para los hipermercados, y no para el comercio de proximidad. El hipermercado representa el 30% de la comercialización de alimentos en el país, esto dicho en la reunión en Casa de Gobierno de la Mesa del Hambre, estuvimos allí. Los almaceneros, autoservicios, autoservicios orientales, cámaras regionales, los supermercados familiares, representamos ese otro 70%. Decíme vos, en qué barrio humilde vas a encontrar un hipermercado…

¿No parecería acaso, que esta decisión de beneficiar a los híper, en perjuicio de los pequeños y medianos mercados, es una posición política del gobierno, que contradice el discurso que originalmente había expuesto?

Es una pregunta compleja. Los gobiernos, los políticos en campaña se llenan la boca hablando de las pymes. Y una vez que ganaron, se sientan a hablar con Coto y Carrefour. Estas son parte de tantas otras cosas que no funcionan bien. Hoy el monopolio, ú oligopolio, son los dueños de la comida y de los productos de higiene personal y de limpieza de los argentinos. Acá tenemos aproximadamente 7 monopolios que se compraron todas nuestras fábricas. Cuando yo comencé en este rubro, y mi papá ya era almacenero, las dos principales empresas productoras de galletitas, que tenían una tremenda calidad, eran argentinas. Y así muchas otras ramas, hasta que aparecieron estos grupos monopólicos que arrasaron con todo. Entonces, cuando escuchás a los diferentes secretarios de Comercio anunciar castigos y multas contra esos monopolios, te lo digo en buen romance, no les dan bola. Porque tienen más poder que el propio gobierno. Ejemplos: El 85% de la mermelada que consumimos los argentinos, es de una sola empresa. El 80% del arroz que consumimos pertenece también a una sola firma. Se quedaron con todo.

¿Y qué hacer al respecto? ¿Cómo se puede salir de semejante atolladero?

Las pymes crecieron sin la ayuda de nadie, y muchos de sus productos tienen una gran calidad y muy buen precio, en algunos productos a menos de la mitad de lo que cuestan las marcas más conocidas. El tema es que las pymes no tienen la estructura para hacer una logística a escala provincial. Yo armé un proyecto y le solicité una audiencia al Presidente de la Nación. El diputado Daniel Arroyo escuchó este planteo y me citó para que desarrolle el proyecto y que lo pueda exponer ante los distintos bloques. Y que estos beneficios no se los cargue ningún partido político, sino el conjunto de la población en sí. Esto tiene que beneficiar al comerciante de proximidad, al productor pyme y fundamentalmente al consumidor, que hoy está muy castigado. Una empresa pyme que produce alimentos para un determinado radio territorial, sin pudiéramos integrarla con la logística adecuada para que llegue a toda la provincia, esa pyme incrementaría su planta laboral significativamente. Y después se puede pensar cómo integrar a las provincias. Por ejemplo, tenemos arroz para tirar arriba en Entre Ríos, Corrientes y otras provincias, ¿Y tenemos que ir a comprarlos a estos delincuentes, que son los dueños del 85% de esas producciones? Tenemos las mejores mermeladas del mundo en nuestra Patagonia, mientras tenemos que comer esas gelatinas que envasan estos pícaros. Hay que volver a mejorar la calidad de los productos que comíamos los argentinos.

Repasáme un poquito de qué consta este proyecto en cuestión. ¿Cómo pretenden garantizar la logística y los centros de distribución en cada municipio?

Para poder articular esto, lo básico es que cada municipio pueda poner un galpón   como formato de Puerto Seco. Y por el otro lado, desarrollar una página donde cada intendencia pueda contactarse y ofrecer la articulación con las pymes vigentes en cada distrito. Y que las pymes puedan poner los catálogos de sus productos y precios. Del otro lado estarían los compradores, que somos los comercios de cercanía. El pago sería por transferencia, de modo tal que al entregar la mercadería, la pyme ya tendrá su dinero disponible. La mercadería llega al Puerto Seco y nosotros la retiramos directamente de ahí. La pyme sólo va a entregar en un punto por municipio. Lo plantea como un proyecto público privado, porque necesitamos que el Estado se haga cargo, al menos en un principio, de la logística.

¿Cuál sería el beneficio que el propio Estado obtendría con ello?

Primero, le vamos a dar trabajo a todas las pymes y en poco tiempo van a duplicar el persona. Segundo, eliminamos de la cadena el eslabón del distribuidor o mayorista. Tercero, cada puerto seco va a necesitar personal. Hoy hay mucha gente que necesita vivir de un plan. Tal vez, podamos dignificarlos a muchos de ellos ubicándolos en este trabajo digno a cargo del municipio, y dejar el plan por un trabajo genuino. Hay mucho beneficio atrás de todo esto. Sé que la logística no es barata, pero creo que sería una gran inversión del Estado para darle vuelo a las pymes. Es un surco que hay que cerrarlo, hay que armar rutas comerciales.

Si bien es un trabajo arduo, hay que empezarlo. Dado el contexto que estamos atravesando, esta propuesta parecería una oportunidad para amplios sectores de nuestra comunidad. Sería deseable que el gobierno juegue esta carta tan  trascendental. Imagino que cualquier municipio dispone de algún galpón para comenzar esta patriada…

Acá en Moròn lo hablé con Lucas Ghi, y él me garantizó el lugar. Pero avancemos primero como corresponde, integrándonos todos primero. Sé que hay varios intendentes que le plantearon lo mismo a las cámaras de almaceneros. Tenemos mucho entusiasmo, es alentador la cantidad de pymes que se comunican con nosotros para intentar construir un camino diferente y más provechoso para la gran mayoría de la población.

En una sociedad donde la presión de ésta suele influir en la toma de decisiones de los que están más “arriba”, la divulgación que podemos dar a estas ideas es muy importante, porque puede influir en el entusiasmo de la sociedad, y que ésta presione a las autoridades para que pongan manos en el asunto…

Ojalá que así sea, Daniel, que así sea. Un abrazo.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com