¿Estado 51?

Cuando la hiperinflación arrasaba la república de Weimar y enloquecía a los alemanes, a escasos 12 años de  una guerra suicida que desfiguró aún más una sociedad ya de por sí complicada, apareció un austríaco disfrazado de milico, monomaníaco y gritón. Prometía unidad de la raza y trabajo para todos. Logró la unidad, eliminando a una parte de su población, y el trabajo, fabricando cañones, tanques y aviones para matar a media Europa.

Aunque nuestra oposición siga tirando nafta en la hierba seca de la bronca impotente, no estamos en Weimar. No obstante, apareció un desaforado que nos promete convertirnos en un territorio anexo al norteamericano en el mismo momento en que medio planeta busca abandonar el dólar como moneda de cambio. Lo realmente llamativo es que haya gente… y algunos trabajadores quieran votar a este vendedor de “jollibud”.

¿En serio piensan que con el dólar no habrá híper-devaluación de salarios y jubilaciones? ¿Todavía no saben que ya dijeron que usarán los depósitos de los ahorristas para garantizar este terremoto? ¿Creen  que los yanquis nos abrirán los brazos si adoptamos su moneda? ¿Lo hicieron con los panameños o los ecuatorianos? ¿Algún empresario pyme sueña con exportar algo, o al menos producir si nos atamos al carro del imperio que está perdiendo la guerra? ¿Acaso imaginan siquiera las consecuencias de ir a contramano en un túnel sin luces?

Mientras algunos “señores administradores sindicales” se juntan con el enemigo para negociar el día después de su imaginario triunfo, las colectoras coloradas de derecha suman desgastar y dividir la única posibilidad de zafar de este destino, y otres miran el cruce de caminos confusos o expectantes de los gestos y puntos suspensivos de Cristina. Nuestra estadista ya llenó 4 veces ese casillero, pero en vez de discutir el programa, preferimos creer.

Chile avanzó con las 40 horas semanales. Nuestra CTA ya planteó en el Congreso esa opción para distribuir trabajo. Alberto y Massa ya concretaron el camino de la desdolarización del comercio con Brasil.

Gran parte de la militancia social, política y sindical está esperando la bandera de unidad y convocatoria para que la calle una vez más, sea nuestra. El tejido de pymes creó trabajo y está vivo. Los pequeños productores rurales están activos en los verdurazos. Medio país quiere juntar y recomponer el tejido productivo y no se resigna a dividir en tercios el poder político para que, otra vez, ganen los mismos que nos metieron en la deuda, fuga de dólares y concentración de sus precios para debilitar nuestros salarios.

Y nuestra CTA ya planteó un programa de emergencia, que debiera al menos ser considerado antes de definir quién nos llevará a la batalla, esta vez por la supervivencia como país soberano:

Este es nuestro aporte.

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info