
07 Jul El hilo delgado que se corta una y otra vez
El 8 de julio próximo se cumplirán 2000 días de arresto ilegal y arbitrario contra Milagro Sala. La situación no es menor si la observamos desde el derecho internacional público, una rama jurídica que se ha abierto paso fuertemente después de la Segunda Guerra Mundial. Si bien es cierto que han habido genocidios y otro tipo de masacres desde la vigencia de los tratados internacionales de derechos humanos (parte del derecho internacional público) no podemos dejar de mencionar que las detenciones arbitrarias son una cuestión política y no sólo del ámbito jurídico. Cuando se afecta un bien protegido por la ley, como la vida, el sistema penal se reúne en torno al cuerpo, es decir, ante lo más próximo. Pero en el caso en cuestión, más allá de los vejámenes físicos y psíquicos que padece Milagro, su detención está fundada en motivos políticos que ningún juez puede dejar de observar. Es decir, el hilo se corta por lo delgado, no por sus actos, sino por sus políticas.
Vayamos con ejemplos concretos que van a poder dilucidar lo que queremos decir con esta clasificación política de la detención y por qué nos sirve para pensar los 2000 días de Milagro Sala presa. Hace unos días, el diario La Nación publicó una nota donde Gerardo Morales afirma haber hablado con el Presidente de la Nación, y también que “Sí hemos tenido desde el primer momento un fuerte disenso. Él piensa que es una presa política, yo no. Pero nunca he tenido de parte de él alguna presión para liberarla, de hecho no puedo hacerlo, no está en mis manos, es un tema de la justicia.”
Aclaremos un poco los tantos desde el derecho internacional de los derechos humanos. El gobernador, si no miente, está exponiendo cabalmente la complacencia del gobierno nacional (y algunos de sus aliados locales, seguramente sin los cuales no se podría organizar esta intervención política encerrando a Milagro). Y aunque se nos pueda decir aquí que estamos exagerando la postura del gobierno nacional, debemos ser tajantes: no es una elección que el gobierno nacional luche contra las detenciones arbitrarias, ni es un tema de la institución Justicia. Argentina hoy está incumpliendo tratados internacionales de derechos humanos y su gobierno nacional también es responsable.
Pongamos otro ejemplo para que nos termine de quedar claro a qué nos referimos con derecho internacional: obligaciones de derechos humanos. Este es un concepto que ha tenido larga trayectoria en la segunda mitad del siglo XX. En ese contexto, la Argentina ha sido pionera en la inclusión de los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional. Para ponerlo en términos criollos: cuando se analiza una situación, el primer punto a aclarar son los derechos humanos, no al final del análisis. En ese sentido, el Código Penal Argentino incorporó la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. Pero lejos de ser una incorporación de “buena onda” con los derechos humanos, marca las obligaciones del Estado argentino: no puede desentenderse del problema, ni siquiera por el transcurso del tiempo.
Antes de dar una posible conclusión, también mencionar que los dichos del gobierno nacional y sus funcionarios empezaron con balbuceos y titubeos: que en verdad. “técnicamente” no es una presa política sino que (deposite alguna excusa). Por otro lado, funcionarias y militantes han organizado y seguirán haciendo, actividades para mostrar las condiciones en las que está Milagro. Hace unos días, el jefe de Gabinete también ¡por fin! la llamó una presa política. Nos preguntamos si todas estas actitudes, ya con más que tiempo en los asientos que tienen la lapicera para reparar el daño que sufre Milagro, son de esos tipos de gestos vacíos: cuando nos preguntan a diario si estamos bien, solemos decir que sí, aunque eso no pase. El fundamento de esto sería que, caso contrario, el espacio simbólico en el cual intercambiamos palabras y mensajes, se caería: no soportaríamos estar todo el tiempo diciendo la verdad. Nos parece que el Gobierno Nacional hace que hace pero no hace, sino que repite una y otra vez gestos vacíos.
El profesor y presidente Fernández, sabe bien que el derecho penal no es una rama inocente, meramente técnica, del ámbito jurídico, sino que inevitablemente, como decía el jurista Carlos Cossio, todos los jueces dictan hacia la derecha o hacia la izquierda. El profesor dicta una materia denominada Derecho Penal “Liberal”, siendo esta última palabra el marco ideológico en el cual se mueven los elementos del tipo penal. Los consensos solo benefician a los poderosos, porque se imponen.
Afirma el gobernador Morales: “Son los que han construido un relato de ficción, porque hay pruebas irrefutables. A no pocos funcionarios del gobierno nacional les llevé carpetas, e incluso a algunos les dije que se fijen todos los bienes que tiene [Sala], que era más rica que ellos. Los bolsos que salieron del Banco Nación que fue probado que fueron a la casa de Sala, no es de ficción”. Sería importante que, más que llevar carpetas a funcionarios nacionales (¿no era que él no intervenía? no importa, sigamos) se los lleve a los jueces, que evidentemente no se han enterado por qué Milagro está presa: por haber sido la autora intelectual de una persona que tiró huevos. Una causa que no tiene pruebas pero sí detenciones: el Estado de Derecho no existe en Jujuy. Y como correlato, Milagro no podría tener muchos bienes, típico desprecio de la oligarquía norteña hacia lxs cabecitas negras.
A modo de conclusión, no podemos pensar que los gestos vacíos son vacíos de sentido, es decir, no tienen un contenido que determine la conducta pero esconden algo, y aquí no encontramos ninguna casualidad, sino una serie de causalidades. Cuando Néstor Kirchner propuso reabrir las causas de lesa humanidad (ahora sí, en términos técnicos, muchísimo más complicado que Milagro debido al material probatorio) no pensó si era una cuestión más o menos técnica, sino una cuestión de justicia y de verdad. Sucede que el gobierno nacional sigue en su matriz ideológica de “consensos”, que aquí denominamos gestos vacíos, que sostienen un espacio simbólico entre las personas (acuerdos, consensos, costumbres, etcétera) pero no afectan la realidad concreta. La voluntad de los juristas, funcionarios y el mismísimo Presidente pueden inclinar la balanza, pero el mandatario prefiere quedar bien con sus aliados locales.
El Gobierno Nacional sólo toca puertas abiertas.