
08 Feb Democracia de Malevos
“(…) un reino donde hay luchas internas no puede subsistir, y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto (…) si se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que habrá llegado a su fin (…)” Evangelio de Marcos 3, 22-30
Esta columna editorial lleva por título una definición que aportó Juan Pablo Lohlé, ex embajador argentino en Brasil, horas después del intento de golpe de Estado orquestado por amplios sectores que responden al ex presidente del vecino país, Jair Bolsonaro. Lohlé fue más allá en sus aseveraciones, al sentenciar que “hay que ocuparse de ellos, no como militantes, sino como cometedores de delitos”.
Es una punta de iceberg, claro clima de época que se ha venido instalando, en un trazo grueso, a lo largo de la última década, y que pareciera no haber alcanzado aún su cenit de intolerancia, violencia y desprecio por la opinión del otro, la voluntad democrática de mayorías… e incluso la vida ajena.
Curiosamente, la mayoría de esas estrategias antidemocráticas suelen estar en clara sintonía –vaya “novedad” en los últimos 120 años de Latinoamérica- con los intereses explicitados recientemente por la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, la señora Laura Richardson, que sin el menor reparo ni preocupación por las más básicas normas de la diplomacia internacional, habló días atrás en un evento del Atlantic Council –un think tank con estrechos lazos con la OTAN- donde enumeró algunos de los intereses de su país en el resto del continente, entre los cuales se encuentran la explotación del litio, las reservas de petróleo, el agua dulce, sin menospreciar las reservas de oro y cobre… para finalizar asegurando que al país norteamericano, en tal contexto, “le queda mucho por hacer”, y con un aviso contundente: “Tenemos que empezar nuestro juego”.
Es una nueva edición, al decir de Lohlé, de las “Democracias de Malevos” que intentan establecerse a como dé lugar en nuestro continente.
No hay nada realmente nuevo en nuestro firmamento sociocultural político y económico a escala regional. Apenas si modifican los maquillajes, pero ello no dura demasiado: En cuanto se desajustan las cremas, vuelve a aparecer el rostro monstruoso de aquel que no se fija límites en su codicia y vocación apropiadora de lo ajeno.
Cambiar algo para que nada cambie
Como ya hemos señalado en anteriores ediciones, nuestro tablero político continúa mostrando a un oficialismo fragmentado, no del todo resquebrajado pero sí con variadas heridas internas. Nada que escape de la percepción de buena parte de nuestro pueblo, a esta altura de los acontecimientos. Esfuerzos no faltan en su esmero por frenar la constante escalada de precios y la consabida inflación desmedida y de muy incierta resolución, mientras se explicitan rencores, pujas de poder, disputas de alcoba y codazos varios en un intento por reposicionarse de cara al armado futuro de las listas electorales. Claro está que todo ello de poco servirá si no se resuelven las problemáticas más básicas que hacen a la vida cotidiana de nuestra sociedad… en cuestión de pocos meses.
El factor tiempo comenzó su silencioso juego, cual reloj de arena medieval que ve escurrirse su preciado contenido, inexorablemente.
La panacea que no es tal
Frente a las notorias dificultades que suelen experimentar los gobiernos de signo progresistas – populares en toda la región, fundamentalmente en materia económica y de seguridad interior, los emergentes que se supone, encarnan al “antisistema” no aporta el menor atisbo de solución real que incluya el bienestar para el conjunto mayoritario de la población.
Por este carril desfilan antivacunas, terraplanistas mentales, fervientes creyentes en cuanta teoría conspirativa pulule por las redes sociales, grandes evasores impositivos, fugadores seriales de divisas a paraísos fiscales, neoconservadores de tinte supremacista, outsiders de diverso pelaje, pseudo nihilistas financiados por grandes fondos “buitre” para asegurar que sus acting sean creíbles y apetecibles entre amplias franjas de la población más joven – y descreída del concepto general de “democracia”… y todo lo que pueden ofrecer, detrás de sus apariciones histriónicas y de una verborragia violenta, cuando no abiertamente sexista y racista, es un horizonte deseable para una pequeña casta sociofinanciera: las élites de ayer y las de hoy. Y por supuesto, para el resto queda más miseria, desamparo, pérdida de derechos democráticos con gran celeridad y una promesa de monumental represión armada para todo aquel habitante, individual u organizado, que se anime a resistir contra la vida miserable y ultrajante que les espera.
En el medio de ello, languidece la política bajo normas de convivencia pacífica en el marco de la democracia liberal imperante en casi todo el orbe. Debilitada, con mucho descreimiento en derredor suyo. Razones no han faltado para que dicho caldo de cultivo se consolide y avance cual virus por las percepciones de amplias masas. Democracia liberal, como señalaba, expuesta en sus luchas intestinas que no son del agrado de la población, ni aportan a generar esperanza de ninguna índole. Unos y otros, operados y manipulados por los grandes consorcios multimediáticos, verdaderos gerentes que responden en forma directa a los que juegan en las grandes ligas del universo de las finanzas, por lo general, malhabidas o de muy nebulosos orígenes. Y a quienes se sublevan ante ese orden pretendidamente establecido, siempre les espera persecución hasta el final de sus días, y más también.
Pareciera ser demasiado peso en la adversidad que tienen en las correlaciones de fuerzas, los frentes políticos democráticos, muchos de los cuales recientemente se reunieron y construyeron varios consensos en el encuentro de la CELAC, tanto oficial como la CELAC social. Pero, a pesar de todo y de todas las circunstancias, nunca deberían subestimar la esencia rebelde que aún anida en las entrañas de los pueblos de Nuestra América.
Volviendo al terruño nacional, comienza otro año electoral. Todo lo demás circula subterráneamente y estará totalmente puesto en juego, en una de las pulseadas más difíciles e inciertas que se recuerden para dirimir, no ya en términos de proyectos de país en pugna, sino qué tipo de calidad de vida se ofrecerá al conjunto mayoritario del pueblo. Y así las cosas, repetidamente en todo el continente, cada región con sus características, peligros y resistencias.