Cuando la pelota se cae en la grieta

La selección Argentina quiere ganar el mundial, el futbolero argentino medio quiere que Argentina gane el mundial, la obsesión por volver a dar la vuelta estará nuevamente más latente que nunca, igual que hace cuatro años (ocho y doce), cuando estuvimos a medio centímetro de que la pelota entrara y la copa volviera para nuestras tierras. Ahora bien, la magnitud de semejante evento, ¿logrará tapar la dura realidad social que vive nuestro país? ¿Es posible “despolitizar” al futbol?

Cada vez que se acerca el mundial el discurso que se impone desde los medios de comunicación, y por ende desde una porción no menor de la sociedad, es aquel que señala que, “cuando juega Argentina estamos todos unidos”, o como se expresa desde hace unos años, “con la selección no hay grieta”, pero la constante insistencia con querer lograr “unir al país” no tiene su origen en el fútbol, sino que es algo que los distintos actores sociales vienen pregonando hace un rato largo ya, y es por eso que el Gobierno actual, antes de llegar al poder, utilizó la existencia (histórica) de la grieta para diferenciarse del kirchnerismo, y para proponer así “unir a los argentinos”.

La unificación del país, sabemos ya, no es más que un lindo slogan utilizado por los sectores poderosos para dosificar al pueblo y evitar, así, grandes actos de protesta y de movilización popular. Y el fútbol actúa en este sentido al querer poner a todos bajo el mismo paraguas, ese que dice ser “argentino hasta la muerte” (hasta que la selección pierda), pero que se escandaliza cuando un 25 de mayo el pueblo, harto, sale a la calle y acusa a quienes asisten a la plaza de “politizar un día patrio”, como si hubiera algo menos político que la Revolución de Mayo. En fin…

El mundial (el fútbol en general) actúa como pantalla, lo sabemos, pero tampoco podemos castigarnos constantemente con la cruda realidad del país que conocemos y vivimos, por lo que no está mal un poco de entretenimiento deportivo. Se puede alentar a la selección sin caer en la obnubilación que les produce a algunos la Copa del Mundo, pero el problema aquí es cómo el fútbol ha dejado, hace rato ya, de estar en los pies del pueblo para convertirse en un asqueroso y aberrante negocio de unos pocos que luego, en nuestro país, será utilizado con el argumento de querer “dejar de lado la grieta”. Frente a esto, nos parece importante recalcar que la grieta no es más que la clara contraposición de ideas e intereses totalmente antagónicos  y que es imposible la unificación con aquellos que ven a la Patria como un lugar para hacer negocios respecto a los que la sentimos como la fiel representación de “lo popular”, las grandes masas movilizadas en pos de un objetivo común que genere inclusión social por sobre todas las cosas.

La despolitización constante a la que se quiere someter a la sociedad no está ajena al fútbol, resultan más que ingenuos aquellos que buscan separar al gran deporte de la política. Si no que nos expliquen el Mundial del 78 y el 6 a 0 a Perú, o el triunfo alemán en Italia 90 post caída del Muro de Berlín, o el Mundial que ganó Italia en 1934, en donde el fascismo manchó la pelota, o la eterna pelea del Diego con el poder corrupto y mafioso de la FIFA, que se ve representada en Estados Unidos 1994, y así podemos seguir vinculando constantemente a la política con el fútbol y el deporte en general.

En este mundo, en donde reinan los negocios financieros, no relacionar todos estos factores que se vienen mencionando, en Argentina y en el resto del planeta, parece inevitable y hasta cómplice. La falsa unión nacional, los manejos del poder, distintos mundiales que tuvieron resultados más que sospechados, y un largo etcétera que engloba al deporte más maravilloso con el mayor arrastre popular, junto a los negociados más oscuros del poder.

Este mundial no será uno más, sino que puede ser, quizás, la última chance de ver a Lionel Messi con la copa entre sus brazos. De ocurrir esto, vendrá detrás “la alegría de un país entero”. No señores, la alegría de un país entero ocurrirá cuando se dejen de cometer las injusticias sociales que acechan a las mayorías, que ya ni del fútbol pueden disfrutar y que encima deben soportar el falso patriotismo de aquellos que se les ríen en la cara día a día.

Algún día, la pelota volverá a descansar bajo la suela del pueblo, ese que unido jamás será vencido.

Alejo Spinosa
alejo@huellas-suburbanas.info