
06 Nov Brasil en la nueva ola con un mar muy complicado
El triunfo ajustado de Lula en Brasil viene a coronar un movimiento que se ha popularizado como la nueva ola progresista latinoamericana. Hemos caracterizado el fenómeno muchas veces, pero vamos a reiterar algunos de sus aspectos principales:
- No todo es igual, algunos gobiernos “progresistas” tienen una hegemonía de la izquierda latinoamericana y antimperialista, otros del nacionalismo popular (con serias contradicciones con el imperialismo) y otros del llamado populismo[i]
- Algunos de los gobiernos progresistas vienen de experiencias anteriores inclusive con golpes y derrotas muy severas (Nicaragua, Bolivia, Argentina, Brasil, etc). Otros son fenómenos totalmente o parcialmente nuevos (México, Colombia, Chile, etc).
- En la Oleada anterior (Chávez, Lula, Kirchner, Correa, y otrxs) la oposición era generalmente una derecha tradicional propia de cada país, y generalmente fragmentada. Esta nueva ola enfrenta un “fascismo” de mercado ultra liberal, generalmente racista, xenófobo e intolerante.
- Y una de sus virtudes principales es su masividad y verdadera latinoamericanidad: ningún país ha quedado afuera de esta nueva ola.
Volvamos al triunfo de Lula y su significado
En una nota en el número anterior de Huellas Suburbanas habíamos señalado que, de acuerdo a lo que veíamos, la segunda vuelta no iba a ser fácil, y no lo fue, y aún con un triunfo claro de Lula, el “bolsonarismo” le plantea un enfrentamiento duro en el parlamento y las calles al nuevo gobierno.
Entonces nos cabe la pregunta:¿Qué significa esta victoria y que podemos esperar?
La elección de Lula da Silva cierra un nuevo período de ruptura de la democracia en Brasil, iniciado con el golpe en contra de Dilma Rousseff, consumado en 2016.
Un proceso que también había impedido que Lula fuese elegido presidente de Brasil en 2018 (cuando era favorito para triunfar en primera vuelta).
Brasil ha tenido la más larga dictadura militar del Cono Sur (de 1964 a 1985, 21 años), después ha tenido gobiernos elegidos democráticamente hasta 2016 y, de nuevo, un período de ruptura de la democracia (del 2016 al 2022, seis años). Y un período de transición democrática de cinco años, del 1985 al 1990. En total, en 58 años, 27 años de ruptura de la democracia, con 26 de continuidad democrática. Prácticamente mitad del tiempo en democracia, la otra mitad no.
A partir del 1 de enero, con la toma de posesión de Lula, Brasil reinicia un nuevo período democrático. El discurso de Lula, el domingo por la noche, fue una especie de discurso de toma de posesión.
Lula ha ocupado, desde el domingo 30 por la noche, todos los espacios políticos. Ha recibido saludos de Biden, de Putin, de Macron, Xi Jinping, entre otros mandatarios. Ha almorzado el lunes con Alberto Fernández. Ha sido invitado a una reunión global del clima, por el presidente de Egipto, en noviembre. Andrés López Obrador lo ha invitado a otro evento internacional en México, también en noviembre. Lula ha sido invitado a llevar su visión del mundo a la próxima reunión del Foro Económico Mundial, en Davos.
En Latinoamérica
En nuestros países, el cambio en Brasil obviamente es la frutilla del postre, significa el fin del último integrante del grupo de Lima (Esa construcción de los EEUU destinada a derrocar al gobierno de Maduro en Venezuela).
El nuevo presidente brasileño seguramente relanzará todos los espacios de integración, sean éstos el Mercosur, Unasur y/o la Celac.
La voz internacional de Sudamérica y el Caribe se escuchará más fuerte y clara. Su potencialidad económica, unidad cultural y convivencia pacífica entre sus integrantes son valores que el mundo “supuestamente” civilizado no puede ignorar.
Pero esa voz está también en la mira de los EEUU que ve con preocupación el alboroto en su “patio trasero” y pone en el centro seguramente a la Argentina y las elecciones del 2023, donde se jugará algo más que una elección nacional.
La nueva ola avanza… pero en un mar complicado y peligroso.
[i]Rajland (2008) desarrolla el concepto de pacto populista, el cual refiere a la estrategia, gestada en países del capitalismo periférico, orientada a conformar un pacto social donde el Estado cobra protagonismo procurando la articulación de intereses y actores de distintas fracciones de clases dominantes, particularmente el capital productivo, y de las clases subalternas, con relevancia del movimiento obrero, en pos de un proyecto de desarrollo nacional (citado por GastonVaresiHegemonía y populismo, 2022)