
07 Mar YO RECICLO, TU RECICLAS
Al reciclaje de envoltorios de lo que consumimos, ya sea de productos comestibles o no, es que voy a dedicar este espacio que me ha ofrecido generosamente la redacción de Huellas Suburbanas.
Cuando reciclamos los envoltorios de productos, en realidad lo que deseamos hacer es darle un reconocido agradecimiento al medio ambiente, como ente que nos recubre, y ciertamente, que nos ha visto nacer… el que deja al desarrollo humano abrirse camino cuando retoma nuevas etapas que se sustentan entre sí.
Sin este ciclo novedoso, sin esta idea de reciclar, de hacernos cargo, de usar y de consumir conscientemente, cómo vamos reencarnar las tendencias naturales que libran un permanente juego de voracidad en el consumo de cosas. Estas cosas o productos sirven para vestirnos, alimentarnos, asearnos, recrearnos, en algunos casos sirven para iluminar la noche, calentar los inviernos, reproducir todo tipo de sonidos… reflejan imágenes, transportan nuestra humanidad de un lugar a otro. También hay otras que nos permiten dar señales de vida efectivizando canales de contacto.
Reconvertir lo que se pueda tornar reciclable e incluir los elementos que potencialmente puedan serlo, es el propósito del ahora sin tener que esperar de un mañana tardío.
Si queremos, podemos responsabilizarnos sobre el fondo de este tema.
Un adecuado punto de partida es intentar saber cuál pudiese ser el efecto colateral que se genera por causas del consumo indiferente.
Y nos podrán decir “las sobras resultantes del ávido consumo”.
¿Realmente Ud. cree que sólo puede tratarse de sobras y únicamente de eso?
Las sobras del consumo con relación a los productos que están bajo nuestro señorío no serán otra cosa que desperdicios si las consideramos de ese modo. Entonces, lo que ya no es aparentemente útil para nosotros saldría del plano de nuestra responsabilidad individual toda vez que sea parte de un leve y ligero concepto sobras=desperdicios.
Cuando reciclamos y damos una mirada diferente al tema, lo que en realidad se debe buscar es un renacimiento provechoso sobre gran parte del consumo que hacemos de diferentes cosas y productos porque no siempre las cosas o los productos que gastamos son necesariamente de naturaleza fungible. No siempre éstas se agotan y nada más.
Por lo general los productos para el consumo humano dejan rastros tangibles de comprobable existencia que además de esto, amenazan el natural equilibrio ambiental. Por eso, si no atendemos lo que dichosos o desgraciados “nos sobra en el andar de nuestro consumo cotidiano” y vemos en éstas, simples desperdicios residuales… de manera inversa a lo mencionado, nos constituimos en acumuladores sociales que, en lugar de acumular hacia adentro lo que no estamos dispuestos a usar, lo hacemos hacia afuera cuando no aseguramos un destino sustentables a los resultados que nosotros mismos producimos cuando usamos o consumimos una variada cantidad de cosas en modo indiferente.
Definitivamente, “reciclar” es el nuevo fruto de las cosas del ahora, de los objetos y de los productos para usar o que están disponibles para ser consumidos.