
27 Sep Y la banda seguirá tocando… hasta que le quiten la partitura
Pasó el importante despliegue democrático que se vivió durante las jornadas de la movilización a Plaza de Mayo (24/09) y el inmenso paro general del martes 25. Multitudinario, pacífico. 36 horas de protesta que arrancó con la convocatoria de las dos CTA y los sectores combativos de la CGT. Docentes, estatales, judiciales, bancarios, pilotos, gráficos, curtidores, intendentes bonaerenses y organizaciones sociales, entre otros sectores, pidieron un cambio a las políticas económicas de Macri, que provocan desempleo, pobreza y exclusión.
Interesantes fueron las definiciones de algunos de los triunviros de la CGT una vez efectuada la evaluación del paro del 25: “Si no hay plan B, desde acá decimos que tampoco habrá tregua” sostuvo Juan Carlos Schmid. A su turno, Héctor Daer explicó que la huelga apuntó a conseguir “un cambio de rumbo” de parte del gobierno “y si no cambian tendremos que seguir adelante con la lucha”. En muy simular sentido se expresó también el bancario Sergio Palazzo (CFT).
La medida se concretó en reclamo de la reapertura de paritarias, la suspensión de despidos y la declaración de la emergencia alimentaria, entre otras acciones para contrarrestar la crisis económica disparada en los últimos meses.
Pero no todo se circunscribió esta vez al sindicalismo y a los movimientos sociales: También se expresaron las pequeñas y medianas empresas, que en dos años de gestión de Cambiemos, padecieron el cierre de más de 8000 pymes. Por tal motivo, acompañaron al paro con el “persianazo”. El gerente general de la Asamblea de los Pequeños y Medianos Empresarios (APYME), Roberto Ratti, lo atribuyó a la apertura indiscriminada de las importaciones, las tarifas altas, la caída del mercado interno, pero sobre todo a la dolarización de la economía.
Hasta aquí, todo esperable, muy correcto, una demostración de fuerza popular, pacífica, dentro de los cánones de la democracia formal. ¿Y cuál fue la reacción gubernamental frente a ello?
No hay Plan B ni corrección del rumbo
De la batería de novedades con que salió a la cancha el gobierno nacional en las últimas jornadas, se desprende que, simplemente, seguirán profundizando al máximo su plan de exterminio de la república Argentina y todo su tejido social, en buena medida reconstruido con esfuerzo durante la década kirchnerista en el poder.
La entrega cuasi formal del control absoluto de la economía (y por lo tanto, de todas las decisiones gubernamentales de aquí en más) que el gobierno de Cambiemos le ofrendó al FMI, procede de una extensa vinculación entre estos sectores, fondos especulativos, grandes banqueros y demás oportunistas y carroñeros de la timba financiera, que apuestan el todo por el todo a saquear hasta el final a la Argentina, en la confianza de que buena parte de nuestra sociedad está signada, a la luz de los acontecimientos, por una indignidad tan supina que es demasiado difícil pensar en una salida colectiva dotada de orgullo nacional, si cerca de la mitad de la población manifiesta en la cotidianidad tamaño anti patriotismo en sus venas.
El profesor Javier Romero afirmó días atrás por redes sociales que “el ajuste será aún más duro. El FMI toma en términos reales, logísticos y profundos el manejo del Estado argentino. Atenti: comienza una etapa impredecible socialmente. El gobierno cedió todos los resortes de la economía al Fondo”.
Combatirán, entre otras tantas imposiciones del FMI, la inflación con cero emisión monetaria, en teoría, al menos hasta junio del año venidero. Indefectiblemente ello traerá no sólo más recesión, sino abiertamente un incremento atroz del hambre entre cientos de miles, o millones de compatriotas. La merma de la inflación basada en la paz de los cementerios. Y eso no puede ser una “equivocación”. Es lo que ansían y han venido a ejecutar: Aplastar por completo al pueblo argentino.
Lo curioso es ser testigos de cómo varios millones de habitantes de este territorio nos acompañan a los demás rumbo al matadero, aparentemente sin darse cuenta de su destino tan fatal como el del resto, aún zonzamente esperanzados en aquel “cambio” que no fue otra cosa sino la mayor estafa político electoral de la historia argentina.
¿Y cómo sigue la cuestión?
Frente a las jornadas de protesta, el contraataque del Poder siempre es avasallante. Está por verse de aquí en más si las dirigencias sindicales y sociales responden con suma celeridad. Los tiempos institucionales se acortan raudamente, apretados por los tiempos del hambre y el serio riesgo de ver pulverizarse la paz social ante un desmadre socioeconómico generalizado en menos de lo que canta un gallo.
A la dirigencia política que continúa jugando al don pirulero, y que coquetea entre alianzas y divisiones, rumores de pasillo y zancadillas judiciales entre bambalinas, ya se les va terminando su tiempo histórico. Será ponerse al frente para frenar el desastre social que ya se ha puesto en marcha con toda la pesada maquinaria del imperialismo financiero, o cargar con la vergüenza que la propia sociedad, indefensa y vapuleada, les endilgará dentro de no demasiado tiempo.
No hay nada más para negociar con el gobierno del FMI. Para ellos es un gran negocio hundir al Titanic y llevarse todas sus mejores pertenencias. Mientras tanto, la banda (de quienes nos gobiernan) seguirá tocando la misma musiquita entre empalagosa y ensordecedora…. Hasta que les quitemos la partitura.