XX años de cultivos transgénicos en Argentina. Las promesas no cumplidas. (última Parte)

Las promesas realizadas en 1996 sobre las mejoras que traerían los cultivos transgénicos y que no se cumplieron

Existe una confusión deliberada, y quizás malintencionada, impuesta por las empresas semilleras y químicas, acerca del término o conceptualización del proceso que implica un cambio genético. Se habla de biotecnología, de transgénicos, de ingeniería genética. La biotecnología es tan antigua como la humanidad y aplica a cuando se puede manipular un ser vivo o las condiciones de vida y reproducción, de manera tecnológica para obtener un producto, por ejemplo, el vino. La transgénesis implica introducirse en el genoma incluyendo genes de un ser vivo en otros seres vivos, por ejemplo, genes de bacterias sobre planas cultivadas, que de esta manera puede adquirir una característica que no poseía de manera natural y por lo cual pueden generar efectos ambientales, sociales, culturales y económicos.

Desde las instituciones, organizaciones y empresas vinculadas a la investigación, aprobación y, difusión de las semillas modificadas genéticamente se trató de impulsar su utilización a parir de pregonar una serie de “ventajas”, como la de los Incrementos en los rendimientos.

El rendimiento productivo está vinculado tanto al genoma o características genética de cada ser vivo, así como la influencia del ambiente, en este caso el clima, los suelos y las interacciones con otros seres vivos Los cultivos transgénicos de manera aislada no han demostrado tener mejor rendimiento. Los rendimientos varían de acuerdo con el tipo de cultivo, a la región agroecológica y otras condiciones específicas como el tipo de suelo y las adversidades. Existen experiencias de utilización de semillas no OGM en cultivos bajo manejo agroecológico, que posibilitan obtener rendimientos mayores a los obtenidos con semillas transgénicas. Esta situación demuestra la importancia de las prácticas llevadas a cabo por ejemplo de nutrición de suelos e inclusión de biodiversidad, aspecto que posibilita incrementar las interacciones entre especies y así depender menos de los insumos externos. Otra promesa fue la reducción en la utilización de plaguicidas, pero dado el cultivo en grandes extensiones de plantas uniformemente resistentes a los insectos se ha generado una gran presión de selección determinando la aparición de resistencias específicas en insectos (gusanos de la espiga, por ejemplo) estableciendo la necesidad de aplicar insecticidas pese a la siembra de plantas resistentes a dichos organismos.

De la misma manera que la utilización continua de las mismas formulaciones de herbicidas, los diferentes formulados de glifosato, han generado la aparición de resistencias a partir de lo cual se incrementan las dosis o el número de aplicaciones. Todo esto conlleva a un gran efecto ambiental como la contaminación de los suelos y el agua, y desde allí su accionar en la salud humana.

También se prometió y no se cumplió con una reducción en los costos de producción. Los productores, especialmente los familiares, han visto incrementar los costos de producción relacionados con la utilización de las semillas transgénicas y su paquete de plaguicidas asociado.

Como ya fue manifestado, el monocultivo, la ausencia de rotaciones ha determinado una merma en la calidad física, química y biológica de los suelos aspecto que, desde una mirada reduccionista, llevó a la utilización de fertilizantes químicos que, al desbalancear su alimentación, y la de las plantas, facilitó la incidencia de hongos e insectos. Todo determinó la utilización de una mayor cantidad de insumos, los cuales generan resistencias en los organismos blanco de los plaguicidas y. así una elevación de los costos de producción.

Otra de las proposiciones fue la reducción en la deforestación. Desde los inicios se pregonó que los cultivos transgénicos, dado su capacidad de elevar los rendimientos y adaptación a ecosistemas “marginales” iban a determinar una menor presión sobre las áreas ocupadas por montes, bosques y selvas. Nada de esto ocurrió son justamente las provincias con mayor deforestación donde se ha incrementado la superficie con cultivo de soja. Aún con la sanción de la ley de bosques las provincias de Salta, Santiago del estero y Chaco, junto con Formosa, son las que acumulan el 80 % de la deforestación de nuestro país y son justamente estas provincias donde se elevó el cultivo de soja y maíz transgénico. Por último y lo que es preocupante se anunció de se iba a acabar con el hambre en el mundo.

En Argentina los cultivos transgénicos ocupan más cerca de 25 millones de hectáreas. La soja siendo el cultivo predominante, ocupa 22 millones de hectáreas. El 25% de la cosecha se exporta directamente; el resto se procesa, principalmente para la obtención de alimento animal, biocombustibles o aditivos de alimentos y bebidas como galletitas, gaseosas, panificados, margarinas o embutidos. Año a año se baten récords de has bajo cultivo y producción, sin embargo, en la argentina más del 30 % de las personas viene bajo la línea de pobreza y en el mundo cerca de 1.000 millones de personas sufren problemas de alimentación.  Claramente incrementar la producción de soja y maíz no solucionó el problema de acceso a los alimentos, primero porque no son los cultivos básicos de la alimentación humana, si de los animales, y segundo por qué el hambre no constituye un problema de orden o naturaleza técnica – productivo sino político. Además, se vulnera un derecho inalienable como el constituido por la soberanía alimentaria, tanto en sus dimensiones productivas y de acceso sino además en la calidad de los alimentos dado que los OGM pueden poseer impacto en la salud de las personas.

El desarrollo de los OGM también pone en cuestionamiento al rol de la ciencia y los científicos que la integran, su neutralidad y conocimiento generado, ya para producir tecnologías sino también para resolver problemas aparentemente tecnológicos, como el del hambre en el mundo.

No se trata de un tema solo económico -productivo sino político, en sus aspectos que hacen a la toma de decisiones respecto de la asignación de recursos, preservación del ambiente y cuidado de la salud de la población y como tal debe resolverse, el desarrollo y difusión de tecnologías, que en ocasiones no resuelven los problemas, sino que los profundizan.

Como una vuelta de rosca de la revolución verde los OGM profundizan la erosión genética, la homogenización de las variedades y la utilización de plaguicidas

Javier Souza Casadinho
javier@huellas-suburbanas.info