UNIDAD NACIONAL VERSUS FASCISMO NEW AGE

El avance neoliberal por sobre el cuerpo social propaga la idea de que el otro no existe con lo que ha logrado romper el lazo social. El pobre, el indigente, se transforman en seres lejanos, casi invisibles. Pero eso dura hasta el instante en que aparecen cerca de nuestras casas,  lo que induce a pensar ¿me atacarán?,  ¿me robarán?  Y los transforma en el enemigo, junto a un sentimiento de orfandad.  Aparecerán como respuesta los modos del “fascismo new age”.

Los sectores bajos y de clase media baja irán conformando el “ejército de vagos”, o como algunos definen “el mal pueblo”.  Por otro lado, estarán quienes se auto-definen como “ciudadanos comunes”, que estarían constituyendo el “buen pueblo”. Estos apoyan políticas autoritarias, un poder fuerte, leyes de seguridad y hasta la pena de muerte, expresando siempre su racismo y xenofobia.

Si bien aún no se ha llegado a este punto álgido en nuestra sociedad, si se puede advertir que el riesgo de llegar a ese nivel está siendo abonado permanentemente desde los medios asociados al oficialismo. Hay que tener presente como esos nuevos modos de fascismo se han ido desarrollando en Brasil. Ha sido a través del proyecto comunitario que apoyaban las iglesias evangélicas y se terminaron a través de la expresión política que llevó a Bolsonaro a la presidencia.

Nuestro país transita por una democracia que sobrevive en circunstancias penosas, ignominiosas, como nunca antes,  desde 1983.  Como dijo Alfonsín en su momento, “en América Latina quien no distingue democracia formal de dictadura no distingue la vida de la muerte”.  Hay que defender la democracia pero no desinteresarse de sus formas: será participativa o no será.

No asistimos al gobierno casual de un personaje como Macri.  Él es el símbolo y el representante de una derecha histórica de nuestro país.  Esa que desde 1922 no llegaba al poder a través de los votos, porque cada vez que accedía al gobierno, lo hacía mediante los golpes de estado. Es la que trepa sostenida por un extremo individualismo, y por estar dispuesta a la entrega del patrimonio nacional e imbuido por el desprecio y la indiferencia quienes quedan fuera del sistema, por aquellos que sufren.

Cuando Macri reclama el juicio político de Ramos Padilla,  juez que investiga la existencia y el funcionamiento de una organización mafiosa que espía, extorsiona y condena a adversarios políticos del régimen bajo una fundamentación macartista e incompatible con cualquier normatividad democrática.  ¿No es esa una actitud dictatorial del actual presidente?  Y más, teniendo en cuenta que ya hubo sucesos similares, de su parte, contra periodistas, dirigentes sindicales, políticos opositores, abogados laboralistas y muchos otros. La persecución a ese juez, señala el fracaso, la aparición de pujas internas, y el comienzo de la descomposición del régimen.

Junto a ese comienzo de descomposición, debemos intentar el avance, la gestación  que permita el crecimiento de un Proyecto Nacional, aún en medio de la globalización financiera.   El no hacerlo será demasiado costoso, ya que el no impedir otros cuatro años bajo este régimen, podría llevarnos a la desintegración, de la que ya estuvimos a punto una vez.

En todo gobierno neoliberal el Estado no ejerce la soberanía,  sino que ésta se traslada al sector financiero. Por lo tanto el sector público pasa a ser un mero instrumentador de las relaciones del mercado con la sociedad y la economía, pero poniéndolas al servicio del mercado, no de la población.

Se puede observar que el endeudamiento es la clave de la economía y que los inversores extranjeros se dedican a especular gracias a  la bicicleta financiera. Los créditos se tornan exorbitantes, desaparece la obra pública, faltan remedios e infraestructura escolar… Menos trabajadores, menos consumo, al crecer la desocupación. “Pasaron cosas”, dijo el presidente, pero entre otras, fueron la baja del consumo de carne (precios prohibitivos para los sectores humildes) y el de leche (escasez de sachets en las góndolas y precios altos).  Como dijo alguien, “ni la Dictadura se atrevió a tanto; le sacaron la comida de la boca al pueblo”.

Sabemos que la dinámica política no es lineal; que es contradictoria y ya no rige la idea del progreso continuo.  A partir de ese punto surge la necesidad de evaluar la situación política y económica real para poder elaborar programas de acción que nos vayan acercando a los objetivos deseados.  Nada es más práctico que una buena teoría, por cierto; pero también se debe descubrir, cuando está escondida, la teoría que subyace en toda práctica. Propongamos entonces un Estado de Derecho, de Bienestar y Federal como marco general, y luego ver cuales medidas tomar acorde a los tiempos que vivimos. Esta es la tarea.

Más allá de la simpatía o la animosidad que despierten los candidatos, no se debe elegir el modelo socio-económico que imperará en estas tierras bajo esas prerrogativas. Es tiempo de madurar y dejar de lado la política puramente mediática. Si bien es lógico y prioritario el desarrollar un programa común, no es menos importante tener en cuenta que el primer paso será ganar la elección. En cualquier caso es imposible dar el segundo paso, sin haber dado previamente el primero. Y sin esa posibilidad no habrá chance alguna de desarrollar políticas de Estado, lo que conllevaría no el solucionar los graves problemas que arrastramos, sino el comenzar siquiera a establecer las bases para poder rectificarlos.

El quid de la cuestión radica en pensar y analizar si en el modelo a adoptar la distribución del ingreso será en favor o en contra de los asalariados; si precio de los alimentos estará determinado por los costos locales o por el mercado internacional; si habrá un tipo de cambio que favorezca a la producción o a la importación; si se generará un aumento o disminución del poder de compra de la población; si se tendrá  gasto público o restricción fiscal; si tendremos un sistema de seguridad social con jubilación pública o será negocio privado; si habrá soberanía nacional o subordinación al FMI.  Sobre estos ejes básicos podrá asentarse la unidad nacional

Luego de la caída de la última dictadura tuvimos un “Nunca Más” a las dictaduras  y a la desaparición de personas…

Está llegando la hora  de un nuevo “Nunca Más”.   Un  nunca más a “la entrega de nuestro patrimonio, al ataque a los pequeños y medianos empresarios, la violencia social contra los trabajadores, al  endeudamiento a favor de los timberos locales y globales, la represión y la persecución de la diferencia política”…

Juan Carlos Dennin
juancarlos@huellas-suburbanas.info