Ucrania está más cerca de lo que pensamos

Después de la retirada norteamericana de Afganistán, en la que los servicios yanquis pronosticaron una lenta recuperación de los talibanes y llegaron en días… Joe Biden necesita un triunfo, ya sea diplomático o armado.

Utiliza al débil Zelensky (ni siquiera pudo encarcelar al regresado ex presidente Poroshenko en el aeropuerto) fabricándole una silla de antitanques y sistemas antiaéreos.

Luego de colocar durante los últimos 30 años sus piezas alrededor de Rusia, desde los países Bálticos, Polonia, Rumania y ahora en Ucrania, la política agresiva del empresariado norteamericano quiere poner sus misiles a 5 minutos de Moscú.

El gasoducto Nordstream, terminado a pesar de todos los boicots, logra sortear el espacio y posible control ucraniano para hacer llegar energía a la necesitada Europa a precios más baratos que el norteamericano. Una poderosa excusa a favor de las represalias y sanciones a las empresas que se relacionen con las firmas rusas.

La creciente alianza entre megaempresas y sectores financieros chinos y rusos hace temer el área dólar con las perspectivas de la hegemonía tecnológica informática, aeroespacial y armamentista de sus competidores unidos. El ártico, cada vez más navegable, es muy conocido por los 20 rompehielos rusos, pero los “boys” no tienen uno solo allí.

En este peligroso juego de TEG mortal, los norteamericanos fracasaron en Siria, donde no pudieron repetir lo que le hicieron a Gadafi o Saddam Hussein, y la falta de respuesta efectiva en Crimea, donde la rapidez armada y el apoyo de la población permitió al presidente ruso controlar las bases de la flota en el Mar Negro.

La agresiva propaganda tiene seguidores en nuestro país. Los mismos que defienden todos los intereses de sus sponsors y fantasean con vivir en Miami ante reveses en sus odiados países. Repiten comunicados de los que ponen sus fierros en la frontera ajena, con el mismo entusiasmo con que patean los tobillos de un gobierno que se niega a firmar ya un ajuste para el conjunto más pobre de la población. Otros buscan despegarse de la política prudente de Putin y la equiparan con la ruleta peligrosa de Biden y sus generales/empresarios.

En este rincón de la desmesura, la deuda macrista es impagable. Nuestro gobierno buscó todas las alternativas para zafar del corto plazo y patear obligaciones. Es importante buscar apoyos internacionales para cuestionar la legitimidad y exponer la trampa con todo tipo de estudios legales. Agotar las mesas defensivas y apelar a todos los argumentos ante propios y extraños. El no pago como plan h es impensable.

Las consecuencias de tamaña decisión son impensables, dado el vicio bimonetarista de gran parte de nuestra “peculiar” clase media, el efecto paralizante del aparato judicial macrista, el tufillo desestabilizador de nuestros sectores dominantes y la debilidad moral de nuestro empresariado. Pero todos saben que no se puede crecer con esta piedra en el cuello.

Debatir la deuda se vuelve una obligación política, sin caer en aventurerismos ni posibilismos claudicantes. Gritar “no pago” y no explicar qué significa para el pueblo, trabaja a favor de los que nos quieren atar a un país para pocos. No denunciar a los responsables claros de este cuchillo en la garganta de nuestra democracia es erróneo. Pero más lo es no prepararse organizadamente para aguantar el tsunami de corridas cambiarias desestabilizantes, ataques inflacionarios, los ciclones de propaganda contra la situación que los sponsores crearon, la repetición constante multimediática de la inmensa mayoría de los defensores del privilegio, envenenando a los gritos la cabeza de nuestro pueblo trabajador.

Aquellos que se dicen tropa propia y cuyo ego humedece micrófonos, desde la incapacidad de no sumar un solo voto o formar una agrupación de 3, se agotan en criticar la letra chica. Desde la no propuesta ponen el acento en la crítica a un jugador de nivel internacional experto en deudas externas que ha hecho un trabajo excepcional y cuyos zapatos no son envidiados por nadie.

Los gobiernos antineoliberales avanzan en Latinoamérica, pero sin el poder de Brasil, aún son una coalición débil y es dudoso que estemos en condiciones de hacer un frente común ante las pretensiones de los neoliberales del norte.

Sólo el apoyo de los gobiernos Popular Chino y de la Federación Rusa son garantes de contrapeso contra la voracidad suicida de los que le prestaron lo imprestable al evasor confeso.

Ucrania esta más cerca de lo que pensamos.

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info