Tu ley no es mi ley

Reflexiones post electorales

Resulta ser que una pitonisa hace unos meses, en una de sus últimas apariciones públicas, vaticinó que la que se aproximaba iba a ser una elección de tercios. Milagrosamente la dama que puede leer el futuro acertó y aquí estamos con unos resultados electorales definitivos que emparejan aún más ese cuasi perfecto «Trío los Panchos».

Lo que no pudo vaticinar la pitonisa fue el orden de los factores, que en este caso SÍ altera el producto. Bueno, aunque pensándolo bien, a un año del atentado que la podría haber llevado a la muerte si la bala hubiera salido, quizás no quiso compartirlo con unos simples mortales que no entienden el perfecto arameo en el que algunos quieren creer que habla.

Muy a mi pesar, debo decir que puedo llegar a entender a quienes depositaron su confianza en el León liberal, devenido en novio de una afamada comediante rubia recientemente separada. Es cierto que sus propuestas son (además de impracticables) contrarias a los intereses de la mayoría de la gente que lo ha votado. Pero también es cierto que los políticos nunca cumplen lo que prometen. Entonces ¿Por qué justo éste cumpliría? Si todos suben prometiendo cosas que NUNCA HACEN.

Ya sé: que la pandemia, que la guerra, que la sequía, que los extraterrestres. Todo eso ya lo sé, pero también puedo apreciar un Estado bobo (más bobo que en la gestión anterior) que no llega a quien más lo necesita y no para de beneficiar a un puñado de poderosos que ya ni sabe dónde guardar tanta plata, plata que le falta a la mayoría de la gente, mucha de la cual ha elegido meterse en la jaula del León liberal.

Total, perdido por perdido, capaz funciona romper todo «Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado” se decía en los 90 y ya no importa recordar que en aquella época no funcionó. Tampoco importa mucho que dentro de la jaula de ese León liberal esté lleno de economistas-dinosaurios (¿vivos? como preguntaría otra rubia) que son ni más ni menos que los arquitectos del castillo de arena que fue la convertibilidad, ahora devenida en dolarización.

Delante de escena van alternándose distintos actores; detrás siempre lo mismo. Grandes grupos de poder que nunca pierden.

Así escrito parece una metáfora esto del detrás de escena, aunque si vemos la presentación del futuro ministro de economía de la única candidata presidencial (mujer) del “Trío Los Panchos”, esta metáfora se transforma en una escena dantesca.

El tipo diciendo que «tienen un plan» mientras detrás pasaba una pantalla con anuncios de marcas «auspiciantes» si es que el término pudiera usarse para transmitir este fenómeno patético. Destaco única candidata mujer porque eso de la paridad y zaraza, ya ha quedado en el pasado, paradójicamente los espacios más conservadores son quienes cumplen la consigna del “cupo”. Todos tipos (y qué tipos). Bueno, los conservadores y los “zurdos” que ¿extrañamente? vuelven a coincidir, como suelen hacerlo a la hora de la votación en el Congreso. Siempre tendremos a Myriam y a Manuela vestidas de rojo con el puño en alto.

En fin, unos párrafos antes expresaba que entiendo el voto mayoritario, tristemente. Aunque no lo comparta no me queda otra que entenderlo. Estamos viviendo una pesadilla que está durando ocho años.

Y sí, llegó el momento de reconocerlo, estos últimos cuatro años transcurrieron en medio de un desesperante gobierno de ineptos de la peor calaña, de esos que «se creen mil» y no valen ni una puteada. Gente que mira al Estado con una expresión en el rostro que sólo puede describirse con la siguiente metáfora: «como si estuvieran oliendo mierda». La gestión anterior gobernaba creyendo que este «es un país de mierda». Y así la gente de a pie va sintiendo cómo las autoridades elegidas democráticamente van denigrando día a día su vida cotidiana, rompiendo todo a su paso, incumpliendo promesas, retrasando anuncios (o mejor dicho anunciando anuncios que nunca se anuncian), escuchando cómo esos gobernantes les cuentan «lo bien que nos va». Que hay casi pleno empleo, que se construyeron casas, que el organismo internacional nos vuelve a perdonar no cumplir con las metas de hambre y desolación a la que nos comprometieron ellos mismos. Los hospitales colapsados, las escuelas colapsadas, la calle colapsada de inseguridad, la justicia colapsada de injusticia, los sindicatos colapsados de fotos posando sonrientes junto a los verdugos patronales (públicos y privados) y así podríamos seguir enumerando colapsos.

Si llegaron hasta acá pensando que les iba a decir qué hacer con su voto, o al menos compartiendo lo que yo voy a hacer con el mío, lamento desilusionarles porque siento que nada de lo que está por venir será mejor. Todavía no sé qué haré cuando entre al cuarto oscuro, porque la realidad es desconcertante.

Hace meses que pienso, sin saber mucho de economía: ¿Cómo piensan que va a detenerse (ya no bajar) la inflación? Todos los meses aumenta la nafta, las prepagas de salud, las prepagas de comunicación (telefonía e internet), el transporte, las escuelas privadas, los alimentos, los subsidios a los servicios en franca retirada. Pues no se detuvo.

Mágicamente luego de la derrota electoral se produce una devaluación «moderada» acompañada de medidas para «aliviar el bolsillo». Esas medidas ni siquiera las acompañan los gobernadores que impulsaron la «lista de unidad» del candidato que anuncia estas medidas por una red social, y que encima no alivian mucho.

No dejo de pensar que, quizás, si estas medidas se hubieran tomado antes y no después de una contienda electoral, el alivio se hubiera sentido un poco más y quién sabe, hubiera motivado al voto popular. Ni siquiera eso, el candidato tiene tan sólo un control remoto sin pilas, que más que control es un palo largo que presiona botones a lo lejos para cambiar de canal para que no cambie nada.

¿Se acuerdan cuando usábamos palos de escoba para cambiar los pocos canales que se sintonizaban? Bueno, tampoco es que había muchas opciones para ver, por más que se cambiara de canal. Me refiero a la televisión de aire ¿O a la realidad actual? Les dejo la respuesta a su criterio.

Volviendo al principio de mi planteo entonces ¿Cómo no voy a entender ese voto?

Un voto cansado de ponerles la corona a distintos lobos con piel de cordero, ahora decide coronar directamente al León… que inexorablemente te puede llegar a devorar.

Será al menos una salida de este círculo infame de desgobierno y desidia.

Esa ley (de la selva) no es mi ley, es Mi-lei.

Soledad Verónica Abella
soledad@huellas-suburbanas.info