Tomar distancias para enriquecer la perspectiva

Muchas veces, la dignidad no pasa por permanecer batallando en una lucha interna en desventaja y ya conociendo de antemano la futilidad de la misma, sino en saber cuándo retirarse de dicho conflicto y volver a tomar impulso para aportar a una nueva –y difícil- construcción desde otros parámetros.

Llegamos a un nuevo final de año, en este caso ya cumplida la mitad de los mandatos gubernamentales y legislativos elegidos por el voto popular hace dos años. Si bien absolutamente signados por la pandemia, a todas luces ha sido un apreciable período de tiempo poco aprovechado por el Ejecutivo (en todos sus niveles) para acelerar un proceso de reconstrucción nacional, apuntalado por una matriz netamente productiva en desmedro de los viejos lastres rentístico-extractivista (parasitarios) que tanto daño le han hecho al conjunto del país… y tanto le han llenado los bolsillos a escasos puñados de familias, digamos, a lo largo de los últimos 200 años.

Ya ningún funcionario con una mínima dosis de honestidad oculta esta realidad. Y como esta modesta publicación popular no nació con halo de alcahuetería, tampoco hacemos la vista gorda a esto que nos pasa, y esto que nos toca vivir, en muchos casos, de penoso modo.

También es cierto que se percibe, al menos en los datos duros de las planillas de Excel, un repunte en la producción industrial con su consiguiente mayor demanda laboral. Ojalá llegue a tiempo para los millones de hundidos y ahogados del sistema bajo pandemia, neoliberalismo o estancamiento made in sintonía fina, que podemos situar en los últimos 2, 6 o 10 años, según lo desee cada paladar ideológico y cada cual con su porción de aceptable verdad argumental.

Ahora parece que todo se circunscribe a cerrar acuerdos con el FMI. Que sólo pueden oscilar entre ser extremadamente vergonzantes, o aceptablemente vergonzantes, si es que cabe auto-convencernos de algo así. Pagar deudas fraudulentas, investigables, que no representaron ni una obra contundente en beneficio de la nación, y encima de todo ello, tener que salir a festejar el pago de la misma… como mínimo, parece extravagante e incluso da un poco de vergüenza ajena.

Por cierto, jamás negamos la enorme responsabilidad del bloque político opositor mayoritario, tanto por las cuentas y el marco de endeudamiento criminal dejado a su paso, como por su increíble ausencia de autocrítica en consonancia con un repentino-supuesto rigor analítico para señalar lo que ellos consideran negativo de la actual gestión, pero curiosamente sin pronunciar ni la menor palabra respecto a lo actuado por ellos mismos hasta hace poquito tiempo atrás.

Como telón de fondo de dichas luchas intestinas sin solución a la vista (y a las cuales hay que añadirle las internas dentro de las internas, las zancadillas, roscas y agachadas por aquella obsesión de cubrir aquella máxima “contratos o muerte” parida en los años 90 y con un fenomenal crecimiento hasta nuestros días) se yergue una ciudadanía razonablemente desinteresada del devenir institucional, abrumada en su gran mayoría por una realidad colmada de sinsabores, promesas de campaña, “alivios” circunstanciales para asegurar la “paz social” (para calmar a las fieras, digámoslo sin eufemismos), temores, incertidumbres no sólo por el coronavirus del cual la mayoría ni se está preocupando –basta salir a la calle y acercarse a ámbitos muy concurridos, como centros comerciales o espectáculos al aire libre, para comprobarlo- sino fundamentalmente porque no se puede llegar a fin de mes. Más de la mitad de la sociedad no es dueña siquiera de forjar su propia vida con dignidad en términos económicos y materiales.

Por todo ello, las editoriales de Huellas Suburbanas optarán, de ahora en más, por tomar ciertas distancias de cualquier interés o especulación político sectorial, con el sano fin de acceder a una mejor perspectiva de los hechos y las realidades más acuciantes de la parte mayoritaria de nuestro pueblo.

No insultamos. Tampoco aplaudimos incondicionalmente. No castigamos sin causa comprobable, pero tampoco mendigamos desde la obsecuencia. Es más: Ni falso periodismo independiente, ni periodismo militante sólo para convencidos. Mejor transitar una propuesta de “periodismo-periodístico”, con honestidad intelectual ante todo, y que le toque la que le tenga que tocar a quien sea. Guste o no, no existe otro modo de aportar un poco de claridad bajo esta bruma espesa del valle de la comunicación tendenciosa.

Esperamos cumplir con nuestras expectativas profesionales y continuar ofreciéndoles una publicación que luche cada día más por su propia autonomía, sin perder nuestros ejes de aporte crítico para una reconstrucción nacional, regida por la producción y el trabajo de calidad que tanto hace falta y ansían conseguir millones de compatriotas.

Aunque a muchos no les simpatice estar leyendo estas líneas ni confirmar nuestra tozudez a favor de nuestra independencia real, será un enorme desafío mantenernos afirmados a estas banderas en alto, y lejos de claudicar hacia uno u otro sector en cada coyuntura, por el contrario, profundizar en estas convicciones que nos dan sentido de continuidad a través del tiempo. Contra viento y marea.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com