
06 Dic ¿Todos al ataque, o negociamos un empate?
El neoliberalismo logra bajar la vara de las expectativas del gobierno popular. Corre tanto los mojones de las conquistas sociales, que buena parte del pueblo se va conformando con recuperar parcialmente lo que les arrebataron con anterioridad. Y tras cada embate, siempre es un poco menos. Hasta ser arrastrados al subsuelo de la defensa de los puestos de trabajo, cualquiera sean sus características salariales y de seguridad social (pequeño lujo de nuestro tiempo).
La situación se agrava, bastante, cuando comprobamos que al gobierno nacional en uso de sus funciones, que fuera votado con una enorme expectativa transformadora y de redención contra tantos atropellos efectuados por la cartera anterior, ahora resulta que, acaso en aras de negociar condiciones (de las que se conocen, y de las otras) con el FMI para asegurarse “gobernabilidad”, le da lo mismo la prisión o la libertad de Amado Boudou, Milagro Sala, Luis D´Elía y otros presos políticos cuya probable perspectiva sea pasarse los cuatro años de gestión de Alberto Fernández tras las rejas. Cierto es, huelga decirlo, que se trata de una coalición de gobierno donde muchos funcionarios hicieron votos y esmeros a favor de las prisiones de todos los anteriormente mencionados… y más también.
Ello denota un constante bajar la vara y desplegar las condiciones forzosas para el conformismo de encuadre cuasi fatalista.
El “es lo que hay” y “más no se puede” son los dos más acabados rezos laicos de nuestra política vernácula actual.
Difícil reconstruir una épica del entusiasmo militante en este marco, máxime cuando “casi” se comete el “error” de determinar que el flaco 5% de aumento que percibirán jubilados y pensionados durante diciembre, sería “a cuenta” del aumento a realizarse en marzo venidero. ¡Ni Mauricio…!
No se puede depender, semana tras semana, de una bombera que alce su voz y apague cada incendio que la propia negligencia ú orientación de otros funcionarios genera.
Redundante es señalar que las ofensivas multimediáticas y político judiciales no amenguan en absoluto. Más bien, todo lo contrario. Pero también es necesario advertir que buena parte de las constantes mojaduras de oreja opositoras, llegan hasta Balcarce 50 porque hallan terreno permeable para animarse de ese modo.
Digámoslo: Al gobierno nacional le entran las balas. Pero las heridas, de momento, no son graves, en parte por el esquema de unidad que aún se conserva al menos a nivel nacional –que a escala distrital deberíamos indagar en términos bien distintos, pero por ahora decidimos omitirlo-, y en parte gracias a la carencia de fortaleza política, organizacional, de cohesión y hasta ideológica, en estos momentos, del bloque opositor mayoritario.
La instalación de una propuesta opositora que despierte alguna esperanza entre los sectores sociales medios, pondría en serios apuros al Frente de Todos de cara al año electoral que se avecina.
Por ahora, la precariedad del neoconservadurismo amarillo resulta de una indirecta colaboración para el oficialismo. A ello le añadimos las múltiples políticas y esfuerzos realizados por el gobierno a lo largo de este penoso 2020 del coronavirus, para sostener aspectos troncales de la vida en sociedad, tales como la inversión en salud, el ingreso básico y la educación pública. Y, reitero sólo por ahora, con ello parece alcanzar para arribar al final de este año con la camiseta transpirada pero sosteniendo un empate con algunos goles de bonita factura, lástima que con autogoles que, de haberlos evitado, hoy darían una ventaja mucho más considerable para los capitaneados por Alberto Fernández.
Los esfuerzos de unos, versus las operaciones de otros, derivaron en una situación de discreto empate.
A las derechas les fascina ganar en todo, sea como sea. ¿El bloque nacional popular, irá por su triunfo en toda la línea, o se querrá conformar con hacer tablas, nomás para mantener todo tal como está, sin ofender en demasía a los del otro bando?
Casi no habrá entretiempo. Luego de los grandes debates de diciembre, sobrevendrá una pronta etapa de reagrupamientos para volver a salir al ruedo.
Mientras tanto, los postergados de siempre, que se cuentan de a millones, se mantienen poco menos que al margen de todo lo anteriormente narrado, y disputan su propio partido, sin roscas pero con mucho mayor drama, que es el de la supervivencia. Allí, el oponente es mucho más poderoso. No negocia. Y si te gana, no da revancha.