
02 Sep Sudor frío
Con la esperable sorpresa de ver como lo que se dijo tantas veces se hacía realidad, nos erizó la piel ver un arma gatillada frente a la cabeza más preparada, la que mejor comprende lo que nos pasa y necesitamos. No solo por el amor incondicional de una mujer que pagó con familia e innumerables sinsabores ser la mejor política en acción de los últimos 50 años. Es el terror de volver a sentir en el cuerpo lo que tantas veces estudiamos en largas noches de libros.
En la España de la década de los años 30, tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera y la caída de la monarquía se desató una escalada de violencia real, no estas mantequitas de me dijo y no me dijo, sino de pistoleros que mataban al contado a políticos de uno y otro lado de la valla. Derechas e izquierdas, de esas que gritaban revolución social y acumulaban armas para realizarla, se disputaban el titular viendo quién pegaba más fuerte y más arriba en la escala de las contradicciones. Eso terminó con una guerra civil de millón y pico de muertxs, exilios, campos de concentración y hambre para mayorías y privilegios sin fin para pocxs. Una dictadura de décadas. Sería inteligente estudiar para evitar procesos ya experimentados.
Es cierto que hoy el capitalismo concentrado tiene más seguros, armas, hipnosis colectivas en pantallas de todo tipo y tamaño, carteles de publicidad para no dejarnos ver otra cosa… estamos en un terreno minado hasta el infinito. Pero también que el miedo de sus verdaderos dueños (no los testaferros, no los socios menores y cómplices bien pagos de estrado, editorial, radio y televisión) está más preparado y prevenido. Al menor indicio de amenaza en el ajedrez de la política, donde sus jugadores amenazan con algo más que palabras al otro y los nuestros tienen manos atadas por espionajes de vidas privadas, los anteojos rotos por la cárcel (Milagro, Boudou, De Vido) juicios (Axel, Cristina), el cuerpo y la mente dolorida por deudas impagables, trabajo acumulado, denuncias bajo el brazo para cualquiera que se atreva y vallas de todo tipo para avanzar. Sin contar una audiencia sedienta de cambios, transformaciones y justicias postergadas.
Nada ha cambiado para que estos “empresarios” nativos y extranjeros, sus representantes en los partidos de derecha, medios, tribunales y mercenarios más o menos regulares, dejen de operar para proteger la sombra del gesto de una brisa sobre sus intereses. Cristina es algo más que eso, y lo saben. Pero también la punta de una pirámide que la excede, que la sustenta y sostendrá en momentos duros.
Tenemos muchxs cuadrxs en formación, cultivados a su sombra gigantesca. Hay mucha organización popular que se alimenta del calor de esas manos y sonrisa. Hay varias generaciones ya que aprendieron de su pedagogía política clara y precisa. No les será fácil derrotar eso.
La historia la escriben las personas. Nada está predeterminado. Nosotros debemos estudiar más y aprender de derrotas pasadas para evitar minas y «cazabobos» ya probados. La primera tarea es frenar este proceso de palabras desmesuradas y sentimientos desatados, que preparan escenarios de más sangre.
Pero también hay que medir cada paso de los que no convenceremos con diálogo y gestos humanitarios. Entender sus lógicas depredadoras y desarmarlas con inteligencia. Apostar a construir mayorías organizadas, no divos/divas ni personalidades caprichosas, generar más unidad de criterios e intereses comunes, desde la confianza del trabajo cotidiano.
Batalla de ideas decía el gran Fidel. Pero con cuerpos que las sostengan.