
07 Oct Sordos ruidos
“Esos nenes con superpoderes
hoy se trenzan en juego espartano,
como lenguas de fuego que arrasan
a su paso todo lo que pueden”.
Carlos Solari, Nuotatori Professionisti.
Son épocas de elecciones, de toma de responsabilidades. El recorrido previo al acto democrático de sufragar en nuestro país aparenta haberse convertido en un espejismo oscuro, sombrío, donde se siente miedo y se verbaliza esperanza, donde se verbaliza esperanza mientras se actúa la opresión. Todo un síntoma de época.
Desde esta columna ya hemos insistido lo suficiente sobre el vacío conceptual, la difuminación de la identidad popular y la falta de respuestas concretas a las demandas del pueblo que caracterizaron al menos las tres últimas campañas electorales y por ahora no volveremos sobre ese punto. No obstante resulta interesante señalar una de las características más significativas de la cuestión, y que tiene que ver con la liviandad absoluta con que se invocan banderas como la libertad, la independencia o distintas visiones sobre el futuro, desde casi la totalidad del arco político con absoluta irresponsabilidad.
El caso de la libertad y la independencia, como ejes conceptuales desde los cuales vertebrar prácticas políticas que rompan la medianía liberal, es paradigmático de la imposición hegemónica de la idea del conocimiento como una mercancía. Cuando nada se profundiza, cuando no se resignifican el lenguaje y sus contenidos a la luz de la experiencia histórica en interacción directa con la coyuntura social actual, es cuando aparecen las sombras y la mediocridad confundiendo a pardos y overos.
Así, por citar un ejemplo, la apropiación y el acicate por parte del imperialismo del anhelo sincero del pueblo catalán por independizarse, con el único fin de imponer condiciones desde el terreno en la Península Ibérica, ha ganado inesperados y fervorosos adeptos de supuestos nacionalistas populares y de izquierda en éstas pampas. Confunden el repudio a la represión del neoliberal pro imperialista Rajoy con la defensa del neoliberal pro imperialista Puigdemont, dos caras de la misma moneda. Olvidan, nuestros amnésicos colegas, que la defensa irrestricta de la unidad continental latinoamericana es una cuestión de principios y que el impulso que puede darle una victoria final del independentismo catalán a los movimientos similares que ya están en marcha en América Latina tiene límites absolutamente impredecibles. Como última acotación a este punto, el próximo sábado 7 de Octubre se vota en Río Grande do Sul, Brasil, un referéndum separatista impulsado por el frente sedicioso “O Sul E Meu Pais”. ¿Contará también este intento embrionario de asonada imperialista con el apoyo de nuestros voluntariosos azonzados?
Otro punto a destacar es el reciente encuentro del Comité Central Confederal de la CGT del 3 de Octubre en La Fraternidad. El triunfo de la posición conservadora del llamado sector de “los gordos”, que encarnó en el discurso conciliador del triunviro Juan Carlos Schmidt, intentó tapar la falta de conectividad concreta de sus palabras con la dura realidad social en que está inmersa la clase trabajadora en su conjunto. No hace falta ser un iluminado para observar la irrealidad, los intereses y el miedo que contienen la falsa esperanza de la dirigencia cegetista en que el gobierno oligárquico revea su rumbo o se vea persuadido por un “diálogo” que nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste. Y he ahí toda la visión de futuro de la. CGT a quién, a no tergiversar, no se le pide desde aquí ninguna solución política ni electoral, sino que sencillamente defienda de manera incondicional los puestos de trabajo y las condiciones laborales de los trabajadores. Nada más y nada menos.
Contra tanta mentira despiadada, tanta verdad travestida, tanta banalidad y superficialidad necesitamos romper el cerco mediático, recrear lenguaje propio y, sobre todo, dotarlo de contenido, reaprender a organizarnos alrededor de medios de comunicación popular. Vencer el impulso del sálvese quien pueda. Afortunadamente, el despojado, el oprimido, el expulsado del sistema en épocas de apogeo del poder de los despiadados, suele ser más solidario que el que trata de sostener su posición dentro del sistema, y es necesario aprovechar esa condición para generar nuevas herramientas de contención colectiva que supere el mero asistencialismo.
El pensamiento dado vueltas alrededor de uno mismo ahorca, lo que libera es el sentido colectivo; cuando el pensamiento se traslada al plano colectivo nacen asociaciones y lugares que las contienen. Es una cuestión de necesidad. Y es la tarea de la hora.