“SÓLO QUEDA EL ESTRÉS”

Testimonio de primera fuente en tiempos de Covid

Entrevistamos a Raúl Garavaglia, quien es jubilado del Banco Provincia, para que nos cuente su experiencia en relación al contagio del Covid-19. Raúl es integrante la Comisión Directiva de PROVINCIARTE, una Asociación Civil creada por jubilados y activos de esa entidad, destinada a promover todas las expresiones de arte que realicen sus asociados. Además, es Psicólogo Social, Licenciado en Ciencias de la Educación, Comunicador Social y Profesor en Comunicación Social. Se dedica ahora al teatro, fue dueño desde 2012 hasta el 2018 de Corintio Teatro, junto a Pablo Razuk. Es un habitante de C.A.B.A. que vive en el barrio de Boedo.

Todas estas experiencias laborales y académicas nos hicieron pensar que seguramente sabe comunicar muy bien, mejor que la media, por eso le pedimos que nos cuente con lujo de detalles. ¿Cómo se vive habiéndose infectado de Coronavirus? ¿Cómo fue en tu caso? ¿Cuáles fueron los primeros síntomas?

Hacia mitad de la semana, un jueves, mi esposa empezó con un poquito de tos seca y luego a levantar fiebre. Pero levantar fiebre implicaba subir, directamente a 38 grados en poco tiempo. No sospechábamos que era COVID porque ella es súper cuidadosa. Decíamos que no nos íbamos a pescar el corona virus, pero sí nos íbamos a intoxicar con alcohol. Tomábamos todos recaudos, por ejemplo adoptamos costumbres orientales, nos sacábamos los zapatos. Le limpiamos las patitas al pobre perro con alcohol. Las medidas de prevención estaban todas activadas. Ella empezó con una tos cortita y recurrente, como si tuviera una plumita en la garganta. Ese jueves, cuando empezó con la fiebre, decidimos llamar a la obra social. Enseguida vino el médico a casa, en menos de una hora. La atención de nuestra Obra Social, AMEBPBA, fue excelente siempre, durante toda la enfermedad, quiero destacar eso. El médico la revisó tomó la fiebre, la auscultó, mi esposa le comentó sobre sus enfermedades preexistentes, ya que es celíaca y padece el síndrome de Hashimoto, que va asociado con la celiaquía y el mal funcionamiento de la tiroides. Le dijo que se controlara sobretodo la fiebre y cualquier otro síntoma que tuviera, que llamara nuevamente a la clínica. A la hora que se fue el médico, nos llamaron desde la Obra Social avisándonos que al día siguiente iban a venir a hisoparnos. El médico no había hecho mención de eso, sin embargo por precaución debido a sus antecedentes de salud vinieron a hisoparla al domicilio, y a las 24 horas ya teníamos el resultado positivo. No entendíamos muy bien cómo podía haber sido que nos contagiamos. Eso tiene que ver con la omnipotencia, con que a uno no le va a pasar. Por algún lado, alguna puerta, alguna ventana puede ser que el virus si instale.

¿O sea que Uds. no tiene idea cómo o dónde se contagiaron?

Aún nos estamos preguntando cómo fue que nos contagiamos. Pero nunca lo sabremos.

¿Cómo siguió el tratamiento o el seguimiento médico?

Una vez que tuvimos el resultado comenzó un seguimiento telefónico. Nos dijeron que no hacía falta internarla, porque no aparecían síntomas que tuvieran que ver con lo respiratorio. Ella respiraba normalmente. Eso le daba tranquilidad a los profesionales, respecto a su capacidad respiratoria. Obviamente durante 14 días nos instalamos en casa, los dos solos. Y nos dijeron que no podía entrar ni salir nadie. Nos dijeron que era probable que yo estuviese infectado. Que podía tener algún síntoma. Afortunadamente nunca pasó, todavía estoy esperando. Este virus tiene aún mil incógnitas. Así como no nos explicamos cómo ella fue propensa al contagio, no nos explicamos cómo conviviendo, con todos los recaudos, sí, pero conviviendo en la misma casa, yo no haya manifestado síntomas. O si tuve el virus, nunca me enteré.

¿Cómo fue la evolución de ella?

Fue mejorando durante las dos semanas posteriores. Un síntoma que padeció fue el agotamiento físico. Comenzaba a acomodar algo en la casa y se agotaba. No tenía fuerzas. Era como que el virus le chupaba las fuerzas. No era cansancio respiratorio, sino solamente físico. La molestia en la garganta comenzó a ceder. Le dijeron que la tos iba a persistir. Aún hoy cada tanto tiene como esa molestia en la garganta que la hace toser. Como si fuera más del tipo de lo alérgico. También tuvo malestar estomacal, sin definición de ningún tipo. Solo le dolía, le molestaba el estómago. Tenía movimientos en la panza. A todo esto la fiebre ya había cedido.

¿Tuvo el síntoma de la pérdida del olfato?

 No, un día a requerimiento de ella que le parecía que estaba perdiendo el olfato le hice una prueba. Mojé una servilleta con agua y otra con vinagre. Enseguida reconoció los olores de ambas. Pero luego comenzó a decir que no le sentía gusto a la comida. Pudimos verificar que momentáneamente había perdido el gusto. Todos estos síntomas se dieron aislados unos de otros. Como si el virus hubiera realizado un recorrido por su cuerpo.

¿O sea que no la pasó tan mal como en otros casos que se conocen?

 Si dijéramos que la pasamos mal, estaríamos victimizándonos. Queriendo ser protagonistas o adjudicándonos un lugar que no es verdad. Porque estos malestares fueron leves. Si uno escucha con atención lo que le pasa a otros pacientes, el cuadro que vivimos fue muy leve. Sólo el cansancio, que eso sí era muy evidente. ¡Y nos queda un estresaso! Durante los días de aislamiento, sin decirnos nada, ambos separadamente, al llegar el atardecer y luego la noche no dejábamos de pensar “¿Y mañana qué? (nota de la redacción: ¿Seguiremos vivos, cono seguirá esto?)” En espera de algún síntoma más grande, más detonante, más complicado. Cuando llegaba la próxima noche otra vez la misma pregunta. Era muy angustiante.

¿Esto lo atribuís a una auto presión psicológica debido a la sobre información que hay sobre el tema? ¿O a la mala información? ¿Al conocimiento de los casos graves que hubo que se dieron a publicidad?

 Creo que tenés vecinos, hijos, amigos de tus hijos, parientes, amigos, familiares, que sabés que pasaron situaciones graves. Sobre-información que no alcanzamos a procesar, verdadera, falsa, más o menos. Gente que se adjudica saberes que no tiene, pero que sin embargo opina con una autoridad científica que uno se pregunta. ¿Será así? La cantidad de flyer que circulan por muchos medios que dicen “Para no tener Covid tenés que comerte un tomate todas las noches”, entonces todas las noches comemos tomate. Me parece que es tanta la información que circula, tan poco avalada por la ciencia, que, en nuestro caso específico llegó un momento que dijimos no hablamos más del tema. Porque además la gente conocida, de buena onda, nos llamaba y nos decía: -Che, sabés que me dijeron que tenés que hacer…? Entonces te empiezan a dar recetas para que comas, palta, naranja, kiwi, jengibre, vitamina c, el plasma, el huevo, semillas, no semillas no, no comas harina, nueces. Todo con buena onda. Uno empieza a dudar de todas esas cosas. ¿Será así? ¿No será así? ¿Será mi salud?

¿Cuál fue el síntoma que tu señora tuvo que nunca había padecido en enfermedades similares como gripe, por ejemplo?

Lo más distintivo, que nunca había padecido fue la pérdida del gusto. Eso fue clave y duró alrededor de diez días. Esto lo habíamos leído también. El gusto es una de las sensaciones más personales, porque para lo que uno es muy dulce para otro no lo es. Bueno, en el caso de ella, directamente no había gusto. Esto la marcó definitivamente.

¿El resto de la familia no conviviente con ustedes, en qué grado le afectó esta situación?

Mi yerno, que va a trabajar, tuvo que dejar de trabajar, hacerse todos los estudios necesarios para determinar si por ejemplo era asintomático, para volver a trabajar.

¿A vos no te hicieron ningún estudio?

 No, porque el protocolo indica que al conviviente no es necesario hacerle el hisopado. Al mes de haberle dado el alta a mi señora, recién puedo hacerme el estudio inmunológico, antes no da resultado.

¿Y los familiares cómo vivieron la convalecencia de tu señora?

 Al tener una enfermedad preexistente, mi hija llamaba dos o tres veces por días para preguntar cómo estaba su mamá. Eso te hace pensar todo el día en la enfermedad. El Covid te envuelve. Fueron catorce días de sólo pensar en el virus. Luego jugamos con la fantasía que no lo vamos a volver a tener. Pero el infectólogo nos dijo que no hay nada científico que avale esa conjetura. En tres meses podemos volver a infectarnos. El tema de la incertidumbre nos comía la cabeza. El ser humano vive buscando certezas. Y en este caso somos vulnerables por algo microscópico que no vemos. Sería como la cuarta herida narcisista.

¿La falta de una vacuna, juega sobre esa herida narcisista al poder tener control sobre nuestro cuerpo?

Hace dos años que no prendemos el televisor, excepto para ver películas, porque los noticieros te comen la cabeza. Además si lees diarios porque lees, si no leés porque no leés, ahora en esto de las vacunas ¿Qué poderes estarán jugando? Nada es inocente. ¿Por qué es mejor una vacuna que otra? Mejor la de Oxford, mejor la rusa, mejor la cubana… Ahora sumado a la incertidumbre, sumado a la falta de certezas, arriba la desconfianza de las fuentes. ¡Es mucho!. Antes con menos información, no estoy diciendo que estuviera mejor la cuestión, sino que era diferente, salió la Sabin y ¡Qué te ibas a cuestionar! Ahora agregále los antivacunas y la fantasía del chip que nos colarían en el cuerpo para captar nuestra información genética para dominarnos. Pensé en la gente que no tiene para comer, no tiene dónde vivir. En los ancianos aislados en geriátricos que no pueden ver a sus parientes. En mi caso, a mi a mamá no la veo desde febrero. Y no lo digo por mí sino por ella, que está con sus capacidades mentales a pleno, viviendo consciente lo últimos años de su trayectoria en esta vida, esperando el Día de la Madre, y sólo se conformó con una caricia a través de un plástico. También mi nieta una vez que nos vimos en la puerta de su casa nos dijo: Yo los quiero ver así, no a través de la pantalla. Esto para mi deja huellas en los chicos de todo el mundo.

Roberto Coluccio
roberto@huellas-suburbanas.info