Sobre lxs que informan

El/la que la relata produce realidad. Algo tan viejo como el lenguaje que se reafirma en cada emisión articulada de sonidos. Algo presente en cada mañana, tarde y noche cuando encendemos al cíclope omnipresente que nos imprime colores y palabras en la cabeza, por ser la ventana privilegiada para saber qué está pasando allende nuestra vereda.

 

Y nos desayunamos, almorzamos, tomamos mate y cenamos escuchando frases hechas que siempre están facturadas para darnos una imagen editada de la realidad. Aquí llegamos a nuestros queridos periodistas, esos primates con carnet (escote, chupín con zapatos de puntita, gritos desaforados, chivos permanentes de piojicidas, cremas, la felicidad en cajitas…). Gozan de horas para llenarnos de palabras, que nada describen y menos explican, cuando repiten una y otra vez lo que su productor eligió para ilustrar la línea dura impuesta por su jefe editorial/facho de turno.

 

Ahora parecen más modernos, porque vienen en parejita y no sólo un trajeado con cara de decir algo importante. Me gustaría conocer el sueldo comparado de los presentadores masculino y femenino en cuestión.

 

Describen la forma de las nubes, pero esas nubes (emblemáticas, caóticas, colapsadas… los lugares comunes y frases hechas de su rasti-oral) siempre ocultan a sus amos, dueños, espónsores, patronales… y poner en primer plano pobres desesperados que hacen negocios desprolijos (no como sus invisibles empresarios) o sobreviven al margen de las leyes (no tienen abogados y contadores a sueldo que los blanqueen), clases medias indignadas gritando estilo abuelo Simpson (extrañamente contra piqueteros, sindicalistas, peronistas, gobiernos peronistas, Cristina…), con cara de estar preocupados por todo y realmente por nadie.

 

Eso sin mencionar esos torneos de grosería, mentiras y superposición de voces fuertes, que parecen desorganizadas pero son un coro perfecto, presentados como foros de debate. En general sus representaciones buscan preformatear lo que se habla en la calle, el colectivo, la cola del banco, sobremesas, birra compartida en la esquina. La ignorancia y ensalada de conceptos irrelevantes (ya Discépolo los describió en los 30…) se empasta con la furia antipopular, antinacional, desmerecedora de cualquier logro cultural, económico social, artístico, científico patrio, de todo nuestro potencial de un país y una sociedad más justa, sabia, educada y potente. Una auténtica fábrica de estupidez planificada, prefabricada para las masas.

 

Que una señora que toma veneno en público, un payaso que se hace el piola mientras te mete furia en la cabeza; que servicios de la Embajada con voz grave o pirinchos con voz aguda, con acento cordobés o señores con chiva aristocrática tengan el rating y públicos pretendidos, son una catástrofe de trascendencia. Son un síntoma horrible de la cultura política actual, grave, deformada, psicotizante. Esta gente te enferma y lo más loco es que nuestro gobierno, a través de la pauta publicitaria, los financia.

 

Si no fuera por El Destape, esa cantera de jóvenes periodistas serios y comprometidos que cada vez que pueden develan operaciones donde siempre están en juego varios de millones de dólares o pesos del tesoro público, esto es, nuestros de todxs, estaríamos en manos y llenaríamos nuestras mentes de la pedagogía de la insentatez. Si no fuera por lxs compañerxs que abren sus micrófonos, páginas y pantallas a lo que realmente le pasa el pueblo trabajador, a los pueblos originarios, víctimas de todas las formas de violencia del poder, por género, edad, clase o barrio pobre: si no fuera por estos auténticos soldados de nuestros dolores, ya nos hubiésemos ahogado en la sopa de la locura.

 

Si no tuviésemos C5N (algunos programas, algunxs periodistas decentes), Página12 o al viejo cuadro que se saltó la fila de vacunación, estaríamos en Macrix.

 

Se hace imprescindible retomar el debate y la movilización de conciencias que provocó la Ley de Medios. Y esta vez, poner más fuerza para defender con más actores sociales, políticos, sindicales, religiosos, medios al servicio del pueblo y no de los poderosos. Fuerza popular consciente, plural y democrática.

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info