
05 Sep Sobre los debates posibles (en pandemia)
Existe una tendencia entre propios y ajenos a menospreciar lo que se plantea desde un lado y otro de la góndola electoral. Por no decir, al tomar distancia indignadxs de fotos, insultos, gritos desaforados, amenazas más o menos explícitas, tiros a candidatos y bombas a locales oficialistas…Nunca solidarizarse con la víctima, sospechada de antemano, cuando no condenada por su filiación y exposición. Menos tomar posición a favor de argumentos, ideas o proyectos planteados a un lado u otro de la mesa de boletas.
Francotiradores amateurs o militantes voluntaristas, librepensadores o independientes alejados de cualquier organización que comprometa sus tiempos y voluntades para obrar objetivos concretos; gastan sus bits, emiten proclamas indignadas por radio o tv, derrochan palabras contra el nivel de las declaraciones, propuestas y dislates de lxs candidatxs. Los peores son los que disimulan sus sponsors tatuados bajo el poncho de la independencia de criterio y libertad de prensa… como si tal cosa fuera posible en el capitalismo…
Las expresiones de cada uno refleja como tiene organizada la conciencia y podemos medir desde ese parámetro el valor de denuncias, spots, mensajes políticos, preguntas o respuestas. Y esas manifestaciones del estado de madurez de una sociedad, también verifican pobrezas, miserias, escaseces por un lado y humildad, generosidad, grandeza y templanza en otrxs. Cada unx puede calibrar las acciones de un/a político/a y en especial sus actitudes ante el golpe artero bajo el cinturón, la plancha del adversarix, el error propio o ajeno, la chispa o lapsus que muestra sus propias contradicciones en desarrollo.
No es mi intención juzgar, aunque ya es notoria nuestra posición tomada mediante a favor de los que combaten con buenas ideas, organización, valentía política y moral al neoliberalismo tramposo, irresponsable y concentrador de riqueza y poder.
El objeto de estas líneas es pensar colectivamente, ya que quien esto escribe es docente al fín.
Escuchar atentamente y verificar por sí mismos qué dicen y hacen unxs y otrxs. Quiénes se valen de entrenadores profesionales de la mentira y quiénes consensúan qué ideas y discursos representan mejor el estado de ánimo, las esperanzas y anhelos de las mayorías sufrientes. De lxs que perdieron y mucho con la pandemia, con las políticas de saqueo de sus posibilidades, de la caída buscada del salario y la jubilación, del robo descarado de los tarifazos… y de esa trampa descomunal de endeudar al Estado en dólares para fugar sus ganancias mal habidas en apuestas financieras que siempre paga la misma banca: lxs trabajadorxs generadores de valor. Es decir, Ud, estimadx lector/a.
¿Podemos considerar como potenciales francos competidores a los que se cruzan de frontera, de barrio y camiseta para medrar con un Estado que luego utilizan para negocios privados de socios y parientes?
¿Es posible olvidar qué hicieron unos y otros cuando fueron gobierno, en beneficio de mayorías o minorías? ¿Es lo mismo avanzar en derechos para franjas crecientes de población que recortar, ajustar, achicar las posibilidades de vida y la vida misma? ¿Una población castigada por dictaduras, gobiernos ajustadores, crisis y disputas sociales en las que se juegan destinos colectivos, pero que a veces pasan como las tormentas, vistas desde lejos, no debieran adquirir un poco más de prudencia y sabiduría para elegir?