
08 Feb Scherzo minimal
«Son babas del diablo que un mierda quiere mistificar. Las babas que calman el dolor que atrae la vida. Son babas del diablo que enredan a su generación, son las que distinguen al pez chico del pez grande…»
Indio Solari, «Las babas del diablo».
Puja distributiva. Establishment. Grieta. Pasan las décadas y la fábrica de zonceras coloniales se recrea a sí misma constantemente con una intensidad pasmosa. Además cuenta en esta era, la Edad de Plástico inflamable y descartable, con la ventaja de las redes sociales. Y a la par, usufructúa como nunca antes el maremágnum de pseudo ciencias anglosajonas que el imperialismo le tiró por la cabeza a sus semicolonias y su aparato comunicacional sistemático, para bloquear con eufemismos técnicos la visión real de las cuestiones dialécticas que debieran involucrar a la sociedad para su modificación. Y los difunde a mansalva, ya no a través de tres canales y dos diarios; ahora son veinticuatro horas con la canilla de veneno abierta. Esta es la lucha que hay que dar. Como la da la oligarquía. Intensamente. La batalla estratégica por el pensamiento, en condiciones desfavorables, pero más precisa que nunca.
Desmontar el lenguaje de la dependencia se configura en la tarea urgente y necesaria, de la hora e, intentando desandar ese camino, resulta interesante poner blanco sobre negro en algún que otro concepto.
Paritarias pandemicas. Un estudio reciente de la consultora Synopsis señala que en 2020 sólo dos gremios pudieron obtener aumentos que superaron la inflación anual: UTA (38%, +1,9%) y Camioneros (39%, +2,9%). Si la mayor parte de la masa asalariada perdió con la inflación, vio disminuidos sus ingresos por el mecanismo patronal de suspensiones o vacaciones forzadas o directamente perdió el trabajo, resulta difícil no concluir a primera vista que si la situación sanitaria y laboral no muestra mayores modificaciones, la pérdida de poder adquisitivo seguirá mellando la calidad de vida de los argentinos. Y más si el neo-alfonsinismo de los funcionarios gubernamentales logra imponer la «sugerencia» de techar la negociación paritaria en uno 30%. Sin conocerse todavía los datos del último trimestre de 2020, el Indec informó días atrás que en el tercer trimestre del año pasado el empleo registrado cayó un 9,2%, mientras que el empleo en negro se derrumbó un 18,8% y los cuentapropistas un 12,2%. Y se vuelve a la misma historia de siempre: los costos de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. En este marco dialéctico el gobierno popular, si es popular, debe inscribir su mirada programática: del lado obrero y popular o del lado de su antítesis. Se proyecta la nacionalización de las empresas estratégicas y la creación genuina de empleo de calidad o se negocia la artritis de los trabajadores argentinos con las condiciones de la Patria contratista.
Es a esta lucha a la que los medios de la colonización pedagógica llaman puja distributiva, lo cual no es más que un eufemismo mass-mediático con que se pretende señalar la desigual lucha entre la clase obrera, sus representantes y los propietarios privados de los medios de producción.
Este tipo de actitud patronal, rapaz, disputándose este pedazo de nación desmembrada es la característica del «establishment», que es como los yuppies dieron en llamar por estas épocas a la oligarquía, del mismo modo que rebautizaron a la lucha de clases cómo «la grieta». Ese, el de la grieta, la puja distributiva y el establishment (por citar sólo tres ejemplos), es el lenguaje del enemigo. El de ellos. El de la civilización, esta especie de legión extranjera que pone los recursos y el capital de toda la Patria, en función de acumular alimento para el centro de poder imperial. chino, norteamericano o londinense. El que sea, menos este pueblo y su hermosa barbarie.
De esta y de otras no menos sangrientas y originales maneras, nuestra nación desgarrada sigue desintegrándose. Aquella brillante síntesis conceptual creada por Vivían Trías para definir la balcanización de la Nación Latinoamericana, está más vigente que nunca. Cómo si los corceles godos que despedazaron nuestra unidad hubieran detenido su carrera demencial para terminar de hacer pedazos nuestras extremidades.
No obstante, no habiendo nada más que nada y que los días por venir, esta crisis del capitalismo es una nueva oportunidad para recrear la experiencia popular y despertar su conciencia hablándole a la clase obrera y popular de la Patria. En la memoria colectiva dormida, San Martín y Túpac Amaru, Ongaro, Tosco y Atilio López, siguen latiendo más fuerte que nunca. Por eso este pueblo entiende tan rápido cuando se le habla de la Patria y cómo defenderla. Por eso necesitan modificar su lenguaje. Por eso es tan necesario de una buena vez, sacarnos de encima para siempre las babas del diablo.