Retóricas

Hay corrientes de opinión que postulan el deseo como piedra basal de la concreción. Sin caer en idealismos, podemos comprender que sin un núcleo/hueso, no es posible sostener músculo actuante. Hace falta querer algo para trabajar, unir factores materiales, voluntades y realizar acciones para obtener resultados. Luego evaluar y volver a la carga con las correcciones del caso. Antes se llamada praxis, acción y reflexión. Pero primero hubo un deseo.

Y todo se procesa en palabras. A veces, en los lugares comunes de comentaristas. Otras, de las y los que se proponen  como aspirantes a ejecutivos o legisladores. Incluso y sobre todo, de esa gavilla de parásitos que viven de comentar lo que hacen otros.

Tenemos batallones de personajes de estos en los medios, seres que ganan un sustento produciendo debates sobre la vida privada, el deporte o las oraciones sueltas de personas que llegaron a ser influyentes por algo. Ningún arte o ciencia fundamentan sus ideas, sólo el guión que les susurra el insecto en la oreja desde el patrón, quien a su vez debe mirar el porcentaje de audiencia que provoca cada frase vacía o superficial. Si fuera comedia costumbrista, al menos sería cultura por la positiva.

Pero hay otras palabras que cargan armas. Por ejemplo, cuando un gobernador cambia a voluntad una cláusula constitucional. O plantea en conferencia de prensa que no le temblará el pulso… para enviar policías a provocar o apedrear/balear manifestantes, quemar autos, secuestrar o encarcelar opositores en camionetas de empresarios amigos… viejas recetas del arsenal de dictaduras, que terminan siempre con nuestra sangre y sus exilios dorados. Acumulan hoy, en cuerpos sufrientes, lo que facturan en dólares para gastar en Miami. O Uruguay, que es más caro, pero cerca e igual de impune.

Oraciones se propagan como combustible para intentar explicar -con balbuceos desaforados- para aquellos que no entienden qué está pasando, que no tienen la remota idea de guerras entre potencias, de derivas colosales de divisas y negocios formando nuevas redes de negocios planetarias, de catástrofes climáticas en el umbral… de uno de cada cuatro argentos con trastornos psíquicos, alimentados por los medios de masas, de la deuda que su voto bancó, por descuido. Y llegamos a amasar fascistas de cabotaje, intentando explicarse y sometiendo a quien los escuche, con sus escupitajos de odio contra todo lo que no entienden, pero están seguros de tener armado en sus cabezas. Imagino que con esos muñecos, el viejo Adolfo juntó tropas suficientes para incendiar medio planeta y quemar cuanta gente pudo… hasta descerrajarse una bala y una cápsula de cianuro como única autocrítica tardía.

En estos días de permanente incertidumbre y falta de algo sólido desde dónde pensar, un hombre trabajador y seguramente honesto, como por ejemplo, mi carnicero de confianza, y hasta con algo de afecto cotidiano, ganado a base de dar buenos consejos culinarios… Un señor que vende y gana bien, con compañera, casa, camioneta y vacaciones… un hombre capitalistamente normal, se ataca a los gritos en un discurso que bien podía haber dicho un camisa parda del viejo Adolfo, un discípulo de Patricio Kelly, o eventualmente un macrista desmedidamente desaforado… mezclando en su lógica a los «montoneros» en el gobierno,  nazis apoyados por Stalin para matar ucranianos, el narcotráfico y la política entera… Y me cerraron varias cosas. Por ejemplo, que este «revuelto gramajo mental» es el resultado de tantos que maman el estilo Lanata, o la prédica a lo Lilita, o ese señor que se hace llamar Baby (70 años… hombre grande…) o cuanto irresponsable gana sus dólares pervirtiendo la salud mental de compatriotas con basura inventada, mentiras recicladas y rumores incendiarios… Imagino, asimismo, que las redes ayudan en este esfuerzo por potenciar nuestras miserias, pero ando poco por esos lares.

Podés hallar y desencajar fácil uno de estos episodios, en la cola del banco o intentando hablar a un aspirante a dirigente neoliberal. Las crisis los re-producen como hongos en la humedad.

La palabra política debe reflejar los problemas reales y proponer ideas que se desarrollen en procedimientos para resolverlos. Si hay conflictos (siempre los hay), explicitarlos y hacer conocer los criterios que fundamentan caminos de salida. Prever y analizar a la luz pública los resultados esperados y los construidos, evaluar permanentemente, para ratificar o rectificar los pasos que llevan a determinadas metas, sean o no las esperadas. Menos calificativos  y más sustantivos. Pasión sí, pero para objetivar realidad y mirar con claridad y dimensión prudente. Si la patria es el/la otra, hay que protejerla y compartir en igualdad, con amorosa paciencia mutua.

Ya tenemos en claro qué queremos: distribuir la riqueza que nuestro trabajo produce, salir de la deuda y abandonar el Fondo Monetario, defender nuestros recursos naturales soberanos. Estas banderas estratégicas se enlazan con otras de más larga data: fortalecer los derechos humanos de todos con políticas de creciente inclusión, hacer más grande el territorio de la igualdad para laburantxs, géneros y edades más expuestas. Proteger a nuestros pueblos originarios, y participar de los beneficios de alianzas internacionales con Latinoamérica y los pueblos que comprendan el valor de la solidaridad y el beneficio mutuo.

Ahora, compañerxs con responsabilidades políticas, necesitamos que nos digan cómo lo van a hacer. Eso hará mas fuerte la unidad por la Patria. Un remedio natural para tanto náufrago en el borde de la pileta (climatizada).

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info