Resiliencia: El desierto del pensamiento

En estos tiempos se suele hablar de la postmodernidad y la pos-política, dos conceptos que van unidos en la concepción social del conflicto político.

 En la primera noción encontramos que la verdad ha muerto, es decir, cada quien se da su verdad ya que no hay sociedad sino individuos, como rezaba la Dama de Hierro. En la segunda noción encontramos el gobierno de los técnicos porque, claro, al haber muerto la ideología y que lo único que existe es el capitalismo, los problemas ya no son luchas por el cambio del sistema, sino simples problemas técnicos. Desde este punto de vista, se entiende al ministro Guzmán, quien no procede de la política sino del mundo de los técnicos.

 Siguiendo a Hegel, el filósofo del saber absoluto, podemos afirmar que el Todo es más que las partes y que esta concepción de la realidad importa a la hora de buscar soluciones, como se puede desprender este tipo de técnicos en áreas económicas hacia otras áreas, como es el de la salud mental.

 Ahora bien, el gobierno intentó, fallidamente, construir una Subsecretaría de Resiliencia. Esta palabra circula con mucha fluidez por los cursos de couching, autoayuda o demás técnicas new age de gestión de los conflictos individuales. Entonces, fíjense, que la intención del gobierno fue resolver por un lado técnico un problema que es social, la depresión.

 Hoy por hoy, el trabajo es escaso y cuando hay es sumamente precario. También la inflación que nos come el salario y los impuestos que no paran de subir. Intentar solucionar estos problemas con resiliencia, no sólo es un error político grave que demuestra que el pensamiento del Presidente es tierra atrasada, sino también devolvernos individualmente la responsabilidad por problemas sociales. Y, aún peor, generan estos couch la ilusión de que nos resolverán problemas, creando falsas esperanzas sobre algo que no va a pasar.

 Este gobierno hace todo para ser un macrismo invertido que se experimenta como progresismo, siendo este el carácter cínico de la ideología posmoderna y pospolitica.

 Es decir, el sistema crea los problemas y después nos culpa, en forma de “resiliencia” (recordemos que esta palabra implica un error propio que debe ser superado).

Al igual que pasa con el café sin cafeína o chocolate sin grasa, lo que nos queda como resultado es política sin política, es decir, sin conflicto, sin su sustancia determinante. Este tipo de discursos son negacionistas en el fondo: creen que a Hitler le faltó un abrazo, compresión y cariño, negando las relaciones sociales concretas que hacen que surjan los fascismos y el resentimiento social.

 Algo que ha hecho bien la extrema derecha los últimos años, ha sido cultivar y cosechar el odio, cuestión que la izquierda (en sentido amplio) no hace porque ha adoptado el esquema liberal de compresión y tolerancia como herramienta política, dejando de lado el núcleo dinámico de la lucha política, la lucha de clases.

 Tal vez sea hora de mostrar los problemas y no estar buscando soluciones posmodernas que solo generarán más frustración y resentimiento. El mensaje subliminal del gobierno es: no pienses, no cuestiones, no estudies las condiciones sociales que dan origen a las frustraciones, sólo anotáte a estos cursos de autoayuda y se solucionan todos los problemas.

Mauri Delpir
Mauri.Delpir@huellas-suburbanas.info