Racismo institucional y violencia policial

«El cielo, último límite para los sueños del consumidor, está cada vez más lejos; y las magníficas máquinas voladoras, en otros tiempos diseñadas y financiadas por los gobiernos para subir al hombre hasta el cielo, se quedaron sin combustible y fueron arrojadas a los desarmaderos de las políticas ‘discontinuadas’. O son finalmente recicladas, para hacer con ellas patrulleros policiales»  Zygmunt Bauman

El crimen policial-racista de George Floyd en Estados Unidos desató un movimiento de lucha Antirracista de proporciones comparables a las de 1968 cuando fue asesinado Martin Luther King.

La reacción popular expuso el racismo institucional predominante en EEUU, racismo que deviene de la esclavitud capitalista, y aclaro lo de capitalista, porque la esclavitud en EEUU no tiene que ver con el “modo de producción” esclavista del antiguo imperio romano.

Durante años y hasta el día de hoy está permitido (en EEUU) que clubes, escuelas y otros realicen prácticas discriminatorias, lo cual habla de millones de ciudadanos que reciben esa formación.

La esclavitud ha sido abolida legalmente y hoy no existen combates formales contra ella, pero persiste en cientos de instituciones la represión al negro que reclama derechos individual o colectivamente. Este prejuicio actúa sobre la policía como una orden no escrita, no expresada formalmente.

Así, la represión al negro no la declara nadie pero está más presente que nunca.

Y por casa

Con el fin de la dictadura, y recuperado el Estado de derecho, los militares pasaron a segundo plano y en la práctica abandonaron el escenario político represivo, dejando este rol a la policía y otras unidades de seguridad (Gendarmería, Prefectura, etcétera).

Al igual que durante el gobierno de facto, persisten mecanismos represivos públicos, «legales», y otros clandestinos e ilegales.

El llamado gatillo fácil es uno de los mecanismos ilegales de represión. La expresión «gatillo fácil» fue acuñada por diversos organismos deDDHH, principalmente por la CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) y alude concretamente a una ejecución extrajudicial.

La interpretación literal de la expresión «gatillo fácil» suele confundir al común de las personas, haciendo creer que se engloba bajo este término sólo las muertes provocadas por armas de fuego. En realidad, las organizaciones de DDHH comprenden en la expresión a toda muerte o daño grave provocado por un uniformado en forma ilegal, se utilice en ella armas de fuego o no.

«La pena de muerte extrajudicial aplicada por verdugo de uniforme», tal es el nombre formal del gatillo fácil, tiene una función distinta que la represión dictatorial. Se trata de efectuar una represión preventiva e indiscriminada contra los opositores potenciales, léase los sectores marginados por el nuevo modelo.

Se trata de efectuar una represión preventiva he indiscriminada contra los opositores potenciales, léase los sectores marginados por el nuevo modelo.

La represión preventiva está destinada a un control social más que al castigo de faltas o infracciones a la ley, y para ello el estado moderno faculta a la policía y otras agencias de seguridad.

Los nuevos enemigos para el imaginario policial, pasarían a ser el grupo de jóvenes desocupados morochos y de pelo largo que abundan principalmente en las periferias urbanas, o simplemente los pobres y miserables. En los casos de “gatillo fácil”, el discurso oficial excluirá la idea de cualquier tipo de represión política, siempre asignará al personal policial o de seguridad involucrado en estos casos un exceso en el cumplimiento del deber, o un delito sin conexión con los planteos de la fuerza o de las autoridades.

La construcción del antagonista ideal, podría ser una interpretación del llamado conflicto de baja intensidad, mencionado en el documento Santa Fe II, que diera a conocer una comisión asesora del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. En el nombrado documento se diferencian los conflictos por el grado en que implican a las distintas fuerzas de coerción del estado, y se sugiere la existencia de un conflicto permanente de baja intensidad (con mínima participación de fuerzas militares), que vincula el accionar ideológico de la búsqueda de consenso con una acción represiva paralizante de aquellos sectores potencialmente peligrosos para el orden vigente.

El método y su discurso 

Si hablamos de una metodología sostenida por los organismos de poder, es importante estudiar y verificar la existencia de un discurso justificador que construya simbólicamente la necesidad de tal método.

En 1987 la “Bonaerense” llevaba en los primeros 90 días la cifra de 103 “delincuentes” abatidos. Crónica titularía: “Guerra total al delito”, en esa época se produce la llamada “masacre de Budge”.

Desde el punto de vista del análisis de discurso el Lingüista Holandés Teun A. Van Dijk nos señala que el delito no es un sujeto definido, por lo tanto el contexto en que esté inscripto, marcará su contenido. El título del diario Crónica es una muestra de discurso justificador, el delito y los presuntos delincuentes son tomados como enemigos, y a los cuales se los debe eliminar en nombre del orden social. El sujeto delito aparece como algo ajeno a la especie humana; son un otro extraño al que hay que eliminar.

Conclusiones

Como se puede ver, la policía de Minnesota no está tan lejos de “la bonaerense”, su ideario es el mismo: lo que no encaja en el modelo económico y social debe ser eliminado.

Bullrich y Macri con su “doctrina Chocobar” no inventaron nada, simplemente ratificaron y adaptaron la doctrina policial del imperio.

Gabriel Sarfati
gabriel.sarfati@huellas-suburbanas.info