
09 May ¿Por qué no podemos cocinar a la cruda realidad?
Pasado un mes del aniversario de la recuperación de Malvinas, donde el número redondo de la fecha nos hizo, e hizo a otros, tomar un poco más de atención y recordar el tema, con palabras y homenajes de lo más sentido y un desfile incesante de héroes por todos los medios, ya nos olvidamos de temas y conceptos que por esos días estaban frescos y presentes, como SOBERANIA, MALVINAS, TERRITORIO NACIONAL, MAR ARGENTINO y otros. Pero, ¡claro! ¿Cómo no nos vamos a olvidar, si el pueblo argentino sufre el agobio cotidiano por miles de inconvenientes? desde cómo parar la olla, mantener el laburo y pelearle el mango a la inflación que no se detiene…
Pero así y todo, debemos tomar el deber de seguir manteniendo la llama prendida, si logramos entender que el derecho sobre Malvinas es un derecho soberano, logramos entender que por ahí transita la punta del iceberg del proyecto de dominación del Imperialismo en nuestro territorio, donde un ejército extranjero con sus aliados (la OTAN) ocupan con cuatro bases parte de nuestro territorio, y esto nos lleva hoy a tener un tercio del territorio nacional ocupado por una potencia extrajera. Esto podría decirse, es un hecho concreto de pérdida de soberanía, y desde ahí para acá una pérdida silenciosa de soberanía diaria que nos lleva hoy a vegetar como una semi-colonia: esta pérdida la podemos tranquilamente cuantificar en casos y en pesos, pero lo más doloroso en el pasivo social que venimos generando y arrastrando.
La pérdida de territorio en puertos, todos manejados por multinacionales, sin flota mercante, sin control y en manos de las potencias extranjeras que hegemonizan el manejo de nuestro Paraná, la minería manejada por las empresas ligadas al imperio británico, todas las empresas estratégicas de energía, telecomunicaciones, transporte, están en manos de privados que poco les interesa que le pasa al laburante de a pie, o directamente controladas por empresas extrajeras, que junto con los anteriores lo único que les importa es la manera de que sus ganancias se conviertan en dólares, y además de tratar de evadir algún impuesto, llevarlos afuera de nuestro país. Así de duro es lo que pasa: Buena parte del esfuerzo y el trabajo de los argentinos se va a otros lados, y este país riquísimo y hermoso, constantemente pasando penurias puertas adentro.
Hambre y desocupación, saldo social con cifras nunca vistas, en un país que lo tiene todo; pero ese todo sigue concentrado en pocas manos, cuyo único interés es la riqueza individual. Ahora hasta nos quieren convencer desde el séquito de parlanchines, que después de la pandemia el problema es la guerra y por eso suben los alimentos, la carne, como si por Rusia y Ucrania comieran tanto asado que no alcanza para que importemos.
Claro, ya sé que lo que digo no es así: no importamos asado, pero lo pagamos a precio dólar, y lo mismo pasa con el trigo, el maíz récord de cosecha, y antes pasó lo mismo con la soja, cosas que se siembran y se crían acá, en nuestra tierra.
Pequeño problema aún irresuelto: Sucede que, al no tener soberanía territorial, eso nos lleva a no tener soberanía alimentaria, y por si fuera poco, también nos falta soberanía económica, porque los que fugaron siguen de joda y nos pegaron al FMI, y la falta de soberanía económica no nos habilita a construir independencia política, y a todo eso hoy nuestros “modernos locutores” le llaman “crisis de representación”. Les aviso que por acá existieron tiempos felices, y de la misma manera que intentaron ocultar la causa Malvinas, y el pueblo la pone en cada camiseta o bandera, esa memoria no se puede borrar. Y buena parte del pueblo podrá volverse a equivocar, y votará posiblemente cualquier cosa, pero en la memoria del pueblo, a pesar de todo y contra viento y marea, quedan los derechos y los años felices, como identidad y memoria colectiva grabada a fuego de generación en generación.
Por todo esto necesitamos volver a aquellas fuentes, le pese a quien le pese. A esas fortalezas basales para la construcción popular, que como definió Juan Perón, el peronismo debía ser “un movimiento emancipador”, y que Evita refrendó afirmando aquello de que “el peronismo será revolucionario o no será”. Aunque en nuestros tiempos actuales… pareciera que nada de aquello estaría pasando.