Panorama mundial: La grieta europea

El 11 de noviembre, se recordó el fin de la Primera Guerra Mundial. A tal fin, se reunieron en la localidad de Compiègne, cercana a París, las  máximas autoridades de los países involucrados en dicha conflagración.

Si analizamos el resultado de dicho encuentro, advertiremos un lento y progresivo deterioro de la Comunidad Económica Europea.

Observamos en sus dirigentes, un pase mutuo de reproches, “facturas” y cuentas pendientes por temas que se creían superados con la creación de dicho proyecto comunitario.

El mismo, fue una salida desesperada al final de la segunda guerra mundial. Los “unió” la desesperación ante la crisis y la miseria, y no el cierre de un círculo virtuoso

A nivel financiero, se planificó en el reparto de los beneficios, y no al reparto de los posibles contratiempos.

Dicho en otra manera, se pensó en las ganancias, pero no en las pérdidas.

Si lo analizamos políticamente, fue un continente involucrado en constantes guerras. Una perfecta trama entre los reyes, la oligarquía, y la iglesia con su teoría  teocrática. Este círculo macabro, se cerró con las fuerzas militares, que en cada nación, llevaron a su población a constantes masacres.

En su inicio, la Unión Europea estaba formada por un número reducido de países con similares características macroeconómicas.

Con el tiempo, se irían integrando otros países que cumplieran ciertos requisitos.

Con el transcurrir de los años y de diferentes acontecimientos, esas normas se hicieron más flexibles.  Era un proyecto a largo plazo, que además de lo económico, requería un cambio cultural, generacional y necesitaba de las nuevas generaciones, con otras visiones de la realidad y del futuro.

Pero el 9 de noviembre de 1989 con la caída del muro de Berlín, se produjo un hecho fundamental que cambió el panorama político internacional, y obviamente, alteró a la Comunidad Económica Europea.

Como consecuencia, ha comenzado una desaceleración del sueño de integración europea, y una crisis de la ciudadanía, que va perdiendo confianza en Bruselas.

Se está acentuando la grieta dentro del bloque, con una notable división Norte-Sur, tanto económica como social.

Existe paralelamente otra división: Este-Oeste, en donde los países que estaban bajo el dominio de La Unión Soviética, ingresaron a la Unión Europea, simplemente por razones económicas, más que por una identificación.

Otro rasgo negativo, es la falta de solidaridad del bloque, ejemplificada en el caso de Grecia, en donde deliberada y maliciosamente se la encubrió durante seis años, para que “dibujara” su presupuesto, para después caerle sin ninguna contemplación.

Otro caso, es la falta de humanidad y sensibilidad hacia los refugiados, en donde no se encuentra una solución a un problema que Europa generó y explotó largamente en su beneficio a través de las colonias.

Paralelamente, el ex ministro británico David Cameron, anunció en Davos la salida del Reino Unido de la Unión Europea si no obtenía de esta, condiciones especiales, generando a su vez, el condicionamiento del voto Español, si previamente no se llega a un consenso por el Peñón de Gibraltar.

La Comunidad Europea tendrá que analizar y replantear sus objetivos y hacer frente a una creciente presión de los poderes internacionales y definir el camino a seguir. Es un camino complicado consensuar con tantos países con diferentes criterios. Si no, será más una especie de mercado de las finanzas, que un proyecto de unidad comunitaria de ciudadanía.  En la  medida que no defina cual es su horizonte, volverá a repetir la misma historia de la primera mitad del siglo pasado.

Están reapareciendo brotes de xenofobia, racismo y falsos nacionalismos, que indican que los viejos traumas europeos, aún siguen vigentes.

Luis Miguel Caracciolo
luiscaracciolo_siglo21@hotmail.com