Paliza electoral, caos y renuncias: sobre los escombros del derrumbe, reconquista popular

La distancia suele ofrecer perspectivas distintas, invita a reflexionar sobre el camino recorrido y el por venir. Ya pasaron tres días desde la paliza electoral que la partidocracia oligárquica le propinó a la partidocracia nacional burguesa y, a pesar de todo, las múltiples perspectivas reflexivas y las enseñanzas a recoger, si es que se pretende proseguir cierto camino virtuoso, brillan por su ausencia.

La primer reacción presidencial fue acertadamente unitaria. Su voz, aceptando errores y rodeado de sus principales aliados y funcionarios, parecía ser el eje representativo de un frente político realmente cohesionado. Pero las réplicas del sismo fueron más intensas. Se venía anticipando desde estas líneas el fin que podía tener la exasperante quietud del gobierno nacional ante la castigada situación económica de las clases populares. El resultado electoral es el reflejo de ese sufrimiento; si la política económica se reduce a la estabilidad fiscal, si no disminuye el desempleo, si aumenta sin cesar la pobreza, si la precarización laboral es moneda corriente, si el diálogo es solamente con la partidocracia oligárquica, con las patronales y la banca extranjera, y más si ese diálogo es sólo bajo sus condiciones, entonces transmuta en charlatanería de feria y la política se transforma en politiquería. Eso sí es demagogia, es prometer slogans patrióticos y después quedarse a vivir en el póster de campaña.

El gobierno del Frente de Todos asumió un mandato partiendo de bases nacionales y populares. Su voto no está en San Isidro, Vicente López o Recoleta. Su voto está en Hurlingham, en Tres de Febrero, en Morón, en el Chaco, en La Pampa, en Entre Ríos, en Santa Fe. Y ahí perdió. Y es cierto que los medios de comunicación, las redes sociales y la desinformación jugaron, juegan y jugarán su rol. Pero no es ni sano ni justo salir a destratar, como hicieron muchos militantes 2.0 (sobre todo los recién conversos y desazonzados , que suelen ser más eufóricos siempre, y más en las redes), a los más humildes como si fueran meros corderos estúpidos. Esto último muestra algo que también se señaló muchas veces aquí: desconocer de esa manera al sujeto histórico evidencia la falta total de formación política de las bases, primero reducidas a los onanísticos patios militantes, después a la nada misma.

Es necesario, si el FdT desea revertir el desastre de la PASO aunque sea en parte, recuperar los votos populares perdidos, atacar a los formadores de precios, reabrir las paritarias masivamente, empujar con los gremios y los movimientos sociales políticas activas que transfieran capital desde los grupos concentrados a los trabajadores.

¿Eso implica confrontación?. Por supuesto. Y fuerte. Pero, si es inteligente, y si tiene viva la voluntad de poder real, patriótica, obrera y popular, el gobierno lo tiene que hacer. ¿Qué hacer, por dónde empezar? Por lo que le falta. Por un programa. Un programa que le hable al pueblo de pleno empleo, de vivienda digna, de salarios dignos, de trabajo, de una patria industrial, gloriosa y con futuro. Entonces, sí será posible que si pueblo gire el cuello y vuelva a mirar a los ojos a su gobierno. Más allá de las renuncias a disposición o las internas entre el ala UCedé de Massa y el ala pan peronista del Cristinismo. El pueblo no está mirando eso, y si lo mira es con desprecio. Juan Grabois lo resumió de manera excelente ayer: «almuerzo, merienda y cena». Tan simple como eso.

Esa Patria ya existió, en otro mundo, hace mucho tiempo. Estamos a 24 años de cumplir el centenario del 17 de Octubre del ’45. Es cierto que pasó mucho tiempo. Pero los recursos están. En otras manos. Pero están. Recuperarlos es la tarea. Y más en la derrota. Es todo lo que queda. Reconquista popular.

Sebastián Jiménez
sebastianjimenez@huellas-suburbanas.info