Otro año signado por la pandemia

“Cada cual tiene un trip en el bocho

Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”

Charly García, “Promesas sobre el bidet”

 Lejos de controlar el flagelo del Covid-19, las sociedades transitamos un período donde se exacerban los peores rasgos de los seres humanos: egoísmo, desinterés por el prójimo a ultranza, autoritarismos varios, violencia e insensibilidad dominan las primeras planas de los grandes multimedios, un poco para aleccionar e incluso psicopatear al gran público, otro tanto para “marcar un camino” en medio de la confusión a la que estos grupos abonan concienzudamente.

Es lo mismo de antes, pero diferente: La distorsión del sentido de realidad a través de un telón de noticias falsas, potencia esta especie de liberación de bajos instintos y pretende anular todo intento de forjar un pensamiento crítico y autónomo, que trascienda más allá de un reducido grupo de intelectuales o algún “atrevido” grupo de distribución de mensajes por telefonía celular.

En ese marco en constante disputa, las grandes mayorías procuramos adaptarnos para sobrevivir a esta feroz pandemia de final incierto, y en simultáneo millones aguantan con extremo estoicismo a la caída abrupta del empleo, a la desprotección financiera y la angustia que ello insufla a familias enteras, mientras otros se dan la gran vida y ni siquiera muestran interés por cuidar de su salud y la de sus prójimos, al momento de participar de toda clase de fiestas y eventos más o menos multitudinarios.

El día a día parece mostrarle al sector mayoritario que se cuida y redobla esfuerzos para atravesar este período oscuro a escala global, que lleva las de perder en toda la línea de combate. Y aún así, habrá que continuar cinchando hasta vencer… o hasta donde se pueda llegar.

“La única lucha que se pierde es la que se abandona”

 Allá lejos, un tal Fidel Castro Ruz le supo espetar al por entonces canciller argentino, Nicanor Costa Méndez, que toda guerra de liberación nacional puede ser ganada, siempre y cuando se esté dispuesto a sostenerla hasta las últimas consecuencias.

Pues bien, la lucha contra el fenómeno del Lawfare y las Fake News que gobiernan dañinamente las sociedades regionales de nuestro tiempo, atraviesan similar concepto al antes mencionado: no puede alcanzarse la victoria contra las fuerzas de la confusión, la mentira y las operaciones mediático judiciales, a no ser que quienes dicen librar dicho combate a favor de la verdad y la justicia social, estén dispuestos a llevarlo hasta las últimas consecuencias. En dicho marco, el conciliacionismo queda fuera de juego, o incluso puede operar “involuntariamente” para dilatar hasta eliminar del imaginario social dicha pugna… dejando las cosas tal como el establishment desea que se mantengan.

En nuestro territorio nacional, el gobierno continúa en su intento explícito de devolver o ampliar derechos a los sectores populares, en simultáneo con hacer los máximos esfuerzos –y unas cuantas concesiones, llegado el caso- para no zaherir el humor y los intereses de la pequeña elite económico-financiera que, de algún modo, continúa marcando el ritmo del devenir nacional.

La cartera presidida por Alberto Fernández –pandemia y todo lo que se concatenó en términos políticos y financieros desde el origen de la misma en adelante- no ha cesado de perder apoyo popular de acuerdo a los estudios realizados por el zigzagueante mundillo de las encuestadoras de opinión.

Agotado pero voluntarioso, proactivo aunque concesivo, sobrepasado por las circunstancias pero aún respaldado por la unidad frentista que lo llevó hasta Balcarce 50, el gobierno comienza a convertir uno de sus mejores goles con el plan de vacunación contra el Covid-19, que ya está en marcha. Suma varios proyectos de índole de generación de empleo, soluciones habitacionales, ampliación de derechos para variadas minorías. Pero lo que le puede sostener la corona en alto en un año electoral, es precisamente el éxito que obtenga durante los próximos meses al lograr, o no, ejecutar una masiva campaña de vacunación, que posibilite amenguar el terror social y la incertidumbre que el coronavirus nos arrojó por la cabeza a casi todas las personas.

Las presiones tanto externas como internas proseguirán su normal cauce. Las roscas estarán en su salsa, cuando menos hasta tanto se resuelvan las listas preelectorales. Los ricos, a pesar del pago extraordinario del impuesto a las grandes fortunas, seguirán haciéndose aún más millonarios. Los pobres, a pesar de las ayudas sociales que perciban, seguirán penando en la pobreza. Pero una vacunación exitosa puede dividir aguas entre la vida y la muerte. Los principales cañones de los próximos meses apuntarán hacia allí, tanto sea para potenciar como para intentar amenguar los posibles efectos positivos de tal accionar oficial.

Daniel Chaves
dafachaves@gmail.com