OPTIMISMO Y VOLUNTAD

Por: Luis  Furio

   Uno se siente cada vez más aislado en este, mi querido país. Ve transcurrir la realidad con asombro y desconcierto, se guarda, se aleja y busca refugiarse en ámbitos que le permitan pensar la realidad, se autoexilia lee, escribe, conversa café por medio con viejos compañeros, evita las reuniones, las discusiones absurdas plagadas de incoherencias que aburren, saluda amablemente y se va. Como decía el viejo líder “esperar hasta que aclare”.

No obstante, entre abrumado y escéptico, lejos de un pesimismo que desatiende la hora que vive, habrá que hacer lo que hicimos a lo largo de años de lucha y utopías: escribir, pensar con el optimismo de la voluntad porque somos testigos y participantes de un tiempo cargado de desafíos, en una etapa dominada por el desencuentro y el cinismo producto de diversas alquimias políticas a las que hay que enfrentar.

Cultivo, a pesar mío, esa penosa y alucinante manía de implicarme en la política, razón que me impide como militante mantenerme al margen de este conflictivo tiempo presente. Dice Marc Bloch en su introducción a la historia “La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado, pero inversamente, el pasado puede comprenderse por el presente”. Confiado en ese pensamiento no ignoro que hay episodios y personajes importantes en nuestra historia. No soy un intelectual ni pretendo serlo, el intelectual—salvo honrosas excepciones—carece de lo simple, esa capacidad de explicar los hechos con sentido común, se encierra en sí mismo, alejado del mundo que los rodea.

Una mirada al presente debe servirnos para analizar, descifrar y reflexionar. La política es y seguirá siendo el instrumento más adecuado para transformar y modificar la realidad en beneficio de las grandes mayorías populares. Es indispensable tener la iniciativa y la voluntad de trabajar para reconstruir el prestigio de la política, requisito esencial para restablecer el vínculo con la sociedad. Somos testigos de una despolitización generalizada, mezcla de pesimismo, escepticismo y cinismo que reemplaza ideales y utopías sociales. La clase política no está reflejada en las fuerzas populares, vagan desorientados frente al caos. El pueblo espera de ellos actitudes acorde con la realidad. Pero hasta el momento, las dirigencias omiten -travestismo mediante- conformar una oposición capaz de plantearle al gobierno desafíos políticos e intelectuales que pongan a prueba sus objetivos.

En esta insólita y a la vez, apremiante situación, es harto difícil prever qué sucederá; carezco de la capacidad para leer el futuro, no estoy en condiciones de saber si el Ejecutivo terminará por disolverse o si reinara la armonía de Fourier en un fascinante falansterio. Lo que sí estoy seguro es que, como pueblo y nación soberana, seremos parte de una legítima y vital resistencia por nuestro presente y futuro.

“Cada nueva forma política lleva en sí las causas de su ruina”.  El tumultuoso tiempo que vivimos está próximo a su fin y dejará para el escarnio el nombre de esta miserable nueva derecha contemporánea.