Un nuevo derrame en la mina Veladero

Por: Javier Souza Casadinho. Coordinador regional de la Red de Acción en plaguicidas y sus Alternativas de América Latina/ Docente FAUBA

Cuando la voracidad económica de las empresas y el estado se enfrentan con la lucha por la salud socioambiental.

Un nuevo derrame de sustancias contaminantes, donde predomina el cianuro, producto de la ruptura de una válvula del tranque de lixiviación de la mina Veladero,  propiedad de la Barrick Gold y ubicada en San Juan, y que lleva, una vez más, a las comunidades cercanas a una situación de emergencia sanitaria, nos interpela como actores sociales e invita a reflexionar sobre nuestra relación con los bienes naturales, entre los seres humanos, y fundamentalmente sobre los procesos implícitos en los modos de producción, extracción, consumo y descarte que están impregnados de nuestra visión y relación con el medio.

Los problemas ambientales ligados a la minería no son nuevos para las comunidades que residen, obtienen su alimentación y aún desarrollan tareas productivas en las zonas cercanas a los lugares donde se registra esta actividad. Apenas se produce la conquista de América, más precisamente en los territorios actuales de Bolivia, Chile, Argentina y Perú, se inicia el saqueo donde se combinan la esclavitud, mano de obra gratuita, deforestación para obtener energía, requerimiento y contaminación del agua, fundamentalmente con mercurio, y de los propios seres humanos en los procesos de extracción de las rocas y del mismo oro al amalgamarse con el mercurio. En la actualidad se dan los mismos procesos, pero magnificados por el volumen de la producción y desaprensión sobre la naturaleza, seres humanos incluidos. Tal como hoy, en durante la conquista cuando una mina se cerraba se generaban migraciones, quedaban poblaciones fantasmas y enfermas, suelos y agua contaminadas y un terreno infecundo a falta de árboles.

Los conflictos ambientales son procesos que involucran a acciones colectivas que enfrentan diferentes cosmovisiones, percepciones, valores, intereses que poseen los actores participantes en torno a la ordenación del territorio y la posesión y titularidad, la conservación, uso y control de los bienes naturales. De un lado se hallan los gobiernos, tanto nacional, provincial como municipales que, junto con las empresas, apoyados por los medios de comunicación, prometen que desde la instalación y desarrollo de la minería se generarán más puestos de trabajo, se genera el pago de impuestos, más inversiones, crecimiento y más consumo. Del otro lado un arco heterogéneo de actores, en general encabezados por habitantes de las comunidades ubicadas en las proximidades de la mina o de los bienes comunes que las actividades de estas contaminan, que desean respirar aire puro, beber agua limpia e ingerir alimentos no contaminados, es decir el bienestar y el desarrollo integral de cada persona y las comunidades.

El avance de la minería a cielo abierto en la Argentina, fue y es impulsada por un modelo de crecimiento que hace de la utilización de los bienes naturales su base de sustentación y que genera temores en la población expuesta ya directa como indirectamente. Evidentemente el desarrollo de la actividad minera se relaciona con las políticas de Estado que promovieron su desarrollo, de la misma manera que pudieron desincentivar o ignorar otras actividades. En primer lugar, cabe señalar que la reforma constitucional realizada en el año 1994 ratifica el dominio provincial de los recursos mineros, por lo cual corresponde a las mismas la toma de decisiones. En efecto, quizás la minería a cielo abierto fue, junto con otras actividades fuertemente extractivas, de las más beneficiadas con políticas específicas y globales – fundamentalmente desde la implementación de instrumentos financieros e impositivos –  tanto a nivel provincial y nacional. Sancionada en la década del ’90, la ley 24.402 sobre el régimen de financiamiento y devolución anticipada del impuesto al valor agregado – IVA -, se instituye un régimen diferencial de financiamiento destinado al pago del IVA que grave las operaciones económicas, compra o importación de bienes de capital y de las inversiones en infraestructura realizadas para permitir las operaciones de las empresas mineras. Asimismo, el Decreto 753, del año 2004 deja sin efecto la obligatoriedad del ingreso y negociación en el mercado de cambios de aquellas divisas provenientes de la exportación de los productos provenientes de la explotación minera.

Tradicionalmente la contaminación minera ha sido encubierta. Ello ubica, de por sí, a la minería como una actividad de doble riesgo, por la dificultad de detectar a tiempo sus impactos y accidentes ambientales y por la falta de sensibilidad, escrúpulos, conciencia y disposición a un análisis real de la problemática por parte de los empresarios del sector, y de los tomadores de decisión del aparato del Estado de establecer sistemas de alerta transparentes que permitan la intervención oportuna.

En un trabajo de investigación que realizamos en Andalgalá, Catamarca (Megaminería en Andalgalá y su impacto en la salud, RAPAL/BEPE, 2013)), pudimos registrar y analizar las siguientes situaciones; A- Son varios los procesos y situaciones que los habitantes de la zona visualizan en torno a las actividades de la empresa con capacidad de contaminar y generar impacto en la salud, entre ellos la contaminación del agua, aire y los alimentos. B- Las personas entrevistadas manifestaron visualizar cambios en los ecosistemas naturales tanto en la diversidad como en la frecuencia relativa y cobertura de las diferentes especies y en el estado de las plantas. C- Respecto a la percepción de cambios ambientales y su posible incidencia en la salud, la mayoría de los entrevistados manifestó que,  producto de la actividad minera el aire, agua y suelo se hallan contaminados con “polvillo”, conteniendo minerales. En relación a la emergencia de enfermedades los miembros de la comunidad, respaldado por algunos informes de médicos, visualizan un mayor registro de cánceres, enfermedades estomacales, enfermedades en las vías respiratorias, enfermedades renales, afecciones en la piel y enfermedades psico-sociales. También, y relacionado con la actividad minera, existe un estado de tensión permanente dada la necesidad de estar preparado para acciones comunitarias. Así se perciben enfermedades psicológicas, se menciona vivir con medio, con ansiedad, con temor y desconfianza. D- Las actividades de índole agrario se hallan en un claro proceso de contracción ligado a factores propios de la actividad, pero con vínculos con la actividad minera, por un lado, la merma en la cantidad de agua y por otro la pérdida de calidad para el riego. A su vez el depósito de polvo proveniente de la actividad minera determina un menor crecimiento y desarrollo de los vegetales. Es posible afirmar que, desde los procesos destructivos de la salud derivados de la actividad minera y los conflictos por ella generados, la comunidad se fue organizando no solo para pedir mayores monitoreos y supervisión sino el mismo cierre de la empresa.

Las reiteradas “fallas” en los sistemas productivos y de “tratamiento” de las sustancias contaminantes nos deben llamar no sólo a la reflexión, sino a la acción a fin de tomar las decisiones políticas, tecnológicas, de geopolítica que lleven a un replanteo desde nuestros consumos individuales y grupales, y desde allí generar otros modos de producción verdaderamente sustentables, con equidad intra e intergeneracional y obviamente no contaminantes.