No hay que patear el hocico de un oso

El pueblo ruso fue largamente asediado y ofendido durante un milenio de invasiones y agresiones. El país más grande del mundo, con fronteras atacadas constantemente por vecinos hostiles y temerarios, probaron en el cuerpo su determinación nacional.

Durante los últimos 30 años la OTAN-norteamericana cercó a la Rusia ex comunista con bases militares, tanques, tropas y misiles, en países aliados. De este modo incumplió una promesa hecha a los jefes de la Glasnost y la Perestroika, cuando se disolvió la URSS y el mundo perdió el equilibrio.

Durante 8 años, los gobiernos ucranianos producidos por el golpe de estado de Maidan, trabajado por servicios y operadores occidentales, acosó a las poblaciones rusas de la región del Donbas con prohibiciones y guerra sucia. 15.000 muertos negados por la prensa occidental. Batallones neo-nazis, con insignias, prácticas y una reivindicación históricas vergonzantes para los medios, que sí muestran el dolor de los refugiados ucranianos y los montajes chapuceros del actual gobernante.

Luego de la reacción rusa, protegiendo a sus ex-pobladores, los mismos que hoy reciben con júbilo a sus liberadores (una vez más) 6 paquetes de sanciones, cuyo destino es apropiarse de los recursos y fondos rusos en occidente. El robo de 600 mil millones de dólares depositados en bancos occidentales (12 veces la deuda externa macrista) se reitera hoy con 1000 vagones con mercancías rusas, incautadas por las autoridades finlandesas.

Mientras la economía europea y norteamericana replica una creciente recesión, estancamiento e inflación provocada por su propia necedad guerrerista y bloqueadora, a la vez entregan (venden) irresponsablemente armas cada vez más poderosas a un equipo que muestra su comportamiento dependiente de lo que fuma o aspira.

Es un juego que supera lo peligroso empujando en la cornisa apocalíptica de sistemas militares equipados con armas nucleares, automatizados en parte, diseminados en océanos y el espacio, delicados en su operatividad pero altamente inestables en su despliegue. Allí no hay retorno.

Detener este impulso es una tarea urgente, pero no desde consignas abstractas de paz y armonía, sino detectando claramente las líneas de fricción, y desarmando cada mecanismo de conflicto paso a paso. No es práctico llamar en vano al cese de hostilidades en medio del fuego cruzado, salvo que se esté dispuesto a poner el cuero y esperar que no te disparen…

Hace falta una campaña multidimensional para que unos y otros busquen mesas de negociación realistas. Hoy parece lejano, cuando occidente publica y grita amenazas a las naciones del este, a la vez que despliega submarinos y portaaviones en posición de fuego.

La crisis económica autoinfligida puede agravar el dramatismo  de las soluciones desesperadas globales o hacer implosionar a gobiernos y países en conflictos internos. Será un tiempo inestable y duro. Habrá más hambre y pobreza, movilizaciones sociales y confusión política (simplificados a los palotes por nuestros medios y sus inefables analistas internacionales) hasta hallar caminos controlables y un poco más seguros.

Hay que mirar a oriente para ver las opciones.

Gustavo Zapata
gustavo.zapata@huellas-suburbanas.info