
08 Jul “Necesitamos ir desandando todo lo que destruyó el macrismo en cuanto al desarrollo de nuestra soberanía antártica”
Entrevista al Dr. Mariano Memolli, ex director nacional Antártico (2003-2016)
Por: Martín Pérez y Daniel Chaves
En esta oportunidad, establecimos contacto con el Dr. Mariano Memolli, médico especializado en inmunología, quien fuera director nacional antártico desde 2003 hasta el 2016, para conversar y que nos brinde un apretado informe rico en conocimientos referidos a una temática tan poco tratada en nuestra cotidianidad, como estratégicamente relevante: el desarrollo y exploración de la investigación científica en la Antártida Argentina.
Asesor presidencial en temas antárticos, de vasta experiencia luego de haber vivido 2 años seguidos en el llamado “Continente Blanco”, Memolli nos ofreció con apasionamiento y una gran cordialidad, informaciones del pasado, presente y desafíos –y severos riesgos- de nuestra soberanía antártica.
Mariano, ¿Cómo llegaste a conocer la Antártida?
Estábamos en una huelga de personal por falta de pago en el sanatorio Antártida, curiosamente. Y mis compañeros de residencia comentaron que se buscaban médicos para ir a trabajar a la Antártida, y me inscribí. En ese tiempo era soltero. Al tiempo me citó un teniente coronel, farmacéutico, que era el enlace entre el General Pujato y Juan D. Perón, cuando fundan la base San Martín en 1951, y el otro que me recibe es el General Jorge Leal, una persona a quien admiro mucho, porque más allá de ser el primer argentino en llegar al Polo Sur por vía terrestre, fue el primer Presidente del Ce.Mi.Da (Centro de Militares por la Democracia Argentina), trabajó en la CoNaDeP, tres veces preso en la última dictadura cívico militar…
Y ahí fue cuando te enteraste que ibas a viajar a la Antártida…
Sí; yo pensaba que la única base que existía era Marambio, y luego me enteré que había muchas más. Fui a la base Alejandro Carlini, antes llamada Jubany, como Jefe de Base. Conocí el territorio antártico muy desde adentro, porque además de quedarme un año como médico y jefe de base, no tuve relevo, así que me quedé un segundo año.
Dos años seguidos, ni más ni menos que en la Antártida
Sí. Luego de eso, Leal me contrata para seguir trabajando en la Dirección Nacional del Antártico, realizando investigaciones médicas y de sanidad para las campañas antárticas, tanto de campamentos como de refugios y bases. Y cuando hablo de campamentos, refiero a gente que va en carpa a la Antártida…
Literalmente…
Sí, literalmente. Son científicos del grupo de Ciencias de la Tierra, geólogos, paleontólogos, glaceólogos, geofísicos… por lo general van en campamento. Y yo hacía investigaciones en inmunología, cómo revestía la gravedad del agujero de ozono. En esa época conversaba con científicos de la NASA, porque se experimentaba con los viajes a Marte, para la preparación de los astronautas.
¿Y luego llega tu vínculo con Rafael Bielsa…?
Exactamente, lo conocí en tiempos en que Rafael Bielsa ingresa como Canciller del gobierno de Néstor Kirchner, y él me ofrece ser Director Nacional del Antártico, y ahí arranqué en ese puesto, muy honrado de estar en el mismo lugar que había ocupado el General Leal, a quien yo tenía de consultor, y estuve en esas funciones hasta el 2016, cuando me echaron de la Cancillería.
Todas esas ramas de científicos que nombraste, ¿Eran argentinos? Porque es interesante saber cuál puede ser el objetivo u horizonte de muchos pibes y pibas que estudian ese tipo de ciencias…
En primer lugar, hay científicos de todo el mundo que trabajan en la Antártida, muchos geólogos que yo mencionaba antes, son todos argentinos, del Instituto Antártico Argentino la gran mayoría, otros del CONICET, otros de la UBA y otros que trabajan en universidades patagónicas. Y viajan en campamentos mixtos.
¿La integración entre científicos de distintas partes del mundo era correcta, o había ciertas rivalidades y competencias?
Siempre es muy buena, y el nivel científico argentino siempre fue muy bueno, lo cual allá nos hace muy fuertes. Había conversaciones entre científicos argentinos y británicos, en donde para nosotros era más fácil explicarle nuestra posición respecto a la soberanía de Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur que a los políticos, que tienen otra formación. Pero esta camaradería entre científicos nos permitía llevar buenas relaciones entre países. Sobre todo en la Antártida, donde se necesita ayuda humanitaria.
Hablános un poco de lo que fue la creación, allá por 1990, del Grupo Latinoamericano de Países con Intereses Antárticos.
Lo creó Leal, y básicamente estaba compuesto por Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, Perú y Chile. Después se apagaron Venezuela y Colombia ya hacia 2012. Lo llamativo es que en la primera reunión, en 1990, participaron también Cuba y Guatemala, algo que no era demasiado esperable. Esto nos sirvió para volver a reflotar una política de 1947, que fue la que se dio entre Perón y el por entonces presidente chileno, Ibáñez del Campo. Presidentes que firmaron un acuerdo para el manejo de la Antártida, en donde se reconocieron mutuas soberanías en los lugares que no están superpuestos para encontrar una solución pacífica a los reclamos. Y ambos países no reconocían a ninguna potencia del hemisferio norte que tenga pretensiones sobre la Antártida. Literalmente, hablábamos de Gran Bretaña.
¿Cómo viene, en estos últimos años, la política con respecto a Antártida, y qué es lo que estás viendo ahora, posterior a la Argentina bicontinental y bioceánica?
Interesantísima pregunta, Martín. Las políticas antárticas se manejaron estables durante el gobierno de Fernando De la Rúa, lo que sí hubo fue una fuerte reducción del presupuesto para la parte civil y una fuerte disminución en el presupuesto para la logística de las Fuerzas Armadas. Las FF.AA. tienen un rol en la Antártida, que debe estar subordinado como dice la ley a la política nacional antártica, que está en cabeza del Presidente. Después vino el gobierno de Néstor Kirchner, en donde hubo un crecimiento fuerte y sostenido a través de los años del presupuesto para la investigación científica, entonces pudimos comenzar a hacer cosas muy significativas, por ejemplo la remodelación de la base Jubany, después renombrada Carlini, que fue un científico. Es un tema fuerte, porque dice el Tratado Antártico que el interés de cada país por la Antártida se demuestra a través de la ciencia.
Y a todo esto, tuvieron que lidiar con la quemadura del rompehielos Irízar.
Se enciende fuego el Almirante Irízar en 2007, eso pudo haber sido un golpe de muerte para el programa antártico argentino, pero no lo fue, porque rápidamente se suplantó con otros buques y se reconstruyó en los astilleros argentinos de Tandanor. Nos llevó muchos años reconstruir al Irízar, pero también a partir de ahí se empezó a reconstruir la industria naval pesada. Muy pocos países en el mundo pueden construir un rompehielos con tecnología propia. No había en la Antártida laboratorios nacionales, dependíamos del financiamiento de otros países, y ahí fue cuando empezamos a reconstruir las bases, que estaban muy deterioradas, como podíamos porque estábamos sin el rompehielos.
En ese contexto, el desarrollo científico siguió creciendo en la Antártida…
Totalmente. Ahí fue cuando lanzamos el proyecto Pampa Azul, de ocupación científica y pacífica del Atlántico Sur, para dejar en claro que no sólo nos interesa la Antártida, sino también sub-antártida y las islas del Atlántico Sur con los espacios marítimos correspondientes. Invitamos a participar a Canadá, a pesar de ser integrantes del “Commonwealth”, pero vino la parte francófona, y trabajamos con la Universidad de Quebec. Luego se sumaron países europeos y de la región a este proyecto. Ahí fue cuando los británicos pusieron en las Islas Malvinas el Instituto de Investigaciones Ambientales para el Atlántico Sur, y empezaron a competir con Argentina. Pero ya eran ellos los que competían contra nosotros, y no al revés. De hecho, Jorge Taiana cuando era canciller, me llegó a proponer que había que duplicar, o más, la cantidad de científicos en la Antártida. Esta era la propuesta que tenía la Argentina para la Antártida, pero lamentablemente estoy hablando en términos pasados.
¿Qué pasó después?
El gobierno de Mauricio Macri cambió diametralmente la política y retrocedimos. Cancelaron las investigaciones pesqueras que hacíamos a las islas Georgia y Sandwich, que a través de la ciencia podíamos llegar hasta casi las costas de las islas, porque no rigen las 200 millas de exclusión que impusieron ellos política y militarmente. En el campo científico, por pertenecer a la Convención de Recursos Vivos Marinos Antárticos, disponíamos de estos alcances. Macri canceló todas estas investigaciones.
¿A qué considerás que respondió tal decisión? ¿Desinterés, genuflexión? ¿Qué motivaciones creés que tuvo Macri para obrar así?
De todo lo que dijiste un poco. Recordemos que Macri dijo que las Islas Malvinas estaban “allá lejos”, la Antártida ni siquiera la mencionó. En muchos lugares hemos hecho quejas porque la Antártida no aparecía en mapas oficiales. El Instituto Antártico Argentino bajó 9 veces el presupuesto. Al irme, el presupuesto general para la parte científica y civil de la Antártida era de 9 millones de dólares; al dejar el gobierno Macri, era de 1 millón de dólares. Y después viene lo realmente muy grave y nefasto, que es el acuerdo que se conoce como Foradori Duncan, o Macri – Theresa May, que se da el martes 13 de septiembre de 2016. Según los británicos, Foradori estaba borracho en el momento en que firma ese acuerdo. Ahí se levantan todas las restricciones para que progrese el gobierno ilegítimo e ilegal de las Islas Malvinas.
¿Qué alcances tuvo ese acuerdo?
Inclusive aplica para colaboración en temas vinculados a la pesca. Ya habíamos suspendido el crucero a las Georgias y a las Sandwich del Sur, y a partir de ese momento deberíamos ir en buques ingleses y ya no en buques argentinos. Pero esto le permite a los británicos desarrollar el puerto en Malvinas, el puerto en la Isla San Pedro o Gran Georgia, amplía el puerto de Grytviken, y en la Antártida imponen un puerto de aguas profundas. Un movimiento muy grande para un puerto, con una pista de aterrizaje de avión de gran porte. Eso el gobierno argentino lo hubiera podido evitar con un pedido de evaluación de impacto ambiental, en donde todos los países opinan, y si un solo país dice que no, eso no se puede concretar. Esto data de 2018, y se decidió que los británicos podían seguir adelante con la construcción de ese puerto. Básicamente, decirle que sí a todo.
¿Y cuál es, o son, las ventajas para el Reino Unido?
Gracias al acuerdo Foradori Duncan, la cancillería argentina con la embajada británica van a otros países a pedir la reanudación de vuelos a Malvinas. Si bien esos vuelos no se concretaron y eso no rige más, le permite a los británicos haber hecho vuelos directos desde Londres hasta Malvinas, y los aeropuertos alternativos están en el continente sudamericano. Con eso, Malvinas se comienza a convertir en un polo logístico para competir con la ciudad de Ushuaia, que tiene la plataforma logística hacia la Antártida, y eventualmente muchos utilizan Punta Arenas, en Chile. Así las cosas, ahora tenemos un competidor en serio, que es el Reino Unido, que con toda la militarización y las armas nucleares que, suponemos, tienen en Monte Agradable, genera un riesgo para nuestro país y el hemisferio sur.
Punta Arenas por un lado, Malvinas…
Es el embudo. El gobierno norteamericano de Donald Trump dejó un proyecto que invierte cerca de 3000 millones de dólares en 3 rompehielos, tanto para el hemisferio norte como el sur, y patrullan la zona antártica. Como si esto fuera poco, comienza el Aukus (Australia, Reino Unido y Estados Unidos), una triple alianza que siempre está en la zona periantártica. Esto es, tener al vecino en su jardín con todas las armas apuntándonos a nuestro patio.
¿Y a qué se debe todo este casi repentino nuevo interés de tales potencias por la Antártida?
Estaba comenzando el desarrollo chino en la Antártida. Esta es la cuestión. China comenzó a mirar la Antártida, están muy atrás del kril y otros recursos pesqueros que los necesitan para proteína animal. Y también les implica un mayor prestigio científico. Y otro punto es la Bioprospección, que es la utilización comercial de los recursos genéticos de una determinada zona. Las bacterias son muy competitivas y pueden generar patentes por varios miles de millones de dólares, creando nuevos antibióticos, anticancerígenos, antineoplásicos, y proteínas de uso industrial, además de transgénicos para crecimiento de vegetales en zonas frías. Esto dicho por miembros de la cancillería china. Mientras tanto, Rusia proyectaba lo mismo. En estos momentos, a Rusia le impacta su guerra con Ucrania y le frena su proyecto antártico.
¿Qué es lo que estamos haciendo ahora al respecto? ¿Cómo convencemos al pueblo argentino que es necesaria la Antártida, cuán es su función estratégica?
Lo que se puede hacer, es precisamente lo que ustedes están haciendo. Tomar el tema y debatirlo. Lo que tenemos que hacer los que tuvimos la posibilidad de vivir en la Antártida, es llevar a tierra el mensaje para que lo entienda la gente. Empezar a multiplicarlo. Culturalmente, los científicos no tienen porqué aceptar un mapa que diga Falklands Islands. La ciencia debe tener un beneficio nacional y después regional, y en este caso sirve para sustentar nuestro proyecto político para la consolidación de nuestros legítimos derechos sobre la Antártida, Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur con los espacios marítimos correspondientes.
¿En qué lugar estamos parados ahora?
Necesitamos ir desandando todo lo que, en muy poco tiempo, destruyó el macrismo en cuanto al desarrollo de nuestra soberanía antártica. Pero con un agravante: Dentro de la política internacional está la teoría del Acto Propio. Los acuerdos que hizo Macri con los británicos no son de una dictadura. ¿Cómo vamos a decirles a Brasil o a Uruguay, que no colaboren con los británicos con aprovisionamiento y logística? Eso es lo difícil. En otra época teníamos a todos a nuestro favor, nuestra posición era muy fuerte. Pero con el cambio que hizo el gobierno de Macri se embarró todo el escenario. También alejaron a todo lo que era la formación civil de las políticas de Antártida. Hay que volver a impulsar la participación de civiles en la actividad antártica, para que después sean cuadros políticos en la materia.
Mariano, en un escenario posible de un triunfo electoral el año próximo, de un ala más radicalizado de la derecha, la cuestión antártica, ¿Estaría en peligro en cuanto a su desarrollo, e incluso su continuidad?
Claramente sí. Porque la derecha que vemos ahora tiene un amplio desinterés por lo nacional, y no le importa. Le importa la inmediatez y el negocio rápido. Todo lo demás les resulta accesorio. Por todo ello, los considero un peligro para la continuidad del desarrollo de nuestra Antártida Argentina.