Naturalizar “La Grieta” para profundizar la Democracia

Por: Lic. José María Duhalde

Politólogo. Docente UM

 La agenda económica que se avecina seguramente monopolizara los titulares de las primeras planas periodísticas y será un tema sumamente prioritario en la consideración del nuevo gobierno. Sin embargo  no podrá avanzarse con profundidad hasta no resolver una cuestión  que sobrevuela y envuelve toda la escena política argentina, que es la disociación y el desencuentro político existente.

El desafío más singular del gobierno de Alberto Fernández será administrar un país que viene debatiéndose sobre cuál es el modo  más eficiente para que los distintos espacios políticos puedan lograr acuerdos mínimos que establezcan las bases del progreso nacional. Se han realizado infructuosos esfuerzos para lograr ese objetivo, sin embargo no podrá superarse transitado los mismos caminos recorridos. Por eso puede que el título de nuestro artículo suene contradictorio pero la única manera de sortear exitosamente el dilema de La Grieta será reforzar un elemento esencial de la democracia que es la diferenciación.

El sistema democrático no disimula las diferencias, sino más bien las pone de relieve. Madison en el número 10 de El Federalista reconocía que era imposible eliminar las causas de las facciones. La discusión, el contrapunto y el intercambio de posiciones son propios de los regímenes democráticos. El reto reside, como afirma Chantal Mouffe, en trabajar en una Democracia de tipo agonista en donde los esfuerzos por eliminar los antagonismos son en vano ya que siempre regresan. La intención es ver al otro como un adversario político que promueve intereses con contrastes visibles y nítidos, pero que no constituye un enemigo a eliminar. Se puede afirmar de manera contundente que sin antagonismos no hay democracia, porque en los lugares en donde todos “piensan igual” son en los regímenes autoritarios. No debe causar inquietud o desesperación que el proceso de disputa sea permanente e infinito ya que si las discusiones se acaban, acudiríamos al epilogo del sistema democrático. Es primordial no deslegitimar las ideas o manifestaciones  que no armonizan con una posición establecida; no puede existir una democracia selectiva según convenga.

Encarar esta mirada sobre el conflicto es fundamental porque en los últimos años la figura metafórica de La Grieta se fue pareciendo más a la de una Ciénaga en donde todos los temas quedan empantanados y sin solución.  La Democracia se sostiene a través de un pacto implícito en donde el pueblo deposita la potestad de administrar los asuntos públicos en sus representantes, pero todos conocemos cuales son las consecuencias nefastas de no poder administrar correctamente esas demandas. Cuando los ciudadanos comienzan a cuestionar ese pacto implícito, muchas de las normas se ponen en tela de juicio afectando la paz social.

Finalmente,  el hecho de no naturalizar y reconocer esas diferencias hace que se invierta mucho tiempo y energía en lograr imponer una cosmovisión común al otro, la ilusión y la quimera del consenso ideal y de los grandes pactos políticos, dificultan la tarea genuina de poder avanzar en los temas concretos y relevantes.

Condicionados por un escenario político, económico y social muy complejo  el enorme desafío de Alberto Fernández y su equipo de gobierno, será dar un primer paso para cambiar la perspectiva inocente del consenso y avanzar en una mirada más auténtica del problema recurrente de La Grieta, que permita consolidar los diversos espacios de representatividad, para avanzar en un diálogo más realista, que encaucen definitivamente los destinos de la patria.

Colaboradores diversos Huellas Suburbanas
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