
08 Dic Morón, nostalgias y futuro
Veníamos silbando por una especie de galería con moreras de todo tipo, cristianas balsas, valencianas, viudas y otras también del tipo japonesas.
A veces íbamos por un camino de parroquial encanto, con fachadas calizas y con tilos endulzantes. Otras veces caminábamos casi pegados a grandes plátanos de sombra.
Pisábamos el mosaico callejero, que venían con forma a panes, vainillas y bastones adheridos a una carpeta de composición calcárea sobre todo el contra-piso de las veredas.
Las baldosas se continuaban unas a otras delineando surcos equidistantes, nuestras aceras urbanas así se extendían desde el principio en Morón, eran bastante débiles al surgimiento de raigones que se alzaban buscando su lugar sin que nos importase el agrietamiento del suelo.
En estos escenarios de pueblo, las cotidianas travesías barriales de transeúntes locales eran bastante monótonas y no agregaban mucho a los matices coloridos que formaban una buena parte de aquel paisaje moronés.
Veámonos cómo éramos no hace tanto: jóvenes que habíamos oído hablar de los Polero, de las cinco esquinas, de la curtiembre, de la pomona… de Musimessi. Jóvenes sin regreso a la misma juventud, sin retorno en el tiempo y de un incipiente Morón que permanecía con sus frontispicios, cornisas y torneados balaústres.
Reflejémonos ahora como en aquellos niños y adolescentes del pasado, y reeditemos en nuestra memoria esas fotografías del tiempo…
“Nosotros hemos cambiado más rápido que Morón, hemos envejecido más rápido que Morón”.
Sin embargo, nuestro distrito en el oeste de la provincia es la referencia de origen hacia recuerdos imaginarios que ablandan nuestro temperamento, toda vez que percibimos el dominio inherente que Morón corta y pega en muchos de nosotros. Somos los hijos eternos de un pueblo en el que hemos visto pasar de manera incansable al ferrocarril Sarmiento; que hemos sentido tantas veces el repicar de campanas, los ecos del gallo ganando, los empedrados de granito, Delva y Sportman, el cine Achaval, el mercado de Ricchi, Alámbrica, Alfa Textil… Cantábrica.
Hemos sido confidentes bajo el ombú de la plaza, hemos cabalgado en leones de porcelana, nos hemos deleitado con Serafín y hemos visto a Cogliati junto al obispado.
Por estas razones:
-Passadore.
-Taboada.
-De Paoli
-Albini,
-Pache.
Hoy Morón se ha subdividido, lo han simplificado a su casco, ya no más Hurlingham y mucho menos Ituzaingó. Nada de esto puede adormecer la sepia limpia de nuestra historia natal, venimos de Morón y estamos en Morón.
Nos ordenamos desde la experiencia de haber visto todas las secuencias de vida en un espacio de universo local que nos convierte en personas “moronensemente bonaerenses” libres y pertenecientes al suelo que nos erige como seres humanos, agradecidos a nuestra tierra de esperanza y memoria.
Si, en otro plano existencial, pudiésemos saltar a otros mundos… a otras vidas, quién sabe, redundemos las pasiones que, sin dar señales, nos permitan regresar dibujándonos en chispas erráticas que no pueden nacer o en aquellos refucilos que no saben morir.