MORÓN DEBE CONCIENTIZAR NUESTRO DEBER EN EL TRÁNSITO

Toda vez los ciudadanos moronenses salimos al tránsito nos parecemos a sujetos desconectados a cierta dinámica, que nos pone en un mundo sin control, regulación o cuidado; en un plano de acción al que llamo “tránsito”. Creemos entonces que sólo vamos de paso cuando transitamos por las calles de nuestros barrios o cuando lo hacemos a través de grandes avenidas cercanas a los centros comerciales, y también en espacios públicos cuales rodeados de veredas… delimitados por sus esquinas y circundados por cordones.

Sólo vamos de paso, esquivando sin ton ni son, hileras de coches estacionados… súper exigidos y a la gran carrera para cruzar semáforos o trasponer a pie calles, temerosos de ser arrollados por obedecer a un tipo de ley no escrita del más fuerte, y al no hacer valer el derecho del más débil en materia de tránsito. En nuestras calles siempre los peatones, por lo visto, van a ser los eslabones más débiles en esta cadena de sucesos en la circulación, dentro de un contexto vial frecuente y urbano.

“Vamos de paso” y todo queda simplificado a la insignificancia del los peatones sin ser prioridad para las autoridades concientizar a los conductores de vehículos automotores, para que éstos articulen un nuevo estilo de presencia y control que dé un lugar decisivo a los transeúntes, y no solamente recurrir a dispositivos de fotomultas como único y último reparo del menos protegido en el tránsito de cada día.

En realidad, lo enloquecedor en esta cuestión es que cada uno de nosotros formamos parte de un mecanismo de actitudes inconscientemente validadas, las que destacan en una especie de autismo vial que se naturaliza y que replica en una práctica general visiblemente injusta.

Se debe trabajar mejor en el tránsito y las fotomultas dejan en evidencia lo lejos que se está de ello.

Cada uno de nosotros somos el tránsito y permanentemente formamos parte de él. Sufrimos sus efectos y la indiferente costumbre de abrirnos camino dentro de este frenesí huérfano de reglas, habilita a cualquier acción de sus participantes, tanto de peatones como así también de conductores.

En este marco, resalta una Dirección Municipal de Tránsito absolutamente indiferente, despersonalizada y ausente… sumida a dispositivos del mundo videodigital dentro del auténtico universo integrado por personas, a las que no se las puede supervisar ni concientizar. Carente de señalamientos diseñados para el entendimiento entre los seres humanos que sepan orientar y conminar a los verdaderos actores dentro de la vorágine, que hoy encuentra significado en lo que conocemos como el tránsito. Y estos actores estelares son categóricamente los peatones y los conductores. Sin embargo, también debiera hacerse lugar a otra categoría actoral fundamental para que todo deba funcionar bien, el Agente Municipal de Tránsito para concientizar y orientar… para prevenir y ordenar.

Las acciones viales no sólo se arreglan multando; si esto fuera así, con las cámaras de fotomultas todo estaría solucionado y lo cierto es que el tráfico no reconoce nada.

Se mueve como por instinto… puro reflejo sin diferenciar el factor humano, sin árbitros estatales.

Se mueve entre vivos veloces y vivos lentos.

Se mueve con peatones totalmente ninguneados y desprotegidos. Con Jueces de Faltas abroquelados a módulos contravencionales para aplicación de las penas y purga en pesos del castigo aplicado.

Nada de conductores defensivos o de peatones físicamente garantizado. Nada de una mejor conciencia vial.

Nos han dejado, nos han olvidado. Estamos en una jungla de armaduras rodantes y de caminantes cautivos.

Debemos reflexionar y mejorar esta situación. Está claro que eso es lo que deberíamos hacer.

Pero, como les he dicho al principio de esta exposición, se ve que exclusivamente  “sólo vamos de paso”.

Italo Selser
italoselser@huellas-suburbanas.info